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Pero así como nadie recordó en darlo vuelta a Tadeo, el muchacho nunca más salió. De todos modos, no hubo tiempo de preocuparse por el turista, porque el muchacho quemado y tan rojo como un tomate llamaba la atención con sus gritos.

- ¡Son unos hijos de puta! - los acusó, ya en la habitación triple, cuando se miró en el espejo. - ¡Los maldigo! ¡Los maldigo a los cuatro!

Lucho se quedó siendo testigo del arrebato junto con Xavi. Lissandro y Ernesto fueron hasta la farmacia a buscar alguna crema para calmar el dolor del muchacho, aunque probablemente su estética no era algo que podrían solucionar con un poco de aloe.

No había mucho que decirle a Tadeo, ni siquiera cuando comenzó a gimotear del dolor. O la ira. Parecía el Increíble Hulk en versión roja. Furioso, se metió en el cuarto de baño y volvió a dejar a Xavi y a Lucho en sus usuales e incómodos silencios. Lucho prendió la televisión. Era una forma de pasar inadvertida la tensión entre ambos y apaciguar las injurias de Tadeo.

- Deberías pasarle la crema - murmuró Xavi.

- ¿Por qué yo? - preguntó Lucho.

- Pensé que te gustaría tocar hombres - apuntó Xavi.

El comentario estuvo cargado de malicia.

- Tócalo tú - indicó Lucho. - Es tu compañero de cuarto.

- ¿No lo quieres tocar porque está gordo? - le preguntó Xavi, que no iba a dar el brazo a torcer. - ¿O porque sólo quieres tocar a Lissandro?

Lo tenía harto. Tenía razón, claro, pero de todos modos lo tenía harto.

- ¿Estás celoso, Xavi? - disparó Lucho, dispuesto a sacar munición pesada.

- Estoy un poco curioso, nada más - afirmó Xavi, sonriendo.

<<El que se enoja, pierde>>, pensó Lucho. <<Así que haré lo más coherente y evitaré enojarme, aunque me escusan las ganas de bajarle los dientes de un puñetazo>>.

- ¿Qué curiosidad tienes? - le preguntó Lucho, sonriendo.

- ¿Te deja que lo toques? - preguntó Xavi.

<<¿Me deja que lo toque?>>, se preguntó Lucho. <<Como si para tocarlo tendría que rellenar formularios y pedir permiso.>>

- ¿Recuerdas cuando te propusiste ser más agradable? - disparó Lucho, sin responder.

- Lo estoy siendo - se defendió Xavi, con fingida inocencia.

Lucho lo lapidó con la mirada.

- Estás insinuando que entre Lissandro y yo pasa algo - dijo Lucho, yendo al punto de la cuestión. - E independientemente, si existe algo entre él y yo, no creo que sea de tu incumbencia.

- Por supuesto que no lo es - respondió Xavi. - Pero, ¿qué pasa si por ejemplo yo quisiera cambiarte de habitación?

Lucho sintió un escalofrío en la espalda.

- Suponte que me peleo con Ernesto o con Tadeo y no puedo convivir con ellos - afirmó Xavi. - Una semana es mucho tiempo para estar en una misma habitación con alguien que te cae mal.

- Me imagino que sí - afirmó Lucho. - Hace cinco minutos que estoy en una misma habitación contigo y me estoy volviendo loco.

- ¿Qué pasaría ante ese supuesto? - preguntó Xavi. - ¿Me cambiarías de habitación?

Lucho no respondió. Obviamente había encontrado la forma de envolverlo en aquellos planteos para que no tuviera otro escape más que confesar que era el amante secreto de Lissandro. Y no iba a dar el brazo a torcer.

- Si tienes alguna duda sobre tu amigo, creo que deberías preguntárselo a él - dijo Lucho, finalmente.

- Ya no tengo ninguna duda - contestó Xavi, triunfante. 

La Zona Prohibida en la PlayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora