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Se metió otra galleta a la boca mientras le daba la vuelta a la página del libro con un león dorado grabado en la tapa. Había mudado su centro de estudios de la biblioteca a au habitación después de que Lord Steirffall comenzara a vigilarla sin descanso. Lo veía en los pasillos aledaños a la Biblioteca Real y casualmente también por los corredores cercanos a sus aposentos cuando ella regresaba de los entrenamientos.

La presencia del Lord la estaba asfixiando.

El escaso control de sus nervios y paranoia sólo la empujó a encerrase para investigar con más tranquilidad a fondo todas las pistas que tenía sobre el Fénix.

Una ligera melodía llegó a sus oídos, Lena despegó la vista del libro y miró hacia el balcón apostando que se trataba de otro evento pomposo de la Corte. Admitía que su encierro era culpa de Lord Steirffall pero en parte también lo hacía para descansar de esa bola de gente petulante, no los extrañaba para nada sobre todo porque ella era de lo único que hablaban estos días. Después de que Lena y Skandar arreglaron sus diferencias cenaban juntos todos los días a las nueve de la noche en punto sin falta. Lo que sin dudas atrajo aún más la atención de las damas de la Corte hacia Lady Kaya y cómo no iba a hacerlo. Ella también se sumergiría en el chisme si el gran León de Hierro escoltara a una desconocida hasta la cena con la reina y luego la visitara por cinco noches seguidas.

Gracias a Skandar personas que ni conocía que existían habían empezado a invitarla diariamente a múltiples almuerzos con el resto de la élite de Morttland, y por supuesto, ella nunca aceptaba.

Lena estaba al tanto de que los encuentros públicos con Skandar debían terminar por su propia seguridad, Lord Steirffall ya tenía sus ojos sobre ella y era sólo cuestión de tiempo para que Gem y Ray lo hicieran también. Aunque era difícil para ella alejarse de Skandar, su presencia le ayudaba a no pensar en lo mucho que el príncipe se estaba tardando en ir a visitarla.

Una ráfaga de viento entró por el balcón de su cuarto sacudiendo las cortinas y pasando las hojas del libro a una velocidad impresionante, Lena dejó la galleta que estaba por comer en el plato y puso la mano en el medio del libro para detenerlo antes de que las delgadas hojas se maltrataran más.

—Demonios —murmuró sentada sobre el suelo alfombrado tratando de desarrugar la hoja que aplastó al poner su mano.

Intentó doblarla al revés para quitarle la marca pero un símbolo en tinta negra llamó su atención, era parecido a la cabeza de un ciervo aunque también tenía trazos circulares en el medio y le antecedía al signo que empezaba como un rayo pero su forma cambiaba en la segunda inclinación. Frunció el ceño confundida ante ese nuevo idioma y volvió a las páginas donde estaba leyendo segundos atrás, comparó ambos escritos e hizo una mueva cuando confirmó que no eran iguales. No entendía por qué alguien escribiría un libro del que sólo puedes leer la mitad.

Sus dedos siguieron el sentido de esos símbolos buscando un indicio que le dejara alguna señal para entender lo que decía. Leyó, leyó y leyó pero no comprendió. Suspiró frustrada y rascó con su uña la última letra como si esta fuera a cambiar de repente.

Vio la portada del libro y se desconcertó al notar que el título venía en dos idiomas, la primera frase en lengua común y la segunda en esa extraña combinación de símbolos. No recordaba haber tomado ese libro, aunque con todo lo que había leído puede que lo haya agarrado sin haberse dado cuenta.

Se masajeó la sienes antes de frotarse la cara cansada, llevaba horas leyendo siglos de generaciones de la Corte Real y seguramente su vista estaba empezando a cobrarle el esfuerzo. Acarició su cuello y ladeó un poco su cabeza mientras veía con pereza el símbolo que lucía como...

Heredera de CenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora