-Thomas, esto está buenísimo.-Proclamó Alexander con una sonrisa antes de meterse un trozo de carne en la boca.
El mayor sonrió, ocultándo el rubor en su rostro al tomar un poco más de vino de su copa. Era la quinta vez que Alexander lo felicitaba por su comida, pero eso no significaba que sus palabras dejaran de alegrar a Thomas. Se sentía orgulloso, porque había hecho algo bien que a Alexander le había gustado.
-¡Gracias! Me alegro que te guste.-Thomas tuvo cuidado de no mencionar que era la quinta vez que repetía la misma respuesta, ya que no quería hacer enojar a Alexander...o dejar de recibir sus cumplidos. No todos los días recibía ese tipo de palabras de parte del caribeño, y realmente lo hacían sentir bien.
-Tenés talento. No entiendo por qué lo desperdicias en tu frívola pasta.
Thomas alzó una ceja.-¿Frívola pasta? Qué descaro...-Negó con la cabeza.-Si querés hablar de desperdicios, mirate a vos mismo. Todo tu potencial siendo malgastado en un partido político tan conservador, tan opresor, tan retrógrado, tan clasista, tan--
-¿No era que no querías que hablemos de política?
-Vos siempre hablás de política cuando digo que no quiero hablar de eso.
-Pero yo nunca propongo que no hablemos de política.
Thomas mordió su labio, encontrándose sin ninguna forma de responderle a Alexander, este habiéndole ganado todo el terreno en el pequeño debate que estaban teniendo.
-Besame, ¿sí?
Alexander sonrió, se puso de pie y caminó en dirección a Thomas. Elegantemente, colocó una pierna a cada lado de las de Thomas, sentándose en sus muslos.
Presionó sus labios contra los de Thomas, fundiéndolos en un ardiente beso. El mayor suspiró dentro del beso, y llevó sus manos a la espalda del menor, atrayéndolo aún más a él.
Simplemente no podía tener suficiente de Alexander.
El caribeño tomó ambas manos del mayor, las llevó hasta el pecho del sureño, y las inmovilizó, tomándolas con firmeza entre sus manos.
Thomas intentó liberar sus manos, pero la fuerza que ejercía el caribeño era la suficiente para impedirlo, pero no demasiada para hacerle daño.
Soltó un jadeo, encontrando que no le molestaba aquella nueva dinámica (por más que se muriera por tocar a Alexander) y se dejó llevar por el economista, dejándolo consumirlo por completo.
Alexander terminó el beso con un último y corto beso en los labios del mayor, y sonrió ferozmente.
-Gané.
Thomas rodó los ojos, y esta vez pudo liberar sus manos. Con delicadeza, tomó una de las manos de Hamilton y besó dulcemente sus nudillos. Sonrió al ver el rubor aparecer en las mejillas del caribeño.
Aún sosteniendo su mano, lo hizo bajar de su regazo para así poder ponerse de pie.
Entrelazó sus dedos.-Ven.
Y Thomas los guió hacia la sala de estar, donde empujó suavemente al caribeño, haciéndolo caer en el cómodo sofá.
Se subió encima suyo, colocó una mano en cada mejilla de Alex, y volvió a besarlo una vez más, lentamente, su calma chocando con la impaciencia del menor por acelerar todo. Pero, esta vez, Thomas guió el ritmo y la velocidad del beso, que terminó siendo dulce relajado.
Al terminar, depositó un sonoro beso en su mejilla y se bajó de encima del caribeño.
-Esperame acá.
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Dependencia || Jamilton.
FanfictionLo último que Thomas Jefferson se habría esperado era desarollar otro tipo de sentimientos por su rival. Lo último que Alexander Hamilton se habría esperado era que aquel evento ocurriera.