+18 | Violencia y agresión sexual.
Giro la llave, colocando el seguro al coche. Cruzo el pequeño jardín hasta llegar a la puerta principal de mi casa. Al meter la llave e intentar girar el pomo, para quitar el seguro, frunzo el ceño porque la puerta no tiene el pestillo puesto.
Recuerdo, claramente, haberlo puesto en la mañana.
Supongo que no fue así.
Ignoro el hecho y entro en la casa. Me deshago de mis tacones, para después meter mis pies, descalzos y cansados, en el par de pantuflas cafés que dejo siempre a un lado de la entrada.
En el camino hacia la cocina, voy quitándome la ropa de encima, el ajustado saco y la camisa blanca.
Lleno la tetera de agua y la coloco sobre la flama de la estufa.
Me dirijo a las escaleras para llegar a la segunda planta y voy directamente al baño. Giro la llave de la tina, para comenzar a llenarla. Mientras eso pasa, voy hacia mi habitación, me retiro la falda negra de tuvo y me quedo en completa ropa interior. Tomo el albornoz blanco del armario y me lo coloco.
Después de unos minutos regreso al baño y cierro la llave del agua. Meto la mano y el agua esta perfecta.
Bajo a la cocina para ver cuanto tiempo falta para que el agua de mi café comience a hervir.
Frunzo el ceño al ver que la flama esta apagada. La perilla esta totalmente girada y colocada en las siglas ''off''. Me acerco a la estufa y vuelvo a encenderla.
¿Qué mierda?
Me quedo un par de segundos mirando la perilla de la estufa, esperando a que gire o que se apague, pero nada pasa. Regreso al baño con un sentimiento extraño de confusión.
¿Cómo diablos se apago la estufa?
Me quito el albornoz y después la ropa interior para quedar desnuda. Tomo un frasco que contiene sal de baño con olor a vainilla y lo vierto sobre el agua. Me meto en la tina hasta cubrir todo mi cuerpo de agua y echo mi cabeza hacia atrás para dejarla recostada sobre la orilla de la bañera.
[...]
Unos minutos después, salgo del agua y envuelvo mi cuerpo en el albornoz. Justo en el momento que quito el tapón de la bañera, escucho el sonido de la tetera que me avisa que el agua esta hirviendo. Mientras envuelvo mi cabello en una toalla blanca, el silbido de la tetera disminuye hasta dejar de escucharse.
¿Qué?
Bajo las escaleras y entro a la cocina, solo para ver que la estufa esta apagada, otra vez. En este punto, un sentimiento de miedo me inunda el pecho. Giro la cabeza, mirando a los alrededores, pero no veo nada ni a nadie.
Me acerco a la estufa y me estiro para tomar una taza de la alacena en la pared. Me preparo el café y regreso a mi habitación, coloco el seguro a la puerta y me acerco a la cama. Pongo la taza de café sobre la mesita, retiro las cobijas y me meto en ellas, recargo mi espalda en el cabezal de la cama y tomo de nuevo mi café. Enciendo la televisión y comienzo a buscar cualquier cosa para ver.
[...]
Después de un par de horas de ver noticias y algunos documentales, decido apagar el televisor para dormir, pero en el momento que lo hago, escucho un ruido que viene de la primera planta.
Me quedo quieta sobre la cama y pongo agudizo el oído para intentar escuchar algo más.
Pero nada.
Supongo que solo fue el viento.
Me cubro hasta el cuello con las sabanas y segundos después de cerrar los ojos, vuelvo a escuchar un sonido, esta vez suena un vidrio rompiéndose. Debato entre levantarme a bajar a ver que se rompió o quedarme en la seguridad de mi habitación, porque cabe la posibilidad de que alguien haya entrado a robar a mi casa.
—Solo acuéstate a dormir, Lauren, no fue nada, seguramente es el ratoncillo que se come el pan de la alacena —me digo en susurro.
Me escucho a mí misma y regreso mi cabeza a la almohada, cierro los ojos y unos minutos después pierdo la noción de todo.
[...]
Comienzo a subir las escaleras lentamente, de puntillas, para no ocasionar algún otro ruido. Tuve suerte de que se quedara en su habitación y no bajara a ver el desastre que hice en su cocina.
Con la pequeña linterna de mano que tengo en mi mano derecha alumbro el reloj que tengo en mi muñeca izquierda, son las dos de la madrugada.
Me acerco a la única puerta cerrada, que por lógica es su habitación. Intento girar la perilla suavemente pero me doy cuenta de que tiene pestillo. Pego mi oreja a la puerta y no escucho nada, esta dormida.
Saco mi navaja multiusos e introduzco una pequeña navaja en la petaca, intentando hacer el menor ruido posible, empujo suavemente con el hombro la puerta y ésta se abre. Entro a la habitación —silenciosamente—en cuclillas y todo esta oscuro, las cortinas no están corridas así que ni la luz de la luna ilumina un poco.
Me levanto y camino con cuidado, tentando con la mano todo lo que esta frente a mi, hasta que llego a la cama. Cuando encuentro el bulto que ocasiona su cuerpo, tiento y acaricio desde sus piernas hasta llegar a su rostro, todo lenta y placenteramente.
Esta acostada hacia arriba pero su rostro esta corrido a la izquierda. Acaricio su mejilla derecha con mis nudillos y su piel es tan suave.
Resisto las ganas de lamer su perfecta piel, porque sé que al final de la noche ella habrá sido mía. Me agacho un poco, hasta estar cerca de su cabello, tomo un mechón entre mis manos y lo acerco a mi nariz, inhalando profundamente su olor.
Su delicioso olor.
Me atrevo a acercarme un poco más y comienzo a oler su cuello, aspirando todo su olor.
Su fragancia natural me embriaga y tortura. Llevo mi mano derecha a la dura erección que tengo en los pantalones, aliviándola con el pensamiento de que tendré lo que quiero si tengo paciencia.
Levanto un poco las sabanas que la cubren y acaricio sin fuerza por encima del blusón que tiene puesto, siento su pezón duro por el frió en la palma de mi mano y me obligo a tragarme un gemido. Me muevo hacia abajo, llevando mi nariz, oliendo el camino desde su cuello hasta su teta. Inhalo sobre el rígido botón y reviro mis ojos, haciendo doler mi polla dura.
Quiero más.
Llevo mi mano más abajo, hasta el limite de su blusón y comienzo a levantarlo, pero lo indeseado ocurre.
Mueve suavemente su rostro, sin abrir los ojos, entonces los abre y ya despierta, es cociente de mi respiración a centímetros de ella y justo cuando sé que va a emitir algún grito, llevo mi mano a su boca.
—Shh —siseo—, silencio.
Respira rápidamente por la nariz y juro que puedo escuchar el latido errático de su corazón.
—Bienvenida a la fiesta, que bueno que despiertas —digo en susurro.
Los títulos mas votados fueron este, ''Profundo'' y ''Sheriff'' así que los estaré publicando en el transcurso de esta semana. LAS AMO xx