Capítulo uno

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Los Ángeles - California
11:50 a.m

Desperté con una gran resaca, la maldita luz del sol que entraba por la ventana de la habitación chocó con mis ojos. Me senté en la cama y miré la hora en el reloj.

—Maldición. — murmuré buscando mi vestido.

Estaba completamente desvestida y me hacía frío. Miré la cama y no estaba el extraño con quién me acosté anoche.

Me levanté de la cama y la puerta del baño se abrió, rápidamente me tapé con las sábanas y miré la puerta del baño, él estaba aquí ¿que hago? ¿Grito? ¿Corro? ¿Me acuesto con él de nuevo?

—Hola. — saluda burlón.

Frunzo el ceño por lo normal que se comporta, osea se acostó con una persona que no conoce.

—Toma esto. — me lanza su camiseta.

Me doy vuelta dejando mi trasero a su vista y me coloco la camiseta la cuál era bastante grande.

—Lindo trasero. — ríe.

Ruedo los ojos y respiro hondo para evitar soltar millones de groserías hacía él.

—Gracias. — digo ignorando su comentario.

—¿Cómo dormiste? Me imagino que de maravilla, digo después de estar con este hombre... — genial, un egocéntrico apuesto.

—Me tengo que ir, adiós. — camino hasta la puerta pero su mano toma mi muñeca.

—¿Quieres que te lleve?— pregunta.

—No es necesario, traje mi auto. — me suelto de su agarre y tomo el pomo de la puerta para abrirla.

Se recuesta en el marco de la puerta y empiezo a caminar pero su voz me detiene.

—¿Me das tu número?

Río y me doy vuelta sonriendo.

—No suelo acostarme con el mismo hombre dos veces. — le guiño el ojo y me voy.

Salgo de esa casa con mi bolso, la camiseta de ese hombre y descalza sin contar mi horrible resaca.

Abro mi Ferrari, me subo en el y enciendo el motor para ir directo a mi casa.
En el camino me pregunto que habrá pasado con Kenzia, no me preocupa en lo más mínimo pero me da intriga.

Llegué a mi casa treinta minutos después, la propiedad está a una hora fuera de la cuidad, está en el centro de un bosque pequeño que cubre toda la casa así nadie "encuentre" a mi papá. Cuando llegas a la casa hay guardias que vigilan la entrada y adentro ya está la gran casa en dónde he crecido.

Dejo el auto estacionado en el garage y después entro a casa, no hay nadie, papá debe estar durmiendo ayer quien sabe hasta que hora se habrá quedado con sus amigos.

Subo a mi habitación y cierro la puerta con llave. Busco en la amplia y grande cómoda unas pastillas para la resaca y otras para el día después y las tomo. Entro a mi baño me quito la ropa y entro a la ducha, necesito relajarme.
Salí del baño y me acosté en ropa interior para finalmente dormirme.

My most precious diamondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora