El sonido de una llamada a su celular lo despertó.
Luciano buscó su celular en la mesa de noche, sin abrir los ojos. Una vez que lo encontró, respondió sin mover su cabeza de la almohada.
- ¿Sí? - saludó.
- ¿Te desperté? - la voz alegre de Lissandro estaba del otro lado.
- Sí - contestó Luciano.
- En media hora paso por ti.
- No estaré listo en media hora.
- En una hora, entonces - afirmó Lissandro, sin perder su buen humor. - No vuelvas a dormirte.
- No puedo prometerte eso - contestó.
No era complicado irritar a Lissandro. Sólo tiraba unos cuantos hilos más y lo tendría lanzando improperios. Pero él conducía y quizá el resto del grupo deseaba tener un viaje feliz.
- Nos iremos sin ti – amenazó Lissandro. - Xavi no va a querer esperar más de tres minutos en tu portal.
Si Luciano, mejor conocido como Lucho, tenía intenciones de volverse a dormir, escuchar la provocación sobre Xavi lo hizo despertarse completamente.
- Estoy despierto - afirmó Lucho. - Pasa en cinco minutos si quieres y ya estaré.
Lissandro lanzó una carcajada. Lucho deseó estar en altavoz y que Xavi lo estuviera escuchando.
- Te buscaremos al último - afirmó Lissandro. - Te avisaré cuando estemos llegando a tu casa.
Cortó la llamada y comenzó a buscar algo en qué guardar la ropa, como si con su simple deseo se materializaría un bolso. Tenía que haberlo preparado la noche anterior, pero en ese entonces, el plan de pasar la noche con el chico que dormía desnudo al otro lado del colchón le pareció más llamativo.
El muchacho era atractivo, aunque no tenía una personalidad destacable. A Lucho le representó una pena la charla previa al sexo, pero por fortuna se desenvolvió bien cuando la ropa ya no estaba interponiéndose entre ellos.
<<Si tan sólo pudiera recordar tu nombre>>, pensó Lucho, mordiéndose el labio.
- Oye... - lo llamó. - Rubio.
Era obvio que su nombre no era Rubio, pero fue suficiente como para que el chico abriera los ojos.
- Mmmm...
- Mis amigos vendrán a buscarme - le indicó. - Te tienes que ir.
Rubio se sentó en la cama y pasó sus manos por sus ojos.
- ¿A dónde vas? - preguntó.
- A Bahía Ausente - respondió Lucho, tomando un bolso del fondo de su armario y empezando a meter toda la ropa que cupiera en él. - Una semana de vacaciones con los chicos.
Rubio asintió, aunque era evidente que en realidad no le interesara.
- Conozco Bahía Ausente - afirmó. - Si me dejas darte un consejo, evita la parte norte de la playa. Hay un cartel que prohíbe el ingreso. Hazle caso.
- ¿Por qué ingresaría en un sitio donde tengo prohibido ingresar? - preguntó Lucho, confundido. - Es el peor consejo del mundo el que me estás dando.
- Tú sabes que en noches de juerga, los carteles son lo de menos - dijo Rubio.
- En eso, tienes razón - reconoció. - ¿Por qué el consejo entonces? ¿Qué hay en la zona norte?
- No me creerías si te lo dijera - afirmó Rubio. - Pero escuché rumores de que en la parte norte de la playa, habita algo. No sé si es humano o qué es en realidad, pero sé que seduce a las personas y las mata.
Lucho lo miró, esperando algún detalle más de la historia, pero Rubio no tenía nada más que aportar.
- Es todo lo que sé - afirmó el chico.
- Vaya... - Lucho no sabía bien qué decir. - De acuerdo. No entraré en ningún sitio donde no esté permitido.
Terminó de armar el bolso, se cepilló los dientes y cuando salió del baño, Rubio se había marchado. Probablemente se despidió con un saludo que Lucho no escuchó.
<<Qué chico raro>>, pensó.
¿Una entidad que te seduce y te asesina? ¿Una sirena? ¿Cuál era el masculino de sirena, en su caso? Como fuera, seguro era una tontería para asustar a los turistas. No podía ser cierto.
¿O sí?
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La Zona Prohibida en la Playa
ParanormalLucho acepta con gusto la invitación de Lissandro, ese hombre casado con el que se está acostando, para ir de vacaciones a las playas de Bahía Ausente. En el viaje también irán sus graciosos amigos, con los que tiene una buena relación (bueno, con...