2:34 a.m
—¡Corre, maldición! —gritó Dinah.
—¡Deténganse! ¡Dije que se detengan! —gritó la oficial Kordei.
No se detuvieron y segundos después se escuchó un disparo.
Camila giró, asustada, y vio a su amiga tirada en el suelo.
—¡NO! —gritó la morena.
Rápidamente regresó y se agachó, con el corazón en la mano, a revisar a su amiga.
—¡Di, Di, Di! ¿Me escuchas?
—¡Esa hija de puta me disparó en la pierna! —gritó con dolor la Polinesia.
—¡No te muevas! —gritó la sheriff Jauregui, apuntando con su arma a Camila.
—¡ELLA NECESITA IR A UN HOSPITAL! —le contestó con un tono de voz más alto la morena.
El tono y la manera en que habló intimidó un poco a la sheriff, pero sólo un poco.
Jauregui miró a su compañera y después a la chica tendida en el suelo.
—Kordei, llévate a la chica a un hospital, yo me haré cargo de ella —dijo mirando a la morena que la miraba con furia.
Su compañera no dudó y se acercó a la chica herida, se agachó y con mucho cuidado la levanto, llevándola a la patrulla y metiéndola en el asiento trasero.
—Tengo que ir con ella —dijo Camila.
—No, tú te irás conmigo a la comisaría —dictó la sheriff Jauregui.
—Pero mi amiga...
—¡No! Y es mi última palabra.
Lauren giró a ver a su compañera y asintió con la cabeza, ante esto, Normani encendió la patrulla y se fue.
—Tú —Lauren le apuntó a Camila—, ven conmigo.
Lauren camino hasta un coche policial que estaba aparcado del otro lado de la acera, Camila la seguía de cerca.
Cuando Jauregui iba abrir la puerta del coche, Camila la empujo, haciendo que su cuerpo chocara contra la ventana.
—No te muevas, hija de puta.
Camila tenía el brazo izquierdo de la sheriff, doblado, en su espalda.
—¿Dónde tienes el arma?
—Vete a la mierda —escupió la sheriff.
Camila jalo más el brazo de Lauren, haciendo que esta gritara del dolor.
—Si quieres tu brazo pegado a tu maldito cuerpo, dime dónde tienes la maldita arma.
—De-debajo de la chaqueta, la chaqueta —se apresuró a decir con dolor en su voz.
Camila abrió la chaqueta de la sheriff, deteniéndose a apretar su seno, riéndose maliciosamente en su oído. Tomó el arma y soltó a Jauregui.
—Date la vuelta —mandó Camila.
Lauren se dio la vuelta, sobando su brazo. Se sorprendió al ver que la morena le apuntaba con el arma.
—Si me disparas, no volverás a ver a tu amiga, ni a nadie, nunca, te quedarás en una car...
—Cierra la boca. No voy a dispararte, no entra en mis planes.
Camila sonrió de manera maliciosa.
A Lauren le pareció mejor que le disparata a lo que sea que Camila tenía en su cabeza en ese momento.
—Ponte de rodillas —ordenó la latina.