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El ajetreo de la capital se quedó a sus espaldas mientras iba de regreso al Castillo de Obsidiana después de una tarde de compras con su madre en la que adquirieron vestidos y zapatos de todas las tonalidades e incluso decidieron llevarle una nueva espada al Lord De'Ath para celebrar su exitosa junta con el Consejo Real la tarde anterior.

Lady Cassia montaba uno de los caballos color vainilla con el hocico y patas manchadas de café, los clásicos pura sangre de su adorada tierra natal. El animal traía impregnado el olor de las cerezas silvestres que abundaban en los bosques de Quogos, la rubia se regocijó en ese sentimiento hogareño y acarició la sedosa cabellera del semental.

Las damas no aceptaron que una carroza del palacio las transportara, consideraron que sería más divertido para ambas salir por su cuenta aunque, por supuesto, debido a la falta de espacio tuvieron que encargar en las boutiques que las compras fueran enviadas al castillo al día siguiente, con excepción de la espada, ya que Cassia se moría por enseñarle la hermosa espada de rubíes a su padre.

—Llevo dos días en Heallven y todavía no puedo acostumbrarme a esta maravillosa vista —comentó Lady De'Ath subiendo sus ojos por las oscuras torres hasta que la obsidiana se perdía entre las nubes—. Supongo que los largos años lejos de la capital surtieron efecto y olvidé cómo se sentía estar sobre todos —añadió regresando su atención al camino.

La rubia más joven asintió antes de observar a los guardias que abrían la reja de barrotes negros a metros de ellas para que pudieran pasar. Miró sobre su hombro y el par de hombres que las acompañaron durante el día mantenían la misma expresión firme que traían en la mañana, recordándole el porqué odiaba tanto Heallven, nadie parecía sentir nada genuino.

Lady Noora, como le gustaba a la madre de la muchacha ser llamada, hizo una mueca y miró a su hija con un poco de lástima malinterpretando las acciones de su hija.

—Sé que te has distanciado de Henryk —Lady Cassia combatió el impulso de encogerse al oír ese nombre—, ¿quieres hablar sobre lo que pasó? —las palabras de su madre la abrazaron gentilmente y ella se rehusó a ser sincera por el bien de su amigo.

—Después de todo, papá siempre tuvo razón —se limitó a decir aferrándose a las riendas de su caballo.

—Hablé con el niño, él piensa que siguen siendo cercanos.

—Está equivocado —replicó al instante provocando que su lengua le raspara la boca.

Por mucho que le doliera negar a Henryk, la chica les mentiría para proteger a lo único que la había mantenido cuerda durante estos años, nunca renunciaría a su mejor amigo por la petición de otros esa decisión era totalmente suya.

—Entonces le notificaré a tu padre que ya podemos retirar a... —Lady Cassia la interrumpió antes de que la sentencia de muerte de la familia de Henryk fuera anunciada.

—No —replicó con fuerza ganándose el desconcierto de su madre—. Puede sernos útil en el futuro —improvisó—, así que nuestros guardias seguirán cuidando de los Slorrance —añadió plantando su atención al castillo huyendo de la mirada inquisitiva de la mujer.

Había oído las historias que contaban sobre la Lady a su lado, las señoras de la Corte decían que su madre era capaz de saber todos tus secretos con sólo mirarte a los ojos antes de que tú mismo te dieras cuenta. Por lo que si quería mantener su secreto a salvo debía actuar con naturalidad o evitar el contacto visual cuando hablara.

—Sí eres hija de tu padre —dijo Lady Noora deteniendo su caballo frente a la puerta del palacio.

Cassia sonrió y esperó por los lacayos para que la ayudaran a descender del semental. Un sirviente se acercó con un banco y le ofreció su mano, la rubia la aceptó y dio un brinco hacia el cubo de madera. Se estiró para desamarrar la espada de la silla, apreció la funda de piel y por puro placer la desenvainó lo suficiente para admirar el mango que contenía los rubíes incrustados en la base de la hoja. Sonrió satisfecha a lo que consideró un regalo apropiado para el triunfo de su padre sobre la nueva administración para la gota nocturna.

Heredera de CenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora