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Pasó la alambrada y el cartel rojo cuando finalmente pudo tomarlo desde el brazo.

- ¿Qué haces aquí? - le preguntó Lucho. - ¡Te volviste loco! ¡Vámonos!

- ¡Déjame en paz! - exclamó Lissandro.

Nunca pensó que podría dedicarle tanta repulsión en su vida y nunca pensó que aquello podría afectarlo de tal manera.

- Este lugar es peligroso de verdad, Lissandro - insistió Lucho. - ¡Fuimos atacados aquí! ¡Por favor!

- Vete - murmuró Lissandro, continuando su camino por la maleza.

- Ve a denunciarnos si quieres - continuó Lucho. - Te pido por favor que te vayas a la comisaría y hagas que nos metan presos, pero sal de aquí antes de que aparezca lo que sea que vive en esta zona.

Lissandro se volvió hacia él, puso las manos en el cuello y lo levantó por unos centímetros por los aires.

- ¡Te he dicho que me dejes en paz! - exclamó.

Aquello era una pesadilla. No sólo porque estaban en un sitio donde sus vidas corrían peligro, sino porque nunca se dio cuenta de cuanto quería a aquel hombre imposible hasta en el momento en que lo iba a perder.

Desde que se conocieron, Lucho sabía que aquella historia no tendría un futuro. Lissandro ya había formado una familia y no la iba a formar nunca con él. En algún momento de su vida iba a tener que elegir entre continuar siendo el amante a escondidas de él o seguir su propio camino. Y ahora que todo se presentaba para la elección, Lucho no quería dejarlo.

- Por favor... - suplicó.

- ¿Qué sucede aquí? - dijo una voz a sus espaldas.

Se giró.

Del otro lado de la valla, Lissandro lo miraba con expresión confusa.

- Oh, diablos... - murmuró Lissandro.

Eso significaba que si el verdadero Lissandro estaba fuera de la zona prohibida, él voluntariamente estaba dentro con...

Ni siquiera supo comprender cuando lo empujaron para que caiga hacia adelante y sólo se limitó a comenzar a gritar cuando ese monstruo comenzó a arrastrarlo de los pies.

La Zona Prohibida en la PlayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora