Alexander había dejado pequeñas marquitas rojas en la muñeca de Thomas.
Ese día había ejercido tanta fuerza y crueldad que había provocado que pequeñas gotitas de sangre se escapasen de la piel del sureño.
Thomas observa su muñeca mientras se encuentra acostado en su sillón. Pasó gran parte de la noche llorando, y la otra parte durmiendo en una incómoda posición en el sofá.
Y gracias a eso, ahora le duele todo el cuerpo.
Sabe que tiene que levantarse, que tiene que ir al trabajo, pero realmente no siente que pueda.
Estar en el mismo lugar que Alexander, separados por unas cuántas paredes no es algo que le emocione, precisamente. Menos en este momento.
En eso, alguien toca su puerta.
Thomas suelta un quejido y, a duras penas, se pone de pie. Se había olvidado de ponerse su pijama, pero al menos la ropa que suele usar es cómoda.
Se mira por un momento en el espejo. Su apariencia es lamentable.
Ojos ligeramebte hinchados. Sus ojeras mucho más marcadas de lo normal. Marquitas de lagrimas secas trazando sus mejillas y una linea que va desde la comisura de sus labios hasta su barbilla.
Eh, no tiene nada de malo babear dormido.
Su cabello indomable luce peor que de costumbre, y su ropa está arrugada y más sucia de lo normal.
Está seguro de que si alguien que usualmente se vista bien lo viera en este momento, se horrorizaría.
Y la mezcla de horror y desagrado que cruzó por el rostro de James Madison sólo confirmó lo que estaba pensando.
-¿Se puede saber que te pasó?
Jefferson sulta otro quejido mientras Madison cierra la puerta detrás de él.
-James, no me siento bien...
-Y se nota. Por algo vine.-Suspiró.-Ahora vamos a tu habitación.
Thomas asintió, sabiéndo lo que esto significaba.
Por fin iba a tener la oportunidad de hablar con alguien sobre lo que le estaba pasando, y hablar con Madison siempre es buena idea.
Aunque, ¿Podría decirle todo?
¿Podría contarle sobre su rara relación con Hamilton? ¿Sobre lo que hicieron? ¿Sobre que siente un poco más que desagrado hacia él?
Alexander le había dejado muy en claro lo peligroso que puede ser contar ese tipo de cosas, y le había advertido que no le hablara de esto a nadie. Que eso podría significar el fin para ambos.
Pero Thomas tampoco creía que James fuera a matarlo por eso. Eran amigos, mejor amigos. Un amigo no haría eso. O al menos Thomas quería creer eso.
Mientras su mente se volvía un caos, ya habían llegado a su habitación.
Se sentaron en la cama, y James pasó su mano por la frazada.
-Tu cama se encuentra muy prolija, por lo que asumo que dormiste en el sillón.
Jefferson simplemente se limitó a asentir, mirando para abajo. Madison suspiró.
-¿Puedo saber que hizo que no quisieras salir de tu oficina por tres días, y que durmieras en el sillón?
El mayor tragó saliva, debatiéndose internamente que decir.
-¿Tommy?-James colocó su mano encima de la de Thomas y la apretó ligeramente, en señal de apoyo.-Sabés que podés confiar en mí, ¿No?
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Dependencia || Jamilton.
FanfictionLo último que Thomas Jefferson se habría esperado era desarollar otro tipo de sentimientos por su rival. Lo último que Alexander Hamilton se habría esperado era que aquel evento ocurriera.