Capítulo 13. |Si amas algo déjalo ir|

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"______"

Apreté el acelerador del auto hasta el fondo sin dejar de sostenerlo entre la planta del pie y el duro plástico que nos estaba ayudando a escapar, los nervios dentro de mí y el sonido de la sirenas lograban que mis manos dirigieran correctamente el volante antes de si quiera derrapar las llantas para detenerme. No tenía la intención de hacerlo, jamás me detendría si eso significara abandonar a Justin y dejarlo a la deriva para que sea capturado; la sangre que fluía desde su herida hasta la esquina del sillón comenzaba a derramarse más allá del freno de mano. Estaba comenzando a preocuparme por la falta de tela sobre los puntos abiertos. Las balas aún seguían dentro de su pecho y era realmente riesgoso llevarlo a un hospital, en este momento en cualquier noticiero estaría corriendo su foto con el gran encabezado de “Se busca”. Tenía que amarme de los suficientes pantalones y curarlo yo misma.

Mis ojos aún seguían parpadeando rápidamente ante la luz roja y los gritos que reflejaban la gran estupidez que acaba de cometer; ni siquiera mi subconsciente lograba comprender como mis manos fueron agiles para levantar el fornido cuerpo de Justin y llevarlo arrastrando por la acera hasta llegar a la primer patrulla que algún policía había dejado descuidada; mientras que sostenía un arma entre mis dedos a punto de apretar el gatillo. La enorme desesperación término por volverme loca, yo ______ Keaton me encontraba con un delincuente balaceado recargándose en mi hombro, tratando de defenderlo si hiciera falta hasta con mi propia vida. Y ahora, ambos nos encontramos aquí, en un auto desconocido con solo un poco de gasolina, esa flecha decidía si seguíamos adelante o nos deteníamos, aunque eso significara perderlo todo y derrumbarse ante las autoridades.

– Gracias. – susurro Justin tosiendo sobre su pecho.

– No me agradezcas. – conteste sin apartar los ojos del camino. – Bebé. – añadí en voz baja.

– ¿Acaso me estas llamando bebé? – pregunto divertido y solo por un momento me olvide de la situación, de sus heridas y de que todo podía terminar mal.

– No. – negué con la cabeza.

– Eres una mentirosa. – hizo una pequeña pausa. – Mi niña.

El color en mis mejillas aumento de manera acelerada mientras que apretaba el volante fuertemente hasta ver el blanco color de mis músculos; deje por un instante de observar el espejo retrovisor para mirar su hermoso rostro. Sus ojos estaban sumidos en una gigantesca decadencia y su frente irradiaba sudor como un pañuelo empapado; acerque la palma de mi mano para tentarla, la elevada temperatura dentro de su cuerpo hizo que mi cabeza comenzara a dar vueltas buscando un lugar donde pudiéramos refugiarnos.

– Tenemos que detenernos. – espete sosteniendo el freno.

– No. – respondió preocupado. – Por favor, tienes que seguir conduciendo no quiero que me atrapen.

– No lo harán, te lo prometo.

Incline mi dedo meñique y lo acerque para tomar el suyo; lo apreté fuertemente y le mostré mi mejor sonrisa. Recordé lo que siempre mis padres dijeron “Sonríe hasta en las peores situaciones, nunca sabrás si mañana podrás volver hacerlo”

A lo lejos divise una pequeña casa de cemento. Esta vez, el sonido de las patrullas se había detenido y la gasolina claramente alcanzaba para llegar hasta aquel lugar, cuando las llantas rechinaron me detuve y baje rápidamente del auto para sostener a Justin y conducirlo dentro de la casucha que claramente se encontraba vacía. Dentro había una cobija desgastada y un par de ramas, nada más que pudiera servirnos. Así que pose su cuerpo sobre esta, para apretar su herida poniendo su manos sobre ella para realizar presión y no perdiera demasiada sangre.

– ¿Te duele mucho? – pregunte preocupada.

– Sí. – se quejó. – Quiero que tú me ayudes.

Saco una ligera navaja de su cazadora y me la entrego apretando mis manos para asegurarse de que no la soltara; detuve mi lengua para no gritar, antes de morder mi labio inferior.

– No puedo. – dije con un nudo en la garganta. – Lo siento tanto.

– De acuerdo, tendré que morir entonces. Y solo quiero agradecerte por llenar mi corazón cuando se encontraba totalmente vacío, gracias por ser lo mejor dentro de mis días obscuros y gracias por intentar salvarme cuando no existía escapatoria.

Al término de la última palabra clave rápidamente la navaja sobre la primera herida de cinco. Sostuve el pañuelo sobre la sangre y deje que Justin mordiera parte de mi camisa para evitar que el dolor se sintiera de lleno; lo escuche gritar un par de veces mientras que incrustaba el filo para encontrar el par de balas que sobraban. La quinta fue la peor, la sangre no dejo de salir hasta el que al final la punta salió. Todo resulto bien, hasta que las heridas se hicieron cada segundo más grandes, tome un pequeño estoperol de su pantalón para quitar la punta y girarla con parte de mi cabello y comenzar a coserlas, tenían que por lo menos mantenerse juntas para que cicatrizaran.

– Listo, pero no duraran demasiado; tenemos que llevarte a un hospital.

– No, estoy bien. Eres una excelente enfermera, linda. – contesto apretando sus abdominales.

– Pueden infectarse y yo no sé nada sobre eso.

– Solo necesito que hagas algo por mí. – me miro con sus ojos suplicantes.

– Lo que sea.

– Bésame. – dijo mientras que elevaba su mirada.

Sostuve su cuello entre mis manos y lo levante para postrar mis labios sobre los suyos. El delicado roce de su boca me dejo estupefacta y me dedique solo a dejarme guiar por la experiencia.

(…)

Desperté dentro de sus brazos tratando de no apretar su torso; no quería lastimarlo. Sentí su larga y cansada respiración sobre mi frente antes de que pudiera levantar mi cabeza, me deshice de su agarre para que me fuera más sencillo examinar cómo se encontraban las heridas. El color de la sangre, lo morado y negro de su piel se mezclaban de una manera realmente extravagante que me producía temor. Tome su muñeca para revisar si su pulso andaba correctamente; los ligeros toques sobre su piel me tranquilizaron solo un poco mientras que clavaba un delicado beso sobre su mejilla.

– Tenemos que salir de aquí. – susurre sin quitar mi cabeza de su pecho.

Todo quedo en completo silencio y terror en el instante que Justin despertó, me miro despiadado y temeroso al mismo tiempo que acariciaba mi cabello. Nos observamos uno al otro durante unos minutos, al parecer el dolor había desaparecido en este caso remplazado por un estupendo momento de miradas enternecedoras.

– Hola. – agrego él, para tratar de romper el hielo. – Estúpido cierto, pero no sé qué más decirte; esos ojos me dejan sin palabras.

Me quede callada y no deje que se proyectara respuesta alguna en mis ojos, tenía que pensar lo que estaba haciendo. Dentro de mí aún seguía viva una pizca de total desconfianza; eso que me hacía pensar que solo le serví como señuelo para escapar, como escudo contra las armas y como una divertida experiencia erótica.
Solté un gran suspiro en forma de decepción y apreté mis nudillos para hacer que las palabras que estaban a punto de salir de mi boca no me dolieran.

– ¿Me amas? – pregunte totalmente perdida, en ese momento quise cubrir mis oídos para no escucharlo nunca jamás; Justin movió su cabeza en forma de negación y todo dentro de mí se derrumbó, con un solo toque.

– No hace falta preguntarlo. Tú ya lo sabes

– Entonces ¿Por qué me dejaste ir?

– No has oído el dicho “Si amas algo déjalo ir, si regresa es tuyo si no nunca lo fue”

– Regrese. – conteste sonriente.

– Si, sabía que lo harías.

Stockholm syndrome (Justin Bieber y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora