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- ¡Lucho! - exclamó Lissandro, entrando en la zona prohibida.

- ¡Es una sirena! - exclamó Lucho, desde el piso. - Adoptó tu forma para seducirme.

- Yo estoy viendo que estás siendo arrastrado por ti mismo - le explicó Lissandro.

- ¿De verdad? - preguntó Lucho, repentinamente enamorado. - ¡Eso es tan romántico!

Por supuesto que ser arrastrado, probablemente hacia el mar, por un monstruo mitológico estaba lejos de ser un escenario romántico.

Lissandro fue a pelear con una versión idéntica de sí mismo, al menos ante los ojos de Lucho. La distracción sirvió para que lo soltara y al menos consiguiera ganar un poco de tiempo.

Nuevamente, tenía que buscar algún objeto para destruir a aquella sirena de una vez por todas.

- ¿Qué demonios eres? - le preguntó Lissandro entre gritos.

Pero el monstruo no respondió. Se limité a lanzar un grito de guerra y volver al ataque.

<<Espero que el gemido no sea para llamar a otros bichos de su especie>>, suplicó Lucho.

Encontró una rama y Lucho la quebró. Era bastante grande y el quiebre era punzante.

Tendría sólo una oportunidad.

<<Acabaré con este bicho de una vez por todas>>, pensó. <<Si pude librarme de Xavi, podré librarme de una sirena>>.

Fue al ataque, en medio de la pelea de Lissandro con la sirena. Apuntó hacia la garganta del monstruo. No era complicado distinguir cuál Lissandro era el verdadero, puesto que distinguia la ropa que le correspondía al verdadero y cuál tenía un estilo unisex.

<<Al menos la ilusión no se pasa a la ropa>>, se alivió Lucho.

Le clavó la rama a la altura del abdómen.

El bicho pegó el alarido más horrible que Lucho creyó escuchar en su vida, pero aún así no le tuvo piedad.

<<Es ahora o nunca>>, pensó.

Ahora.

Empujó más la rama, se agudizó el grito pero tras unos segundos de agonía el Lissandro falso murió.

- Pensé que iba a recobrar su verdadera forma al morir - se lamentó Lucho, al ver que no se convertía en el monstruo que esperaba encontrar.

- ¿Podemos irnos de aquí? - preguntó. - Estoy viéndote atravesado por una rama. Y hace unos instantes, era lo que deseaba, pero ahora que lo veo así...

Lucho estuvo de acuerdo. Tenían que salir de allí. 

La Zona Prohibida en la PlayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora