- ¿Suena muy infantil decirte que Xavi me sigue molestando? - le preguntó a Lissandro, cuando después de la cena, fueron a la habitación.
- Un poco - reconoció Lissandro, tirándose en la cama.
La interrupción de su amante casado y Ernesto en el cuarto triple, ocasionó que Lucho no pudiera continuar con su pelea con Xavi, quien repentinamente había cambiado su mal humor por uno más jovial y alegre. Era una alegría de triunfo. Había resuelto el acertijo, aunque eso implicaba arruinarle el día a alguien más.
Tadeo se negó a bajar a cenar, así que lo dejaron acostarse con sus heridas mientras sólo los cuatro compartieron una comida cargada de cansancio. Lucho ni siquiera le dedicó una simple mirada a Xavi. Si lo llegaba a ver sonriendo, iba a clavarle un cuchillo en el ojo. Pero aún así, a la hora de despedirse, no pudo evitar sonreír al descubrir que él se iría con Lissandro al cuarto. Y ahora fue su alegría la que se intensificó, porque Xavi también había comprendido que no podía evitarlo.
- Sospecha de ti - le dijo a Lissandro. - De nosotros.
- No me importa - afirmó Lissandro con su usual sonrisa. - Siempre se pone celoso de las personas que se me acercan. Nos conocemos desde pequeños y...
- Te desea - afirmó Lucho. - Te tienes ganas.
- Que lo diga entonces - comentó Lissandro, besando el cuello de su amante para hacerlo entrar en clima. - Tal vez me guste probar a estar con dos chicos bellos al mismo tiempo.
Lucho se rió, aunque la idea le resultó sumamente erótica.
- ¿Está bien cuando tú lo dices pero no si lo digo yo? - preguntó.
- Cállate - le dijo Lissandro y le dio un beso en los labios.
La ropa comenzó a sobrar y los amantes se entregaron a aquella pasión, siempre escondida, con la diferencia de sentirse libres de hacerlo en un lugar que era propiamente de ellos.
Cuando Lucho lo conoció, Lissandro llevaba apenas dos meses de casado y una hija recién nacida en su haber. Fue después de todos esos protocolos sociales en donde finalmente decidió dejar fluir el deseo que tenía reprimido durante años. Lucho no fue su primer experiencia homosexual, pero sí la única que se prolongó con el tiempo. Y es que además del sexo, ambos habían llegado a un vínculo de amistad bastante interesante.
- No eres como los otros chicos - afirmó Lissandro. - No me sentiría intimidado de sentarme contigo en un bar. Podríamos pasar como amigos. Incluso podríamos ir al gimnasio juntos.
Las propuestas, si bien infantiles y absurdas, le sirvieron a Lucho para aceptar. Apreciaba el esfuerzo, por más burdo que fuera. Y a decir verdad, a partir de allí el sexo pasó a un segundo plano, aunque implícitamente se establecía que continuaba sucediendo una vez por semana.
Cuando Lissandro se vino dentro de él, los monstruos regresaron a la cabeza de Lucho. El sexo, ese aire fresco en el sofocante verano, había culminado. La cabeza de Lucho dejó de pensar en las posibles sirenas que mataban turistas y se preguntó, si acaso, no existía un monstruo cerca de ellos. Uno de carne y hueso llamado Xavi.

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La Zona Prohibida en la Playa
ParanormalLucho acepta con gusto la invitación de Lissandro, ese hombre casado con el que se está acostando, para ir de vacaciones a las playas de Bahía Ausente. En el viaje también irán sus graciosos amigos, con los que tiene una buena relación (bueno, con...