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Los golpes resonaron en la esquina de mi oído. Frente a mí se encontraba todo un tumulto de gente que deseaba escuchar un mal testimonio, pero el revuelto que Justin logro dentro de mi corazón me había convertido en todo lo contrario, eso lograría que a capa y espada lo defendiera de cualquier mal, no me importa si se dan cuenta de la gran estupidez que según ellos he cometido, bien marcado lo tienen. Me he enamorado del hombre que llego dentro de mí sin tocarme, que me hizo sentir plena sin besarme y me hizo sentir querida sin decirlo realmente.
Observe detenidamente los rostros de las familias que me miraban esperanzados, sabía por lo que habían pasado, pero ellos no sabían por lo que yo había pasado. Me encontraba en la mitad del camino, entre las personas que merecen justicia y él, que merece ser comprendido.
De un instante a otro, lo atacaron con vulgaridades, él solo agachaba la cabeza y comprendí que se siente culpable y le gustaría pagar por todo lo que hizo, pero no pretendo permitirlo, no pienso dejar que me lo quiten de nuevo.– Y bien. – mire al abogado quien cada vez hacia más preguntas sin obtener respuestas de mi parte. – ¿Usted fue secuestrada por el acusado? Recuerde que está bajo juramento.
– Si, pero no fue como todos creen. – negué con un ligero movimiento de cabeza mientras me sostenía de la parte frontal del estrado para levantarme. – Nada de lo que piensan sucedió, creen que ese hombre me hizo daño, están equivocados.
– Explique su punto, señorita. – advirtió la juez.
– No puedo. – conteste alzada de hombros. – Porque el amor es inexplicable y aunque no piensen como yo, muchos entenderán esto. Y si me lo permiten, puedo contarles toda la historia, desde el más mínimo detalle hasta la más hermosa mirada.
– Habla usted, de que está enamorada de su captor. – interrumpió deliberadamente el hombre frente a mí.
– Es mucho mejor que eso. – sonreí. – Uno es parte del otro, fuimos hechos perfectamente para estar juntos.
– Eso no quita que haya cometido un delito al privarla de su libertad. – alterno.
– Mierda, deje de verle lo malo a todo. – me queje rogándole perdón con la mirada a la juez. – Siento la mala palabra, pero no pueden olvidarse solo un segundo de todo lo que jode al mundo, el amor es lo más bonito que existe. No importa si me robo un mes, dos meses de mi libertad, estuve más feliz a su lado que afuera con personas que ni siquiera se interesaban por mí.
– Eso no es lo que dicen los demás. Su madre asegura que estuvo cinco días en el hospital tratando de olvidar lo sucedido.
– Pero que calumnia, ella me mintió. Dijo que Justin había muerto. – grite furiosa. – Escúchame bien madre, si por tu culpa esto sale mal olvídate de que tienes una hija, olvídate.
– Tranquilícese. – me advirtieron por sexta vez.
– ¿Cómo estaría usted si su madre tratara de quitarle lo único que le importa en esta vida?
– Sera mejor que salga.
– No me dirá que hacer, si estos son los últimos momentos que voy a pasar con él, ni usted ni nadie lo va a impedir.
Me levante decidida para llegar hasta el escritorio en donde se hallaba Justin. Tome su rostro con ambas manos y antes de que alguien pudiera detenerme, plante un beso en sus labios. Respire por unos cuantos segundos en los que nuestras bocas se mezclaban disfrutando de cada uno de los segundos en que la gente observaba. Y por alguna extraña razón no nos detuvieron, fue como si una barreara se formara al frente de nosotros sofocando y derribando a cualquiera que intentara separarnos.
– Vete, no quiero que tengas problemas por mi culpa. Por nada del mundo permitiría que te dañaran. – me susurro tratando de tranquilizarme.
– Perdóname. – dije avergonzada. – Pero no te haré caso. No es como las otras veces, ni siquiera pretendas que me alejare de ti.
– Este hombre es mi vida. – grite señalándolo, incapaz de sostener las lágrimas. – Es la persona que me salvo y quien me regalo los mejores momentos de mi vida, y si tuviera que cambiar los dieciocho años que pase con mis padres por los dos meses que estuve con él. Sin pensarlo lo haría. – cerré mis ojos de golpe y el ardor en mi boca pedía a gritos salir y sin ninguna ventaja, me deje caer justo encima de mis rodillas.
Justin se levantó como estrella fugaz para sostener mi hombro con sus dedos apenas alcanzables por la unión de sus esposas. La mirada escéptica de la juez a punto de llorar me observo cuidadosamente. La humildad en aquella mujer le hizo capaz de levantarse y aproximarse hasta donde yo estaba; mientras que seguía con la mirada baja. Sentí la presencia de unas manos elevándome.
– Lo siento, no puedo hacer nada…él debe ir a la cárcel. – me dijo abrazándome.
– Y si le doy mi vida, mi vida a cambio de su libertad. – conteste aun alarmada. – Solo eso te pido, no me lo regales; cóbrame lo que quieras pero no le quites al mundo la oportunidad de conocer a un ser humano tan especial como él.
– Señoras y señores, es hora de dar su veredicto. – dijo sin contestar a mis suplicas.
Porte un gran puchero en mi rostro mirando de pies a cabeza a todas las personas. Y sinceramente estaba segura de que no se apiadarían de mí, ni siquiera entendían todo por lo que estoy pasando, me estoy jodiendo poco a poco y es como si mi cuerpo se quemara a fuego lento cayendo en cenizas que ellos mismos recogerán. Lo más sencillo sería terminar con todo esto de una buena vez, darles todos y cada uno de los centavos que jamás gaste para pagar una celda lo bastante grande como para vivir el resto de mis días junto al amor de mi vida.
– Quieren dinero…eso es lo que quieren. – asegure constante. Acerque el bolso de mí madre sin que ella pudiera detenerme. – Aquí lo tienen, malditos avariciosos, y les daré más si esos asquerosos boletines dicen la palabra inocente.
Aventé un puñado de dólares al aire, estaba comenzado con una locura que no se detendría por nada del mundo. Me gire para que mis ojos pudieran ver a Justin, él parecía más apenado que agradecido pero podía entenderlo, justo ahora nadie quisiera postrarse frente a mí con intenciones de lastimarme, si no es que acaso querían terminar muertos. Yo tratando de defender lo que más me importaba en este mundo, cualquier palabra sería insuficiente para llenar todo ese vacío que se iba haciendo cada vez más grande. Escuche las voces de cada uno de los testigos, que gritaban disgustados por cómo me comportaba.
– ¿Qué acaso nunca han estado enamorados? – me negué a dejar de llorar. – Tal vez creerán que solo son palabras de una niña tonta, pero jamás podrán sentir esto, que es permitir que tu corazón salga de tu pecho y que se quede al lado de esa persona; verlo latir y a lo lejos sentir como flota frente a tus ojos sin reglas, sin horarios ni coincidencias. Es así como se siente el primer y único amor.
(…)
–…Culpable. – fue lo último que escuche, esa simple palabra que me hizo sentir estúpida. Desconsolada. Arruinada. Y realmente enojada. Sonreí de golpe, aguantando esas lágrimas silenciosas que ahogaban mi garganta.
– Se dicta sentencia al acusado por quince años, sin derecho a fianza. – soltó un golpe directo con ese gran mazo. – Caso cerrado.
En un susurro no tan silencioso, se dirigió a mí con un lo siento. Un par de policías tomaron de ambos lados a Justin, él no había dicho gran cosa durante todo el juicio y claramente sufría igual o mucho más que yo.
– Juntos. – grito a pocos metros lejos de mí.
– Juntos por siempre. – le respondí evitando llorar.
Y con un dolor en el pecho, le sonreí. Porque ese momento era el único, lo que siempre tendría, solo para mí.
Fin
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Stockholm syndrome (Justin Bieber y Tu)
Fanfiction"Un beso a la persona equivocada, lo convirtió en el rehén de su propio secuestro"