𝐬𝐮𝐞𝐧̃𝐨𝐬 𝐈𝐈 (𝐈/𝐈𝐈) | 𝐚𝐮 |»𝐥« 𝐠𝐢𝐩

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Estaba pasando el día más rápido de lo que yo quisiera.

No le comenté nada a Normani de lo qué pasó anoche, seguramente me tomaría por loca.

En el receso del desayuno fui a la biblioteca a buscar algo que me ayudara, pero no encontré nada. Ni siquiera en Yahoo respuestas.

Mentiría si dijera que no tenía miedo.

—¡Lauren, Lauren! —me hablaba Normani.

Giré a verla.

—¿Qué pasa? —pregunto.

—¿Dónde estás? Te he estado hablando, parece que tu cuerpo está aquí pero tú no ¿En qué piensas?

Pienso unos segundos en decírselo o no.

—Anoche volví a soñar con ella.

—¿Otra ves? Ya no pienses en eso Lauren.— Se acomoda en su pupitre para darme la cara—. Mira, ayer le pregunté a mi mamá sobre eso, ya sabes que ella es medio psicóloga, y me dijo que lo más seguro es que sean deseos reprimidos que tu subconsciente proyecta.

Si, como no, que proyecta en mi ventana.

—Lo más seguro es que quieras follar y tener bebés, pero todo llegara en su momento —dice para finalizar.

Suspiro.

—Supongo —susurro.

—Si no quieres seguir teniendo esos sueños, deberías masturbarte antes de dormir.

Reí bajo.

[...]

—Adiós, Laur —grita Normani.

Agito mi mano, despidiéndome de ella a lo lejos.

Habíamos terminado un proyecto para la clase de historia, vino a mi casa después de clases y su madre acababa de recogerla de la puerta de mi casa.

Estaba agotada, mental y físicamente. No volvimos a tocar el tema de mis sueños.

Entre a casa y fui hacia la sala. Mis padres estaban en su habitación y mis hermanos en el suyo.

Encendí la televisión y me acosté en el sofá, estaba una película clásica en blanco y negro así que me puse a verla.

Después de media hora, mis párpados pesaban y sin darme cuenta cerré mis ojos hasta caer dormida.

12:00 a.m

Abro los ojos y me siento, sigo en el sofá y todo está oscuro. La televisión ya no está encendida. Sacó mi móvil para ver la hora y abro los ojos, en grande, al ver que es media noche.

Enciendo la lamparilla de mi móvil para iluminar el camino, me dirijo a las escaleras y cuando estoy a la mitad de éstas, el televisor de la sala se enciende.

Siento un poco de orina en mi bóxer.

Dios. Mi respiración se hace pesada al instante.

Normalmente iría corriendo hasta el cuarto de mis padres, pero ya tengo mis pantalones orinados, no pierdo nada.

Con el corazón en mi mano izquierda y el celular en la derecha, bajo lentamente los escalones. Llego al final y enciendo la luz de la sala, accionando el interruptor que está a un lado de las escaleras.

Me acerco, rodeando el sofá, tomó el control remoto y apago el televisor.

Bien, supongo que fue una falla, ahora al baño.

Apago la luz de la sala y esta vez subo corriendo los escalones.

Entro a mi habitación y me dirijo hacia mi baño. Me quito los jeans y bóxers que están mojados por mi orina.

—Maldita marica, ya estás grande y sigues mojando tus bolas —me dije.

Salí del baño con sólo una camiseta puesta.

Me acerqué a un cajón y saque unos bóxers de el, cuando estaba metiendo mi pie derecho en ellos, escuche dos toques en la puerta.

—¿Quién? —pregunté.

Subí y me coloqué los bóxers correctamente.

Nadie respondió tras la puerta. Me quedé observándola, tras cinco segundos, se volvieron a escuchar dos toques.

—¿Mamá?

Me acerqué a la puerta y coloque la mano sobre perilla.

No escuche respuesta.

Pegue mi oído a la puerta, para intentar escuchar algo del otro lado.

Así pasaron varios segundos hasta que me sorprendieron otros dos toques.

—¿Papá? ¿Chris? ¿Son ustedes?

Más silencio.

Hasta que...

—Lolo.

Era ella.

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