Capítulo 19. |Flashback|

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"______"

Pase mis piernas por debajo de su cuerpo una vez más, él me miro con algo de tristeza y malos pensamientos. Pude ver como de su cuerpo escapaba una que otra respiración profunda de dolor.

Trague la saliva que ahogaba mi garganta y en un par de segundos el llanto apareció en mis ojos. El mundo cree que por el simple hecho de parecer fuerte, no tienes sentimiento alguno; y en este caso es todo lo contrario. Justin está aquí muriendo y siento prácticamente como es que la vida se me va en un suspiro, se encuentra frente a mí y me doy cuenta que en una sola de sus miradas ésta recorriendo su vida entera y hablando aun más que con todas las palabras del mundo.

– Amor, por favor no dejes de verme. – le ordene acariciando su rostro. Él parpadeaba con lentitud e intentaba sonreírme.

Por mi cabeza cruzaron un millón de ideas sobre que tenía que hacer; llamar a una ambulancia, correr con él en mis brazos o volverme desesperadamente loca con Justin casi muriendo encima de mi regazo. Suspire para que las lágrimas que se aproximaban se esfumaran, necesitaba estar bien, debía estar bien por Justin, ahora que está pasando esto, la fuerza depende de mí.

– Solo espera un segundo bebé. – le dije tiernamente.

Me levante suspicaz e incoherente para tentar la cazadora del tipo con el que Justin se había enfrentado hace unos minutos. Encontré un gran pero desgastado Smartphone en el bolsillo izquierdo; recordé un par de veces el número “911” que mis padres me habían dejado escrito siempre en una nota frente al refrigerador, lo marque con mis dedos temblorosos y sudados.

– Hola – atendí después de dos toques de un sonido aturdidor.

– ¿Cuál es su emergencia? – me pregunto con voz algo aburrida, vale; pero si ese es su trabajo.

– Mi novio está desangrándose, necesito una ambulancia. – le advertí preocupada sin quitar la mirada de encima de Justin. Las primeras palabras de la llamada telefónica aún me sonaban extrañas.

– Puede darme su dirección. – respondió. Me sentí como el carajo cuando me di cuenta de que no tenía ni la menor idea de donde me encontraba.

– No lo sé. – dije nerviosa.

– No se preocupe, en este momento estamos rastreando su llamada; la ambulancia llegara en unos minutos.

– Muchas gracias. – termine por decir. Colgué rápidamente mientras corría para regresar al lado de Justin. – Ya vienen a ayudarnos, todo estará bien.

Intente sonar lo más convencible que pude, todavía me llenaban los nervios y me sentía a morir por toda esta situación. Mordí vorazmente mis labios intentando sonreír y demostrarle a Justin que todo estaría bien, pero ni siquiera yo podría creerme tal mentira, entrecerré mis ojos unos segundos y por encima de mi mente volaron miles de susurros, conversaciones y halagos que habían salido de él.

"– Vete ¡Quiero que te vayas ahora!
– Lo siento tanto.
– Lárgate estúpida.
– Siempre seré tuya"

"– No te muevas cariño.
– No creo poder.
– Haré lo posible por sacarte de aquí. No te dejare solo, estoy contigo amor"

"– Gracias.
– No me agradezcas. Bebé.
– ¿Acaso me estas llamando bebé?
– No.
– Eres una mentirosa. Mi niña"

"– Lárgate, no quiero que te pase nada.
– Olvídate de mí por un segundo, no soy el centro del universo.
– Por supuesto que no lo eres. Tú eres mi universo"

"– Tienes que quedarte ¿entiendes? No te arriesgare.
– ¿Por qué?
– Porque te amo demasiado como para perderte de nuevo"

"– No me iré sin ti.
– Promételo, haré lo posible por regresar, pero necesito irme con la seguridad de que no terminaras en las manos de ese hombre otra vez.
– Te lo prometo. Estoy contigo"

Y entonces el último recuerdo me sonó tan crudo y desesperado, la simple frase de “Estoy contigo” había sellado todas y cada una de nuestras conversaciones, nos habíamos demostrado lo mucho que nos queríamos y con solo dos palabras nos sentíamos completamente plenos el uno con el otro. Y en un solo minutos comencé a extrañar su voz, sus respiraciones, sus mentiras, sus necedades y todas las manías que mostraba cuando estábamos juntos y me di cuenta del poco tiempo que lo disfrute, él estuvo conmigo menos de lo que desee que estuviera, lo besé menos de lo que quise y lo juzgue más de lo que hubiera creído.

El destellante color de las sirenas comenzó a notarse desde dentro de la casa, el horrendo sonido que esta vez sonaba como un alivio. Me encontraba prácticamente saltando de alegría, todo terminaría bien después de todo. Anticipe su llegada mucho antes de lo que esperaba, mire de reojo a Justin y el aún tenía los ojos abiertos, aunque con un profundo cansancio. Levante su camisa para visualizar las heridas pero rápidamente la baje de manera instintiva; comencé a tronar mis dedos nerviosamente, su torso se había convertido en una ligera masa roja y morada cubierta de escudos, llamados comúnmente como costras. Suspire algo preocupada.

– Por favor, no me quites lo único que me ha importado en mi vida. – susurre acercando la mano a mi boca.

– ¿Qué sucede? – intervino Justin intentando levantarse. Me incline de manera despreocupada para rebajar su intensidad.

– Nada, deja mi paranoia. – solté una risita consoladora, que sonó más falsa que nunca.
Carraspee con la garganta seca mientras limpiaba el llanto de mi rostro.

– Mi…– suspiro algo cansando. – Niña.

Adoraba su manera de referirse a mí, sus delicadas palabras y ese gran sobrenombre que me ha puesto. Cada vez que lo mencionaba, los cantos líricos de los ángeles rebosan en mis oídos haciéndome sentir amada por primera vez.

– No hables, debes de descansar. – lo acerque a mi pecho, esperando lo peor. Lo abrace con gran paciencia pero con una enorme intensidad por dentro.

– Te amo. – respondió con una ligera mueca algo torcida, entrecerró sus ojos y estaba segura del estado en que se encontraba. Lamí mis labios con ansias y desee poder salir corriendo con él en brazos.

– No por favor, dijiste que estarías ahí conmigo. – intente despertarlo con un pequeño zarandeo pero me fue imposible. – Lo prometiste.

Aparte mi cabello de la cara mientras el nerviosismo se apoderaba de mí, las ambulancias afuera, no me dejaban pensar. Y después de ese momento, todo comenzó a sentirse en una cámara lenta, los paramédicos entraron eufóricos tratando de ayudarme.
Varios de ellos se detuvieron para mirarme y decirme un par de cosas pero mis oídos no lograron escuchar; vi unas cuantas manos pasarse por encima de mis ojos pero mi shock era realmente fuerte que no podía responderles.

El reloj comenzó a sonar más fuerte que de costumbre y el tic tac me hacía sentir desesperada. Me percaté de que Justin ya no se encontraba en mis piernas y lo mire alejarse en una gran camilla, por un instante me sentí aliviada pero todo ese aire se esfumo cuando observe la bolsa de plástico térmico que utilizaban para cubrir a los cadáveres. Me acerque y sin sentir mis labios logre formular una simple pregunta.

– ¿Él esta…? – y sin poder terminarla, la persona a mi lado asintió con la mirada baja.

Di unos pasos hasta llegar donde él; lo apreté con fuerza y solloce sobre su hombro, él gran hombre, mi gran amor había muerto.

Stockholm syndrome (Justin Bieber y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora