Me estaba enseñando otra parte de la vida. Como un niño que ve por primera vez el rostro de su madre y no sabe porqué, pero es consciente de que a partir de ahora ella estará siempre.
Como un abrazo inesperado cuando te sientes mal y no sabías que lo necesitabas hasta que alguien viene y te lo da.
Como un deseo que se cumple sin haberlo pedido nunca o como mirar la lluvia plasmada en el cristal y saber que no va a parar de llover en mucho tiempo.
Como poesía interminable.
Como la luna llena más grande que hayas visto nunca o como el amanecer más policromado que recuerdes.
Como la noche en que solo vas a dormir dos horas y parece que has descansado mejor que nunca antes.
Como el ir y venir de las olas que sabes que nunca dejará de sonar.
Como saltar desde muy alto teniendo plena confianza en que el suelo, hoy, no hace daño.
Teniendo plena confianza en que el sueño se había hecho realidad.
Al me provocaba todo eso y mucho más, pero yo tenía la costumbre de pensar que podemos crear lo eterno. Él, sin embargo, decía que lo creemos nosotros, o no, todo se acaba.
-No podemos cederle la eternidad a otros seres vivos, pero sí a los sentimientos, a los pensamientos de los que estamos seguros, a cosas abstractas, incluso a máquinas, sino fuera por la obsolescencia programada. La gente sufre porque todo termina, y somos nosotros mismos los responsables de que muchas de esas cosas tengan un fin. Todo lo que cuidamos día a día merece ser interminable- Dije yo.
-El sistema no podría mantenerse sino existiera la obsolescencia. Si algo se acaba es por algo- Dijo Al.
-Y ¿Si queremos que algo dure para siempre?-
-Supongo que algunas veces funcionará y otras no- Respondió Al. Me quedé mirando al cielo. Se que él estaba pensando en todo, en las cosas, en la muerte, en las personas que se van, en los seres inertes y en los vivos, pero llegó un momento en el que yo solo podía pensar en nosotros. Creía en lo que yo me había negado a creer durante tantos años, y más que abrirme los ojos, me partía el corazón. Si todo siempre se acaba, supongo que nosotros también, y era la primera vez en mi vida que alguien sin decir nada me dijo tanto, y sin embargo, quería quedarme ahí con él. Quería seguir a su lado aún con el dolor de pensar que él no estaría siempre conmigo, aún partiendome el alma viéndolo todos los días y pensar que habría un día en que ya no volvería a verlo ¿De verdad era eso lo que él creía? ¿Era lo que quería?
-Y, ¿Nosotros?- Dije con la voz un poco rota girándome para mirarlo. Me preocupaba su respuesta. No quería estar con alguien que me dijese que los 'siempre' no existen. Lo peor es que yo sabía que fuera cual fuese su respuesta seguiría eligiéndolo a el.
-Nosotros... nosotros podríamos pensar en que algún día cambiaremos y no me cabe duda de que nos seguiremos queriendo Fuster, pero no será lo mismo. El tiempo pasa y la gente cambia, pero nosotros decidimos a quién cambiar en nuestra propia vida. Aunque también podemos pensar que somos como los niños perdidos de Peter Pan que se niegan a crecer, y efectivamente no lo hacen. Podemos creer que somos eternos y serlo, al menos hasta que nos lo permita la vida- Dijo Al mientras me acariciaba el pelo. Yo solo me levanté del banco y... pensé en irme pero no era justo. El no entendía lo que yo sentía. Pero si el no sentía lo mismo yo no quería decirlo. Me quedé mirando fijamente las flores del parque... Durante todo este tiempo todos habían rechazado conmigo la fugacidad de la vida y la única persona que elegiría para completar mi 'siempre' me dice que nada es para siempre.
-¿Qué te pasa?- Me preguntó Al levantándose.
-Nada, nada- Dije yo alejándome- Creo que tengo que ir a ayudar a mi madre en casa-Al se había dado cuenta de que pasaba algo, lo ví en su rostro.
Existen dos tipos de respuestas ante un problema: Hacerle frente y solucionarlo o huir sin arreglar nada.
-Te llevo a la esquina- Dijo él.
Pero esta vez no ... -Gracias, pero me apetece caminar- Le respondí.
Yo, por ejemplo, huí sin arreglar nada.
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Lágrimas blancas
Teen FictionAna Fuster tiene 17 años y, como cualquier otra persona de su edad, su objetivo es encontrarse, aunque para ello deba perderse más de una vez. Una historia llena de emoción, traición y como no, amor.