Capítulo ocho

95 8 4
                                    

Nuestra mañana se resumió en engordar y jugar videojuegos. Kenzia y yo comíamos burritos mientras Liam y Ethan jugaban videojuegos. Se habían hecho mejores amigos.

—Quiero almorzar. — dice Kenzia con la boca llena y la miramos. —¡Ethan tu hijo tiene hambre!

Ethan pausa el juego y Liam se queja. Yo me río.

—¿Que hora es?— se pregunta a si mismo mirando su reloj de Versace. —Son las once a.m y ya te comiste todos los burritos.

—Nosotros podríamos ir a comprar pizzas. — dice Liam sonriendo y lo miro.

—¡Si!— exclama Kenzia aplaudiendo varias veces.

—No pienso levantar mi trasero de este sofá. — me cruzo de brazos.

—Oh si que lo harás. — se levanta del sofá y me toma cómo una bolsa de papas. —Volvemos enseguida.

—¡Liam bájame!— grito.

Él no me hace caso y bajamos en el ascensor, vamos al estacionamiento tomando las llaves del Ferrari y me sube en la parte del copiloto colocándome el cinturón de seguridad. Empieza a conducir hacía una pizzería y me mira sonriente.

—¿Ahora que dices, nena?

—Te odio y jamás me voy a cansar de decírtelo. — lo miro y sonrío falsamente.

Me mira por última vez y sigue conduciendo. Empiezo a observar toda la cuidad mientras tarareo Versace on the floor.

—Si algún día tengo una hija quiero ponerle el nombre de tu mamá. No sólo porque es mi ídola si no porque amo su nombre. — digo mirándolo.

Él me mira con ternura y me siento malditamente rara.

—Mary Jane. — murmura.

—¿Quieres tener hijos? Pensé que eras de esas chicas que sólo querían vivir su vida sin hijos. — dice riendo.

—Púes pensaste mal. Claro que me gustaría tener hijos, me gustaría tener gemelas, es unos de mis sueños. — digo sonriendo.

—Cuentame más sobre tus sueños.

Sonrío.

—El primero es poder llegar a ser modelo. El segundo es vivir aquí y en una mansión con un closet gigantesco. El tercero sería tener gemelas. El cuarto es conocer a tu mamá. El quinto sería formar una familia llena de amor. Y el sexto es...que mi padre me viera cumplir todos esos sueños.  — digo mirándolo.

—Se que cumplirás cada uno de ellos. — pone su mano en mi muslo y sonríe.

Llegamos a la pizzería y bajamos del auto, entramos y nos atendió una chica rubia muy bonita.

—Hola buenos días, ¿que desean llevar? — pregunta mirando boba mente a Liam, este le sonrió.

Ruedo los ojos y bufo lo demasiado para que esta idiota me mirara.

—Una pizza con extra queso, otra de pepperoni, una de piña y la última de cebolla. — digo sonriendo falsamente.

—En treinta minutos estarán listas. Pueden sentarse y esperar. — dice con una voz fingida.

—Bien. — le doy una sonrisa falsa y se va.

Me giro y ruedo los ojos irritada.

—Alguien está celosa. — murmura Liam burlándose y nos sentamos en una mesa para esperar.

—Nadie está celoso, aquí solo hay un enfermo y eres tú. Genial apenas la vi y ya la odio. — vuelvo a rodar los ojos y él ríe.

—No tengo otros ojos más que para mi chica. — acaricia mi mejilla, frunzo el ceño y quito su mano bruscamente.

My most precious diamondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora