Capítulo veintiséis 1/4

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Al día siguiente ambos despertaron gracias al ruido de la puerta siendo golpeada.

—¡Liam!— gritó Tay desde afuera.

Liam se levanta de la cama y va a abrirle la puerta. Se refriega los ojos y mira a su amigo.

—¿Que quieres?— preguntó Liam.

—Diamond tiene que irse. — contestó Tay.

—Él tiene razón. — la chica sale de la habitación y mira a Liam. —Tengo diez llamadas perdidas de mi padre y cuarenta y tres llamadas de mis guardaespaldas. Me voy antes de qué me maten.

Se fue sin despedirse de su ex no novio y de su amigo. Salió de la casa y subió a su auto.

Desde adentro Liam y Tay escucharon el motor del Lamborghini, miró a Liam, él estaba con la mandíbula apretada.

—Estoy luchando por no ir a buscarla. — susurró el rubio.

—Lo estás haciendo bien, chico. — dijo Tay. —Oye, ¿quieres desayunar?

Liam rodó los ojos. Tay siempre pensaba en comida.

(...)

Diamond llegó a su penthouse y dejó su bolso en el sofá.

Christian y Christen salieron de la cocina, eran mis guardaespaldas y estaban furiosos.

—Hola. — saluda Diamond amistosamente falsa.

—¿Dónde estabas?— preguntó Christen con el ceño fruncido.

—Em...estaba con Kenzia.

—Que raro, porque llamé a Kenzia y me dijo que no estaba contigo. — dijo Christian.

Mierda.

—Di la verdad, ahora. — ordenó Christen.

El celular de Diamon empezó a sonar librándome de las preguntas de aquellos dos.

Se metió a la cocina y contestó la llamada.

—Diamond. — era su padre.

Ella rodó los ojos y se sentó encima de la isla de mármol.

—¿Que quieres?— preguntó la morena de mala manera.

—¿Dónde pasaste la noche? ¿y con quién?

—¿Por qué te interesa eso?

—Eres mi hija y necesito saber porque demonios no dormiste en el penthouse.

—Para tu información estuve dando vueltas toda la maldita noche sumida en mi depresión porque me quitaste al chico que amaba. La verdad no parece que no soy tu hija, porque si te importara no me harías daño y por favor deja de meterte en mi vida, Henrie.

Colgó la llamada y salió de la cocina totalmente enojada.

—¿Y?...

—¡Dejenme tranquila!— gritó Diamond mirando a sus guardaespaldas.

Se fue a su habitación dónde pasaba la mayoría de su tiempo y puso Elvis Presley en su tocadiscos.

Mientras sonaba Can't help falling in love empezó a recordar lo lindo que fue volver a ver a Liam. Sus ojos, sus labios, su cabello, su sonrisa...realmente dudaba que existiera un ser más perfecto que él.

Una boba sonrisa salió de sus labios, sentía mariposas al verlo en mente. Se sentía tan enamorada que le asqueaba verse así misma en ese modo.

Se sentía estúpidamente enamorada de aquel chico.

My most precious diamondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora