Capítulo O7. |Retroceso|

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“Estaba tan lleno de odio que no había lugar dentro de mí para sentimientos como el amor, la pena, la ternura, el honor o la decencia, de lo único que me lamento es de no haber nacido muerto o simplemente no nacer”.- Carl Panzram

"________"

No era Justin, esa no era su voz, no era su olor; en el momento en que se escuchó el primer susurro de parte de la persona con la que compartía la habitación, me sentí tan estúpida. Acababa de declarar mi muerte en la fosa común.

– ¿Qué haces aquí? – me pregunto remarcando cada palabra, su presencia detrás de mí, logro que mis nervios recorrieran mis labios dejándolos sellados, aunque quisiera no podía emitir algún sonido.

Me mantuve en silencio, haciendo que mi respiración dejara de escucharse, no quería llamar su atención, si no reaccionaba por unos cuantos segundos tal vez él dejaría de mirarme. Sabía que lo hacía y odiaba tener sus ojos sobre mi cuerpo.

De un momento a otro ya estaba en sus brazos, no podía verlo pero su nitidez al hablar me hizo sentirme como la peor basura que haya estado sobre la tierra; sentí una y otra vez sus labios sobre mi cuello dejando una asquerosa y retorcida huella, a pesar de tener las manos atadas pude levantarlas para defenderme. No logre gran cosa después de haber terminado en el suelo con un golpe directo en las costillas, me retorcí en el azulejo. Mi caja torácica ardía desde un punto desprendido lleno de golpes, esa voz penetrante rebozaba en todo el lugar rebotando en mis oídos haciendo que las cicatrices no solo fueran dolorosas si no también insoportables.

– Pequeña, depende de cómo me trates, te tratare. – la sola sustitución de las palabras me llegaba vagamente dejando que mis ojos se abrieran frente a la tela.

Y fue ahí cuando me di cuenta de lo que en realidad estaba sucediendo, no temía por mí, no sentía miedo de ser lastimada ni de mucho menos que ese hombre me matara. La única razón por la que el pánico me invadía era por no haber acertado con la persona que entro a la habitación, de que esa persona no haya sido Justin, de sentirme totalmente vacía después de haber escuchado tal discusión, después de no poder hacer nada y solo quedarme en ese estúpido lugar donde ni yo misma podía sentir el aire fluir. En donde no importa la situación en la que este, lo recordare como el lugar donde confesé lo que sentía, no ese erróneo amor eterno que se juran las personas comunes, sino una obsesión por sentir su presencia, por mirarlo y de una buena vez saber cómo es su rostro, como son sus labios y no dejar que me importen las apariencias; fuera de eso la perfección con la que me trata hizo que sintiera esto ¿Pero qué es esto realmente? Catalogado como una obsesión pero es algo más que amar, algo más que el dolor y la nostalgia. Ese sentimiento muy dentro de mí que hace que mis nervios se compriman y a pesar de no conocerlo, lo necesite tanto como al aire, tanto como al agua. Que sea indispensable saber ¿Dónde está? ¿Qué ha pasado con él? Y lo más importante si el siente los mismo que yo o simplemente soy su dinero. Si las palabras que acabo de escuchar son ciertas o son tontas excusas, si de verdad le importo o solo soy una chica más de la cual puede aprovecharse. Apuesto que ninguna podrá tratarlo como yo deseo hacerlo. Necesito que no me vea como su rehén si no como una gota de agua que se derrama del vaso en el que bebe, esa gota que se vuelve la más importante en una época de sequía.

Deje de pensar por solo un segundo, y no hice nada más. No trate de defenderme, no dije nada; solo deje que pasara lo que tenía que pasar. Él tendría que cansarse en algún punto.
Me mantuve de pie sobre sus brazos asqueada por el olor a alcohol que emanaba de su ropa, el sabor de los cigarrillos que se penetraba en mi boca al roce de sus labios con los míos; el piso se sentía tan frío como una regadera tirando agua helada sobre mí.

– ¿Quieres hacerlo? – le pregunte exasperada. – Hazlo de una buena vez, no tengo tu tiempo imbécil.

– Como gustes dulzura. – respondió mezclando su lengua con mi oreja.

Stockholm syndrome (Justin Bieber y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora