"Justin"
Desperté con una inmensa resaca después de haber dormido no sé cuántas horas, no tenía ni la más mínima idea de porque sentía mi cabeza a reventar si hacía ya más de tres meses que no probaba una gota de alcohol y menos lo haría en este estado. Las ranuras de mis ojos estaban prácticamente unidas en una sola línea que me impedía abrirlos por completo; mire al techo obscuro y desgastado para después dirigir la mirada y revisar mi torso detenidamente, las heridas habían sido remplazadas por cicatrices. Juraría que hace unas horas la sangre aún se sentía debajo de mi piel. Apreté ambas manos para poder tener un poco de equilibrio pero la fuerza desapareció en tan solo unos segundos, solté un suspiro de desesperación y azote mi cabeza directo en el suelo.
– Anda Justin, vaya que eres estúpido joder. – me grite tratando de alentarme.
Mis piernas estaban heladas como un hielo y sin poder moverlas; logre levantar mi torso y antes de sentirlo mi nuca cayo directo a la parte trasera de mi cuello mientras que rodaba formando un gran circulo. Las ganas de vomitar llegaron directo a mi estómago formando unas ansias de meter mi dedo en mi garganta y sacar todos esos fluidos que me producían asco.
El color amarillo de la bilis cayó justo encima de mi pantalón mientras que yo rodaba mis ojos en forma de decepción. Como con solo unos disparos casi muero y antes me hubiera pasado un camión encima y mi cuerpo no tendría ni un solo rasguño. Creo que el amor aparte de producirme asco, es mi gran debilidad.– Amor, que bueno que despertaste me tenías realmente preocupada. – escuche a ______ detrás de la puerta mientras que corría directo hacía mí.
– Mi niña. – pase mi brazo por encima de sus hombros.
– ¿Te encuentras mejor? – pregunto mirando parte de mi cuerpo.
– ¿Qué sucedió? – pregunte tocándome la frente. El calor sobre mi cien hizo que mi cuerpo se estremeciera como en un ligero electrochoque.
– Hace una semana todo se puso muy mal, tenías fiebre y como siempre no sabía que rayos hacer. – suspiro avergonzada. – Estuviste alucinando, decías cosas raras; como…
Mi pulso comenzó a sentirse acelerado, pude haber dicho cualquier cosa, delirando y recordar a Kate o revelarle todo lo del rescate. Pude haber dicho todas las tonterías que hice como el idiota que soy. Se quedó en silencio, pero murmuro una oración que no alcance a escuchar. Tome mis dedos para tronarlos y quitar un poco mi desesperación mientras que arrugaba mi piel y apretaba la sobresaliente.
– ¿Perdón? – añadí instintivo. Mis oídos esperaron solo unos segundos para recibir la respuesta, tenía mis manos sobre mi cabello y quería justamente arrancarlos y hacerla que hablara de una buena vez.
– No, nada olvídalo. – trato de evadir el tema. – Ahora que ya te sientes bien, será mejor salir de este lugar.
_______ tomo la esquina de mi cazadora para retirarla de mi espalda.
– ¿Quieres un poco de agua? ¿Comida? – pregunto preocupada acercando un par de bolillos y botellas de agua frente a mí.
– No me trates como un idiota ______, por favor ¿Qué fue lo que dije? – alce la voz y por juzgar su mirada parece que lo hice demasiado.
– Alucinabas con un dinero, pero no interesa.
– ¿Qué dinero? – pregunte, la tome de ambos brazos y apreté demasiado fuerte. La solté rápidamente al ver lo poco hombre que me estaba portando con ella; su mirada escéptica escaneo mi rostro mientras que sostenía su mandíbula para mostrar una seña de total indiferencia.
– No lo sé. – respondió molesta. El ligero recuerdo del dinero sobre el escritorio de la habitación llego a mi mente, si no lo recuperaba tendría serios problemas con Grecori, y lo importante no es que me dañe a mí, sino ______ también estaría involucrada.
– Tengo que salir de aquí. – susurre. Ella me tomo del brazo y levanto mientras que imprimía una mirada de alivio. – Solo.
Sus ojos se llenaron de agua y pude notar como su labio comenzó a tomar un camino para hacer un puchero. Bastante infantil por cierto. Me aleje de ella y de nuevo tome la chamarra para apretar las heridas que aun ardían si las tocaba.
– No dejare que te vayas solo. – ordeno en un grito. La mire con lastima y asegure de tocar lentamente su barbilla con solo las yemas de mis dedos. Se veía tan incrédula y adorable que no podría ni siquiera pensar que sucedería con ella si me llegara a pasar algo grave.
– Tienes que quedarte ¿entiendes? No te arriesgare. – conteste, camine hacia la salida y justo antes salir ella me detuvo.
– ¿Por qué? – pregunto mientras lloraba.
– Porque te amo demasiado como para perderte de nuevo.
Marque un largo beso sobre su frente y la abrace con todas las fuerzas que tenía en ese momento.
– Te amo mucho, no lo olvides. – continué. – Si me llega a suceder algo…
– Ni siquiera lo menciones. – me interrumpió cortante.
– Tienes que abrir bien los ojos, puede que regrese, puede que no; así que no hay nada seguro. – dije temeroso. – Si no vuelvo cuando el sol se oculte, saldrás de la casa y tomaras camino hacia el lado opuesto de donde llegamos, de nada servirá que regreses al mismo lugar, escúchame. – guié su rostro distraído para besar sus labios. – Prométeme que lo harás.
– No me iré sin ti.
– Promételo, haré lo posible por regresar, pero necesito irme con la seguridad de que no terminaras en las manos de ese hombre otra vez.
– Te lo prometo. – contesto sollozando.
Camine cojeando hacia la salida y justo antes de poner un pie fuera de la casa, ella me detuvo. – Estoy contigo.Asentí sonriendo y salí. Mire desesperadamente hacia el camino, tratando de recordar ¿Por dónde mierda habíamos llegado? En tan solo un rato de mirar con desesperación la carretera, decidí tomar el derecho. Las pesadas lágrimas caían una tras otra y no quise regresar la mirada. Estaba seguro de que si lo hacía _______ estaría del otro lado esperando por mi regreso y mi yo cobarde correría hacia ella. Y no puedo permitirlo, si lo hago ella morirá. Todo de mí se sentía más pesado que nunca y aun sentía el plomo dentro de mi pecho.
A lo lejos, divise la casa donde había conocido al amor de mi vida. Pero su apariencia esta vez era distinta, las puertas ahora ya no estaban es su lugar y las cerraduras eran remplazadas por agujeros. Me acerque con una navaja en mano y observe cada ranura que eran lo bastante grandes como para guardar a cualquier tipo dentro de ellas.
– Hola perro. – un susurro resoplo en el eco de toda la casa.
– ¡Grecori! Sera mejor que salgas, tú y yo tenemos muchas cosas que arreglar. – le advertí moviéndome pegado hacia la pared.
– Vale, aquí me tienes. – dijo, salió de la misma habitación donde ______ había vivido lo que sobro del mes pasado. – Jamás creí que tú me harías esto, pude esperarlo de Nathan, Ryan o de ese tipo sin un ojo al que le pague para matar a tu novia.
– ¿Qué? – pregunte ante sus palabras. En ese preciso momento maldecí haber dejado sola a _______.
– Ah cierto no lo sabes, justo en este instante tu adorada y preciosa perrita está muerta en esa casucha, o creías que no estabas vigilado. No soy estúpido Justin, crees que esos policías eran reales; todo fue una farsa para terminar contigo. Ya no me servías, ya no eras mi perro fiel, te convertiste en un asqueroso perro faldero. – se acercó y aprovecho mi shock para despojarme de mi única defensa.
– No puedes hacerme eso, aquí estoy. – conteste clavando mis dedos en el centro de mi pecho. – Hazme lo que quieras a mí, pero a ella no la toques por favor.
Por primera vez en mi vida, me hinque y suplique por una vida que no era la mía. Bese los pies de Grecori y susurre cada vez más lento
– No por favor.
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Stockholm syndrome (Justin Bieber y Tu)
Fanfiction"Un beso a la persona equivocada, lo convirtió en el rehén de su propio secuestro"