—Buenas noches, señora Cabello.
—Buenas noches, Lily.
Pedí el elevador y la puerta se abrió inmediatamente, presioné el botón del primer piso y éste comenzó su camino hacia la primera planta. Necesitaba salir de este edificio.
Al salir mi chofer me esperaba, como siempre al frente del edificio, de pie a un lado de la puerta del asiento trasero.
—Buenas noches, señora Cabello —dijo. Abrió la puerta.
—Bunas noches, Gus.
Me acomodé desabrochando el botón de mi saco. Gus entró ocupando su lugar en el asiento piloto.
—¿A dónde la llevo señora Cabello?
—Vamos a la casa de la señorita Jauregui.
Sabía que mañana me arrepentiría de esta noche. Siempre lo hago.
Lauren Jauregui, la mujer más hermosa que mis ojos hayan visto. Diosa afrodisíaca. Una mujer humilde, sencilla, maravillosa, amable y también... la esposa de mi mejor amigo.
[...]
Tyler y ella se conocieron en las Bahamas, ambos estaban en un viaje de negocios, se agradaron, se gustaron y después de algunos meses se casaron.
Yo estaba en Sudamérica llevando a cabo un proyecto, cuando recibí la invitación a la boda no pude faltar, paré el proyecto por unos días y regresé a Miami.
El día de la boda, durante la mañana, fui a una cafetería y pedí mi habitual café cubano junto a un sándwich de pollo al pesto.
La camarera que me atendió fue la misma que la atendió a ella. Confundió nuestras órdenes y me entregó un café cubano con tres rosquillas de caramelo.
Cuando noté que me habían entregado una orden errónea, rápidamente levante mi mano diciendo "señorita está no es la orden que pedí".
—Creo que me han dado tu sándwich —dijo una mujer detrás de mí.
No tuve que voltear a ver quién era, porque rápidamente se sentó frente a mí con mi orden en manos. La colocó en la mesa.
Mi mundo se paró por unos segundos. Frente a mí tenía a la mujer más bella que yo jamas haya visto, ojos verdes, piel blanca, labios rosas y cabello negro como la noche.
—Sí —dije una vez que salí de mi espontáneo trance—, creo que me han dado tus rosquillas.
—Las mejores —respondió—. Lauren Jauregui.—Extendió su mano y rápidamente la tomé.
—Camila Cabello.
—¿Te gusta el café cubano? —preguntó.
—S-sí, sí.—Afirmé, recuperando la postura—. Es mi favorito, yo y la mayor parte de mi familia somos de Cuba así que la mayoría de su comida me encanta.
—¿En serio? —preguntó, sorprendida.
—Muy en serio —dije.
—Mi familia también es de procedencia cubana.
—Increíble —dije, realmente sorprendida.