Son las 8 y, tal como había pensado, Ana quiere llegar antes para coger su sitio correspondiente.
El asunto toma un tono gracioso cuando, en la entrada del instituto, ve a Al subiendo las escaleras para entrar al edificio.
-No puede ser- dice ella en voz baja. Ya no era en sí por el sitio. El sitio le daba igual, pero se había encabezonado en que lo quería y cuando Ana Fuster se centra en algo es mejor que no te pongas por medio.
Medio desesperada, camina más rapido para intentar alcanzarlo y lograr quedarse con esa bendita mesa. Quien llegase hoy primero se la quedaría.
Por dos milesimas de segundo Al entra antes a clase. Por probabilidad ganaba él, tenía las piernas más largas e iba más adelantado.
Ella va por detras intentando adelantarlo pero, de repente, Al se frena en seco y ella se choca con él.
-Aaay, pero ¡¿Qué haces?!- Dice Ana.
-¿Estás bien?- Responde él medio riéndose mientras se da la vuelta.
-Sí, es que me gusta comer mochilas- Dice ella con clara ironía.
-Vaya, algún día probaré. A ver si me pasas la receta, aunque sería un buen paso empezar contestando a mis mensajes. ¿No te parece?
-Que gracioso eres ¿No Al? Y no, no te voy a pasar la receta de nada.- Ana se hace notar dura por fuera pero, por dentro sonríe porque sabe que su táctica de no contestarle ha avivado el asunto, o al menos eso parece.
-Entonces, sino te importa voy a dejar mi mochila en su sitio.- Al se va hacia el fondo de la clase y Ana, sabiendo que iba a tomar el sitio 'privilegiado', decide sentarse en primera fila. Había perdido esta batalla.
Con el móvil en la mano y ya sentada, dos toques tímidos en el hombro izquierdo la incitan a darse la vuelta.
-Creía que te sentabas allí.- Señala Al el sitio 'privilegiado' y Ana ve que Al aún lleva su mochila colgada. A lo mejor fue por pena o por caballerosidad, por alguna razón desconocida Al toma la mochila de Ana y la lleva hasta la mesa, al lado de la ventanilla, de la quinta fila.
-¿Porqué haces eso?- Pregunta ella que aún sigue sentada.
-Porque no todos los días se le puede ceder el sitio a alguien así.-
Él acaba de irse, pero Ana sonríe.
Lección 2: No todas las batallas que parecen perdidas acaban mal.
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Lágrimas blancas
Ficção AdolescenteAna Fuster tiene 17 años y, como cualquier otra persona de su edad, su objetivo es encontrarse, aunque para ello deba perderse más de una vez. Una historia llena de emoción, traición y como no, amor.