Capítulo 21

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Las visitas a casa de Al ya eran casi normales, pero me encantaba ir allí. Carolina y yo cada vez teníamos más confianza y fui encariñándome tanto con Samanta que ya la consideraba mi hermana pequeña. Y, la verdad, entendía porqué Al la quería tanto.
Veíamos películas, escuchábamos música, jugabamos a juegos de mesa entre todos ... pero mi parte preferida era jugar con la play. Al sieempre perdía.
-Pero ¡Que no! Que no puede ser, pero si te iba ganando toda la carrera ¿Has hecho trampa? Es que es imposible ¿A que le has dado?- Yo solo me limitaba a partirme de risa y escuchar  como se molestaba cada vez que perdía.
-Es que todavía te falta práctica, no es tu culpa, es la mía. Si jugases con alguien a quien se le diese peor, seguro que ganarías. De verdad, no eres tan malo- Acto seguido volvía a morirme de risa. En realidad me daba pena pero es que me encantaba que se molestara tanto- De verdad, te sienta bien picarte- le dije.
-Pues es que estoy seguro de que haces trampa. Es que me juego lo que sea-
-¿De verdad quieres jugar a otra cosa conmigo? ¿Quieres perder otra vez?- Le respondía, pero es que no podía aguantarme la risa.
-No está haciendo trampas. Es que eres un poco malo- Dijo Samanta, que estaba sentada a mi lado en el sofá.
Yo arqueé la ceja y le dije:-¿Ahora me crees?-
-Mmm, mi propia hermana me traiciona- Dijo Al mirando a Samanta.
Yo me levanté y le dí un abrazo para subirle el ánimo. Aunque obviamente, no le dejé ganar tampoco la siguiente carrera. Pero con el tiempo fue superando tener una rival fuerte y buscó otros juegos que se le daban mejor, y consiguió ganar algunas veces.
Yo no cambiaba esas tardes por nada, lo mejor era que él lo sabía, y yo no tenía nada que ocultar. Incluso estando enfadado era una de las mejores personas que había encontrado en mi vida.
Había conocido a todo tipo de gente, aunque se que aún me quedaba mucho más por ver, pero es que con él a mi lado no veía necesario seguir conociendo nada más. Sentía que tenía todo cuanto quería frente a mí.
Nunca la felicidad me había sonreído tanto, ni el amor me había abrazado tan fuerte. Nunca había pensado que la vida era esto y que lo único que hay que hacer es vivir.

Lágrimas blancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora