Capítulo O8. |Soy un fenómeno|

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“La paranoia es una forma de conciencia, y la conciencia es una forma de amor”.- Charles Manson

"Justin"

Se supone que no debo sentir nada, que mi corazón este como cualquier otro día. Intacto y bombeando la sangre necesaria, y que no sienta nada. Es para lo único que me ha servido este órgano durante los veinte años que he tenido que soportar ver a gente morir entre mis brazos. Escuchando fuertes suplicas que destruyen mis tímpanos con gritos ahogados pidiendo que socorra sus peticiones, y la única petición que he llevado a cabo es la de aquel hombre que me rogó porque le disparara justo en la cabeza para morir y no tener que sufrir al verme cada día.

Pero en vez de esto, tenía en mis manos el cuerpo de la única mujer que ha producido una sensación extrovertida dentro de mis sentimientos, dentro de ese mismo corazón que según la ciencia está claro que solo es parte de nuestro cuerpo y que el amor no se sirve para que se sienta vivo, pero esta vez creo que ni yo mismo entiendo que sucede. ¿Qué pasa si ella en realidad me gusta? ¿Qué pasa si me enamore de la persona que puede hacer que me asesinen?

Mis pensamientos caían en lo más profundo, cosas negativas volaban enfrente de mis ojos haciéndome sufrir con solo imaginar lo que sucedería; respire profundamente antes de mirar hacia abajo, el peso en ellos me obligo a parpadear mas de tres veces para restablecer mis sentidos. Me sentía realmente asustado. Asustado por no querer darme cuenta de lo que ha pasado mientras imagino lo que será de mí en este estúpido y sub-real destino que la vida me deparo por haberla elegido, por decir que si (en primer lugar) el día en que me preguntaron si podía con este trabajo sucio. No imagine lo locamente aterrador que resultaría el estar a su lado y sentir como la amo, como la deseo o simplemente imaginándolo todo, imaginando tener algo que nunca tuve. Encontrarla, sentir que ella es la única chica que puede llenar mi vacío cuando ni siquiera conozco más allá de la muralla que me atrapa en todo esto. La pocas mujeres que he visto y que se atreven a acercarse a mí, es porque sus ojos están cubiertos y no temen que un fenómeno como yo las toque, porque no saben lo que hay detrás de la tela. Jamás lo sabrán. Las mato después de haber conseguido lo que quiero y justo ahora tenía que llegar la diferencia, esa que me hace sentir como algo predilecto que nunca aceptara lo que en verdad es. Nunca podre superar verme frente a un espejo y no saber ¿Quién soy? o ¿Qué paso conmigo? Imaginarme como era antes, como me hacía sentir aquel momento en que perder lo que me quedaba de dignidad paso de ser una gran dolor a algo que me marcaría para toda la vida. Y así poder hacer para lo que nací…evitar enamorarme pero creo que nada de lo que sucedió antes evitara que eso pase. Nada evito que pasara.

Absolutamente nada sirvió, porque el obstáculo, la armadura que me costó crear durante años, se rompió frente a una linda cara y un hermoso color de ojos. Pero ¿Qué soy yo? El perfecto rubio de ojos miel que quedó destruido ¿En dónde diablos esta ese que no conozco? El que termino tirado en la acera, sollozando cada vez más por permanecer limpio sin conseguir nada. En lugar de esto, lo único que sobro de aquel “Hombre” fue esto que soy ahora, un triste parásito que no puede vivir por si solo y tiene que vivir a costa de los demás, no dejando de lado que soy la peor persona que existe sobre este jodido mundo, la gente cree que por mirarme en un buen auto, con buena ropa; me convertiré en un famoso empresario que en un par de años tendrá una hermosa familia a la cual cuidar, pero el universo da una y mil vueltas, y en una de esas vueltas el antiguo yo, murió. Dejo de existir, de una manera equivoca, en donde el nuevo cuerpo que nació estaba convertido en un monstruo espeluznante, el cual ni siquiera yo pude evitar; ver a mi madre morir, no fue la única cosa que marco mi vida. Ese dolor era el inicio que se tornaría en la peor experiencia que como ser humano pude haber vivido. En la que una persona común y corriente al caminar por la calle jamás vería el sufrimiento recorrer mi rostro mientras que las lágrimas invisibles marcaban mi corazón, deseando poder gritar desesperadamente pidiendo auxilio como un niño pequeño. Pero ya no lo era, ya no era más un pequeño que necesita la ayuda de los adultos para salir bien librado de algún lió, ahora debía llenarme de valor y ser yo quien debía tomar mis propias decisiones, afrontar lo que desde un principio acepte, sin saber que eso me traería como consecuencia perder lo más hermoso de la vida, me privaría de lo que el destino me quito cuando se llevó a mi madre. Dejaría que mi vida fuera un infierno, donde no había ni un solo espacio, donde pudiera caber el amor. Él amor que necesita hasta el más miserable, hasta la mierda de persona que soy lo merecía. Pero la nostalgia encima de lo que sería mi futuro no se apiado de mí, cuando le rogué en mis sueños que cumpliera mi deseo de poder amar sin pensar primero en el dinero, y en lugar de eso. La maldita avaricia hizo que mis ojos vieran antes el signo del dólar reflejado en el rostro de mi presa.

(…)

Mordí mis labios ante la horrible expresión en el rostro de _______. Esta era la primera y la última vez que la llamaría por su nombre. Cada vez que intente hacerlo ya no será tan sencillo como ahora. La forma en la que me miraba llamo mi atención, sus ojos penetraron intensamente mi rostro, escaneando la parte más horrible de él, lo sabía, porque las veces en las que me miran es solo para hacerlo. Para soltar grandes carcajadas o insultos que me hacían sentir mal por no poder asesinarlos en ese momento, al burlase de como caminaba por las calles descalzo o de como comía con mis manitas llenas de sangre seca y sucia.

Mis ojos se alejaron rápidamente haciendo que mis manos soltaran su cuello. Supongo que no debió mirar demasiado de mí. Cuando me percaté de que ella me miraba, sus parpados estaban dirigidos hacia mi brazo izquierdo, en donde había tatuado toda mi vida, convertida en esos signos que al verlos parecen lindos dibujos a blanco y negro pero cuando buscas muy dentro de la piel en donde están, te das cuenta de que la historia que sale de ellos es tan deprimente que te sueltas a llorar para consolar el alma de la persona perdida que está frente a ti.

Retrocedí lentamente hacia atrás para observar desde lejos como el torso de aquella chica se había levantado, lo único que lograba ver, era su espalda remarcada por esos dolorosos golpes y la sangre que recorría plácidamente el piso dejando una huella en la que podía ver mi reflejo. Su sangre era tan limpia que yo mismo podría beberla.

Escanee el piso rápidamente para encontrar la manta con la que apagaría cualquier rasgo de mi físico frente a sus ojos. Me acerque para ponerla nuevamente en su lugar, antes de poder rehacer el nudo, ella me detuvo sollozando.

– Justin, por favor. – me detuve estupefacto antes de entender cómo es que sabía mi nombre. – No lo hagas, no he visto nada. Pero por favor estoy harta de eso.

– ¿Cómo es que sabes… – antes de terminar la pregunta, sus manos rozaron mis nudillos anteponiendo las palabras que estaban a punto de salir de mi boca

– Tu nombre, lo escuche detrás del muro. – añadió nerviosamente.

– Tal vez debería presentarme, siempre y cuando estés de acuerdo con poner la manta de nuevo. – conteste amablemente mientras sostenía su cabeza sobre mi hombro.

– De acuerdo, no me queda otra opción. – después de escuchar la última palabra que reboto sobre mis oídos, apreté con fuerza el nudo tratando de no hacerle daño.

Me mantuve hincado sobre mis rodillas un par de segundos, me acerque lentamente, para mirar de frente el rostro de aquella mujer y preguntar otra vez; ¿Cómo es que me gusta tanto?

Respire profundamente antes de cuestionar algo que tal vez me lastime o simplemente hará que termine cayendo de una nube, que ha permanecido demasiado alto. Y la caída será aun peor.

– ¿Qué fue lo que viste? – solté un suspiro enorme, al mismo tiempo que acerque mis manos a su piernas.

– Nada. – respondió secamente. – Nada a lo que pudiera temerle.

– Pero…

– Pero nada. – susurro tentando mi rostro cuidadosamente. – Tú eres realmente hermoso.

– No lo soy. – conteste. – Jamás lo seré.

– Para mí lo eres.

“Todo por lo que siempre te preguntas ¿Qué hay de malo en su apariencia que lo hace sentir así? Es por que tú no vives con eso. Siempre ve el lado positivo de algún defecto, porque es lo único que veras en él, cuándo pierdas total confianza en ti misma”

Stockholm syndrome (Justin Bieber y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora