Capítulo O6. |Tempano de hielo|

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“Los secuestradores deberían ser perseguidos como animales, sin derecho a alguna libertad, o es que ellos le dieron esa oportunidad a sus víctimas”.- Anónimo.

"Justin"

Me centre por un momento en el golpe en mi pómulo izquierdo. Ardía no precisamente de dolor, el coraje hizo que mis venas resaltaran en el momento en que mis nudillos golpearon el muro. La pared se sentía inquebrantable, pero no importo, seguí golpeándola con más fuerza, la sangre comenzó a votar por todas partes hasta que mi cerebro reacciono dejando que mis manos viajaran hasta mi nuca deseando desaparecer, toda esa desesperación me lleno de calor. Un calor que me hizo reaccionar después de unos segundos, quería matarlo. Deshacerme de su cuerpo inútil y no volver a verlo jamás, pero es realmente difícil, antes de siquiera poner el cuchillo en su pecho la habitación estaría repleta de secuaces que me atacarían, y quien terminaría muerto sería yo.

Me quede parado (como de costumbre) en la puerta de una de las habitaciones, mi frente se sentía caliente y el aire se acortaba conforme mis respiraciones se hacían más grandes. Divise mi mano repleta de sangre, el color carmín se compenetraba con el verde en mis venas, y entonces camine mientras que las gotas resbalaban por mis dedos hasta el suelo. El rastro se hacía cada vez más grande.
Me detuve cerca de las escaleras, mis parpados se quedaron secos ante mis recuerdos. Esa sequedad enorme pidió a gritos dejar de existir. Hace mucho que no lloro, había olvidado como se lograba. Pero fue en ese preciso instante en el que me recosté en el piso, mi cabeza se sostuvo junto a mi brazo y sin pedirlo, las lágrimas salieron. La sensación cálida al roce del agua salada me llevo hasta un profundo sueño.

– Por primera vez tengo miedo. – susurre entre dientes, antes de dormir –. Miedo de no poder controlar tus sentimientos – respondió una voz dentro de mí.

"La vi, seca y desprendida mientras que me observaba. Sus ojos se escondían detrás de su hermoso color de lápiz labial. No pude ver el color en su iris pero su melanina se reflejaba en contra de la luz nocturna, la noche me impedía poder adivinarlo. Dejando que el misterio se sintiera aun mejor. La miraba desde la esquina, desde una distancia poco probable, ambos deseábamos que desapareciera. Su hermoso cabello reboto contra su rostro en el momento en que giro para caminar hacia donde yo estaba, sus piernas largas hacían sonar los enormes tacones en el azulejo. Mientras que sus brazos rozaban las esquinas de su cintura contoneándose por toda la acera. El camino se acorto y cuando la tuve más cerca no pude evitar enroscar mi brazo debajo de su cadera, ella sostuvo su mirada baja y sus mejillas se notaban de un claro color cereza, su sonrisa era grande y luminosa. Pero nada era normal, todo era jodidamente perfecto, que no podía ser real. Un tipo como yo, nunca podría tener a alguien como ella. Jamás podría ser visto con una persona tan hermosa, pero lo disfrute mientras pude, no quería darme cuenta de que debía despertar, me apresure a lo que era inalcanzable, quería vivirlo todo, todo lo que por ser lo que soy no he podido vivir, me deje llevar por lo que mi corazón dijo. Si es que puedo llamar a ese tempano de hielo “corazón”. La mire de cerca notando las lágrimas derramarse por su labio, acerque mi mano para secarla, pero lo impidió, el golpe rápido en mi pómulo hizo que el tiempo se detuviera, la confusión arrastro conmigo hasta el precipicio. En un momento me encontraba en la gloria, y un segundo después ella me odiaba, significaba más de lo que yo quería que fuera, pero no puedo evitarlo. Y fue cuando ella me susurro.

– Te odio.

– Te odio más. – respondí secamente.

Aun la tenía entre mis brazos, mis manos se postraron en ambos lados de su rostro para mirarla fijamente. Mordí mi labio inferior, una sensación de deseo estaba dentro de mí pidiendo poder escapar. Y entonces la deje salir.

Mis labios se pegaron a su comisura haciendo camino hacia la carnosidad de su hermosa y delicada boca, apreté sus mejillas. Intento por unos segundos alejarse pero le fue imposible, la fuerza de querer poseerla pudo más. Acaricie su cabello bajando hasta su barbilla, su piel era tan delicada. Su perfume me hizo recordarla (solo que no sabía de donde). Antes de pudiera sentirlo, antes de siquiera poder terminar de besarla. Me detuve.

Stockholm syndrome (Justin Bieber y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora