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Maratón 3/3

Joel abrió los ojos al sentir como un tibio cuerpo acurrucado a su costado. Sonrió al ver a Erick durmiendo a su lado. Tenía una hermosa vista. Le hubiese gustado quedarse contemplando a Erick, pero tenía planes los cuales debía comenzar temprano.

Cuidadosamente se levantó de la cama y se dirigió a la sala. Tomó su teléfono y buscó por el contacto que había agendado recientemente como "Richard." Hasta donde tenía entendido, el era el mejor amigo de Erick. Había conseguido su contacto gracias a que tomó el celular de Erick en un momento que había ido al baño. Buscó entre sus contactos hasta encontrar una señal de algún amigo o algo parecido. Ahí fue cuando encontró a Richard.

Marcó el número y se llevó el teléfono a su oído. El cumpleaños de Erick era en unas cuantas semanas y no podía dejarlo pasar festejarle. El teléfono sonó tres veces antes de ser contestado.

-Bueno?- preguntó el moreno al otro lado de la línea.

-Hola, Richard! No sé si me recuerdes, pero soy Joel, el novio de Erick.- respondió con una sonrisa. -Te llamaba para planear la fiesta de Erick...-

Después de discutir todos los costos, invitados, decoraciones, comida, y local, la fiesta de cumpleaños de Erick estaba planeada. Sabía que a su pequeño le encantaría, en especial le gustaría el regalo que le tenía preparado.

Se dirigió hacia la cocina y le escribió una nota:

"Bebé, salí un momento. Regreso antes de las 12.     -J"

Corrió hasta llegar a la habitación para cambiarse de ropa y dejar un beso en la frente de un aún dormido Erick. Tomó las llaves de su auto y salió del departamento.

Aún no se acostumbraba al auto que la compañía de seguro de autos le había rentado. Su Jeep estaba siendo reparado. Joel no había manejado muy frecuente desde que tuvieron el accidente. No quería tener malos recuerdos. 

La ciudad sólo contenía una repostería, era parte de las desventajas de vivir en tan pequeña ciudad. No se quejaba, al contrario, lo disfrutaba. Cada quién se conocía y había confianza entre todos. Por dicha razón se había mudado allí. Primero que todo para escapar de su madre, segundo, para poder asentarse en un lugar donde se sentiría como en casa. 

El cajero lo saludó al verlo entrar por aquella puerta. Lo guió a un pequeño mostrador que contenía varios estilos de pasteles. Todos eran hermosos, pero ninguno era especial. El quería algo especial, para alguien especial. 

Estuvo mirando por varios minutos hasta que decidió hacerlo customizado. Al final, todos eran muy básicos y el quería lo mejor para Erick. El merecía lo mejor. 

El joven cajero apuntaba cuidadosamente cada detalle que Joel decía. El sabía como era Joel de exigente. No era nada malo, simplemente el era muy detallista y se frustraba si las cosas no salían a la perfección. Recordaba una vez que lo había visto haciendo una sesión de fotos. Le demandaba a las modelos a hacer muchas poses cada minuto. Cualquier persona que lo viera sin conocerlo realmente, diría que era rudo y sin modales, no entenderían que el sólo quería hacer el mejor trabajo posible. 

Después de dejar su orden del pastel, cruzó la calle para ir a la tienda de útiles para fiestas. Realmente no sabía lo que buscaba, pero de igual forma agarró lo que pensó que sería importante. 

Joel se estacionó en el área reservada para los residentes del edificio, se adentró al elevador y presionó el botón del quinto piso. Esperó a que el elevador terminara de subir, las puertas se abrieron y salió. Introdujo la llave para quitarle el seguro a la puerta de su departamento. Al abrir la puerta, el olor a comida inundó sus fosas nasales. Erick había estado cocinando.

Silenciosamente caminó hacia la cocina en donde se encontaba el menor. Allí le dió un abrazo por detrás y dejó un beso debajo de su oreja. 

-Hey.- dijo Erick con una sonrisa. Aunque una sonrisa vestía su rostro, sus ojos se miraban apagados. Aquel brillo que siempre tenían, ya no se encontraba. De hecho, Erick ya no parecía un adolescente. En el poco tiempo que llevaba viviendo con Joel, la vida le había dado duros golpes. 

-Bebé, no te preocupes. Todo estará bien- dijo Joel notando la tristeza en el menor. Tomó su mentón con una mano para poderle ver su rostro. Lo miró por unos segundos antes de unir sus labios en un beso.

Erick trató de zafarse del agarre de Joel pero fue en vano, se dejó llevar por el momento. Necesitaba despejar su mente de todos sus problemas, y tomó la oportunidad con el beso que Joel le estaba dando. 

Los labios del menor se sentían cálidos comparados con los suyos, se sentían tan suaves. Ese beso le transmitía paz y tranquilidad, le transmitía amor. Nunca en su vida se había sentido tan amado como se sentía en ese mismo momento.

爱 | photographie ;; joerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora