La Zona Prohibida en la Playa

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- No hay forma de que Xavi y tú se lleven bien, ¿eh? - le preguntó Tadeo, un rato más tarde, cuando caminaban hacia la zona prohibida de la playa.

Lucho se sintió acusado, aunque una gran parte de él sostenía que no era su culpa. Pero lo cierto es que Xavi era un miembro antiguo de aquel grupo, mientras que él era simplemente el amante de Lissandro. Quizá debería respetar más el lugar de Xavi como miembro y no provocarlo tanto.

- Lo invité a venir con nosotros - se limitó a defenderse.

- Gran esfuerzo el tuyo - ironizó el Increíble Tadeo.

Lucho se rió.

- Para que Xavi me acepte, debería dejar de hablar con Lissandro - afirmó. - Honestamente, no creo que el esfuerzo valga la pena.

Increíblemente, Tadeo se mostró de acuerdo con su perspectiva.

- Siempre lo celó - fue su justificación. - Supongo que son conductas que el resto del grupo ha naturalizado.

- ¿Nunca te preguntaste por qué?

- Hay cosas que prefiero no saber - afirmó Tadeo. - Son mis amigos de toda la vida. Quizá ya no seamos íntimos como antes, pero los pocos días que nos vemos al año, me gusta conservar cierta quietud.

- Todo evoluciona, ¿menos ustedes? - preguntó Lucho.

- Es feo que lo digas así, pero de eso se trata - suspiró Tadeo. - Cuando un grupo funciona con roles asignados, es difícil que alguien pueda salir de ese papel.

Lucho comprendió a qué se refería, pero no tuvo tiempo de continuar hablando del tema.

Habían llegado hasta el final de la plaza y, apenas la arena desaparecía, una reja de alambre impedía el paso. El cartel rojo que anunciaba el inicio de la zona prohibida, estaba escrito en letras blancas. Y cerca del mismo, el muchacho más atractivo que Lucho había visto en su vida, le guiñaba un ojo.

- Un chico - dijo, entonces, deteniendo su marcha por completo. - Me está sonriendo del otro lado del alambrado.

Tadeo también lo vio y asintió.

- No cabe duda de que es la sirena de la que hablamos - sentenció.

- ¿Por qué?

- Porque yo estoy viendo una chica.