Camila iba camino a casa, estaba atrapada en el trafico habitual de Nueva York. El trabajo había sido extenuante ese día en especial, su jefe fue una piedra en el culo todo el día, exigiéndole más de lo que ella podía soportar. Sólo quería llegar a su casa para cenar, tomar un baño y poder follarse a su esposa antes de dormir.
Sonaba a un plan perfecto, incluso podría parecer que, si eliminamos el trabajo de su vida, Camila tenía la vida perfecta. Pero estaba muy lejos de ser su realidad.
En casa la esperaba la mujer que había aceptado ser su esposa hace ocho años; Lauren Jauregui. Lauren amaba a Camila con cada latido de su corazón, le había dado el hogar y la familia que siempre deseo, tenían un hermoso hijo de tres años llamado Iván, nadie la amó tanto en toda su vida como lo hizo Camila, pero eso había cambiado desde hace cuatro meses.
Lauren sufría todos los días desde hace cuatro meses.
Camila y Lauren habían tenido una pelea muy acalorada, Lauren había encontrado un lápiz labial que no era de ella en la guantera del coche de Camila. Habían salido a cenar y quiso guardar su cartera durante el camino, fue cuando lo vio. Enfrento a Camila, pero ella aseguraba que era de Lauren. Las cosas explotaron cuando Lauren le gritó que no iba a permitir que le viera la cara con cualquier "puta". Camila no se tomó bien el hecho de que Lauren le insinuara que era infiel y sin pensarlo antes abofeteo a Lauren.
Fue la primera y última vez que Camila le levantó la mano a Lauren.
Lauren la perdonó, incluso lo olvidó porque quería estar bien con Camila, pero las cosas no fueron igual que antes.
Camila ya no volvió a ser la misma.
Llegaba tarde del trabajo, mucho más tarde. Los fines de semana, cuando Camila no trabajaba, pasaba más tiempo con su hijo y cuando estaban a solas intercambiaban pocas palabras.
Su vida se estaba convirtiendo en una rutina, Camila llegaba del trabajo, cenaba, se bañaba y se la follaba. Lauren ya no podía llamarlo hacer el amor o incluso tener sexo, porque Camila se la follaba, sólo eso. Ya no la besaba, no la tocaba, ya ni siquiera le importaba su placer, sólo buscaba su liberación. Cuando Lauren se dio cuenta de ello ya no quiso seguir siendo su objeto sexual. Ella quería volver a ser su esposa.
Una noche en la que Lauren se negó Camila le dejo claro que esa sería la última vez que tendría la oportunidad de negarse. La amenazó y Lauren recordaba sus palabras todas las noches a partir de entonces.
"Tengo a mi mujer en casa y debe de cumplir sus obligaciones como esposa. Si no lo hace entonces buscaré a alguien que lo haga".
Lauren no quería que Camila buscará a alguien más, no soportaría saber que su esposa tenía que buscar quien cumpliera el papel que le concernía como amante.
El día de mañana ambas cumplirían nueve años de casadas y Lauren planeaba hacerle una gran cena a Camila, quería recuperar a su esposa y no había mejor día que el de su aniversario. Así que intentaría probar las aguas cuando Camila llegar.
[...]
Escuché a Camila aparcar el coche en el garaje e hice el último retoque en mis labios. Me puse una bata de seda roja sobre ropa interior de encaje negro, es algo simple, estoy guardando mis mejores piezas para el día de mañana. Bajo antes de que entré, su cena está lista, sólo tengo que servirla. Voy rápido a la cocina para emplatar su cena y recibirla.
Entra por la puerta con su traje a la medida y no puedo evitar sentir mi corazón latir más rápido. Arroja su maletín en la esquina, se quita su saco y lo avienta al sofá.
Mal día.
Afloja el cuello de su camisa impecablemente blanca y pone sus ojos en mí por primera vez desde que entra. La manera en que me mira me hacer recordar los tiempos en que estábamos bien.