Capítulo 29

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Se iba... Y yo podía aguantar sin él ese tiempo, pero me preocupaba bastante que el tema de Samanta le afectara más de la cuenta. Soy consciente de todo el amor que le tiene y que son inseparables, los típicos hermanos que se pelean y en quince minutos vuelven a estar bien. La diferencia era que Al se ahorraba esas peleas desde que descubrió que su tiempo con ella era limitado.
Admiro que sea tan fuerte, que sea capaz de viajar a otro país con el riesgo de ver morir, solo, a su hermana pequeña, para cumplir su sueño.
-Ha sido un placer volver a verte, Fuster- Dijo Al.
- El placer es mío, después de tanto tiempo...- Dije yo.
- Tengo que volver, me esperan para cenar, aunque me quedaría aquí toda la noche contigo-
-Y yo Al, pero hoy no. Cuando regreses, porque sino nada más que hablaríamos de Londres, y no de nuestros temas más trascendentales, como la vida- Solo intentaba acortar la despedida, pensando en que no faltaba nada para volver a verlo.
-De acuerdo, señorita Fuster, pero cuando vuelva recuerda que me debes dormir una noche fuera- Me respondió.
-No lo olvidaré-  Le dije, por muy imposible que eso fuera.
-Nos vemos pronto, Ana- Dijo mirandome a los ojos con una seguridad melancólica interminable.
-Nos vemos pronto, Al- Le dije con una tristeza alegre.
Bajamos a casa y antes de llegar a la entrada, lo abracé y le devolví el beso que me marcó aquella vez, cuando decidimos pasear un rato juntos por el cielo. Pero ahora fue distinto, ahora sabía a un dulce adiós. Agrio por la despedida pero dulce porque tenía la seguridad de que volvería a buscarme.
Cuando subimos las escaleras y tocamos el timbre, mi madre abrió y, se mostró dura pero respetuosa, al ver que Al había cumplido a rajatabla el tiempo establecido. Ambos se despidieron y yo miré a Al hasta que se subió al coche, me sonrió y
comenzó su viaje.

Lágrimas blancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora