IX

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-Señores, la reunión de hoy se pospone para la semana siguiente.

La dura voz de Washington se hace escuchar en un mar de voces.

James Madison alza una ceja.-¿Se puede saber la razón, señor?

-El secretario Hamilton insistió en que le gustaría estar presente durante la reunión. Además de que me parece justo que esten todos presentes.

Murmullos llenaron la sala.

La mayoría de los presentes se quejaban de que Hamilton era un mimado, porque nunca se habían tomado ese tipo de consideraciones con otros miembros.

Otros especulaban la razón de la ausencia del caribeño.

Porque sí, es raro que falte tanto al trabajo. Contando el último viernes y sin contar el fin de semana, llevaba cuatro días desaparecido.

Y Thomas ya se encontraba en lo que podría llamarse "abstinencia de Alexander".

Su nivel de concentración había disminuído drásticamente estos últimos días.

Todos los días llegaba horas antes del horario de entrada, esperando ver a Hamilton. Todos los días se llevaba una gran decepción.

Cada día anhelaba más sentir su presencia, deslizar sus manos por su cabello, su cuerpo, sentir sus labios contra...

-Uh, ¿Thomas?

La voz de su mejor amigo lo alejó de sus pensamientos.

-¿Sí?

-¿Estás bien? Tus mejillas...

-¡A-Ah!-Jefferson lleva sus manos a sus mejillas, las cuales está ardiendo.-¡Estoy bien, estoy bien!

Madison alza una ceja.-¿Seguro? Bueno, yo tengo que ir a trabajar ahora. Cualquier cosa, recuerda que puedes venir.

Thomas asiente.-Sí, yo también tengo trabajo que hacer. Gracias.

James asiente antes de darse la vuelta, Jefferson también se va para su lado.

No puede evitar pasar frente a la puerta de la oficina de Alexander, y se queda mirándola fijamente.

Jamás admitiría que se muere de ganas por ver ahora esa puerta abrirse y que el menor salga de esta. Que lo mire con el ceño fruncido y que le diga algo, cualquier cosa, antes de seguir con su vida.

Si, la abstinencia de Alexander también hace al mayor anhelar su voz. Algo que tampoco admitiría.

-¿Secretario Jefferson? ¿Se encuentra bien?

La voz del presidente aleja a Jefferson de sus pensamientos, los cuales incluían al caribeño.

-¿Eh? Oh, sí, señor.

Washington alza una ceja.-¿Entonces que haces mirando la puerta del secretario Hamilton? Él no se encuentra aquí.

Thomas se estremece ligeramente, sintiéndose de alguna manera amenazado, a pesar de ser ligeramente más alto que su jefe.

Porque claro, no le va a decir que extraña a su amado y protegido Hamilton, mucho menos considerando que él mismo los encontró en pleno acto sexual en su oficina.

Pero también sabe que no puede mentir. De alguna manera, George nunca se traga la más mínima mentira.

Y su mirada cuándo se da cuenta de que lo que estás diciendo no es verdad...

Thomas siente un escalofrío. No se encuentra entre sus deseos tener que sufrir la terrible mirada de Washington.

-¿Puedo saber la razón de su ausencia?

Dependencia ||  Jamilton.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora