Lucho tragó saliva. Aunque en ese momento le costaba respirar del pánico que le invadía.
- Las sirenas seducen - continuó explicando la anciana, a espalda de los dos muchachos. - Es la forma en la que antiguamente atraían a los marineros. Detectan la lujuria de sus víctimas y se convierten en eso que sus víctimas quieren que sean.
Le hubiera encantado que el chico musculoso y rubio que tenía frente a él fuera de verdad y no una ilusión causada por un ente maligno. Pero la realidad es que el muchacho frente a ellos tenía intenciones de convertirlos en unos desaparecidos más.
- Tenemos que irnos - afirmó Tadeo.
Lucho aceptó esa premisa como si fuera la orden que esperaba para reaccionar. Sus pies comenzaron a caminar hacia el exterior, pero la sirena lo tomó desde la remera y lo elevó por los aires.
Fue una sensación extraña, casi irreal, pero dolorosa. Pegó un alarido acorde a la situación.
Aterrizó en el piso, a dos metros de los tres personajes que lo rodeaban y mucho más lejos de la salida que antes.
- Me temo que no se irán - afirmó la anciana, quien para decir frases trilladas de villanos inesperados, estaba a la orden del día.
- ¡Usted está loca! - Tadeo consideró que era mejor plan increparla a la anciana que a la sirena. - ¡Nuestros amigos saben que vinimos aquí! Si nos pasa algo, vendrán a buscar.
- Mejor - comentó la anciana, sonriendo.
Luego, como si estuviera aburrida de lo que estaba por pasar, se giró sobre sus talones y volvió a entrar en la casa, dejándolos a solas con una criatura mitológica homicida.
<<¿Dónde quedaron las abuelas adorables?>>, se lamentó Lucho.
Tenía que actuar rápido.
No iba a permitir convertirse en un afiche más en las estaciones de servicio o kioscos del pueblo. En especial, corría riesgo de que Xavi eligiera una foto de él para la búsqueda y estaba seguro que el cretino eligiría una donde saliera mal.
No, tenían que escapar de allí con vida.
Miró los elementos con los que contaba como ataque.
Era el patio de una anciana loca, pero era un patio después de todo. Y si bien el jardín estaba repleto de maleza, en algún sitio debería haber alguna herramienta clásica.
Encontró una escoba detrás de él y consideró que era lo mejor con lo que podía contar.
La tomó entre sus manos y fue al ataque.
No era bueno en defensa personal, pero el golpe de madera le dio de lleno a la criatura en la cabeza, que la dejó atontada por la sorpresa y la dureza del golpe.
<<Al menos, no es invencible>>, pensó Lucho.
La criatura pegó un gemido de dolor, pero ninguno de los dos chicos quiso quedarse a consolarla ni preguntarle si quería que la lleven al médico. Se apresuraron a correr de aquel patio y salir fuera del predio.
En cuanto vio este escape, la sirena se giró hacia ellos intentando agarrarlos, pero por algún motivo, se paralizó en el momento que estaba por salir detrás de la alambrada. Era como si un cristal de vidrio, que solamente perjudicaba a la sirena, le impidiera salir.
- No puede salir - analizó Tadeo.
- ¡Pero tal vez su madre pueda! - exclamó Lucho. - ¡Sigue corriendo!
Tadeo le hizo caso.

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La Zona Prohibida en la Playa
МистикаLucho acepta con gusto la invitación de Lissandro, ese hombre casado con el que se está acostando, para ir de vacaciones a las playas de Bahía Ausente. En el viaje también irán sus graciosos amigos, con los que tiene una buena relación (bueno, con...