tengo tres piernas II | »L« GIP

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La chupa de puta madre.

Lucho contra mí, para no desviar la mirada a otro lado que no sean sus dulces labios alrededor de mi polla.

Todos los hijos de puta de este colegio matarían por estar en el lugar en el que estoy ahora.

Sube y baja, chupando con avidez, tragando y engullendo. La cabeza de mi polla choca repetidas veces con su garganta y ella no se detiene, traga más profundo. Hasta tenerla toda dentro de su boca.

Le encanta chupármela. No hay duda.

Tomo su cabello en una coleta.

—¿Te gusta chupar mi polla? —le preguntó. Ya no hay más timidez en mí.

En respuesta, se la mete toda y su nariz choca contra mi pelvis.

Gimo ante la cálida sensación de cobijo.

Chupa todo el camino hacia fuera, sacando mi polla de su boca por primera vez desde que inició y extraño inmediatamente su calor.

Limpia el hilo de baba que va de mi polla hasta sus labios y regresa a lamer una vez más el glande.

—No sé que tengo que hacer para que te corras en mi boca —dice.

Me la ha chupado durante diez minutos y no he sentido el orgasmo cerca.

Bueno, en realidad si, pero he reprimido la sensación por querer seguir teniendo su boca a mi alrededor.

—Supongo que... deberás chupar un poco más —digo.

—Oh, claro, señorita obviedad.

Se quita una liga negra que tiene en la muñeca y comienza atar su cabello en una coleta.

Eso señores, significa peligro.

Me mira y su mirada me dice una sola cosa.

Me toma del culo y me acerca, más bien, acerca mi polla a su boca una vez más.

Comienza a chupar con fuerza, subiendo y bajando rápidamente, succionando como si no hubiera un mañana, como si fuese a ser la última vez que de una mamada en su vida.

—¡Oh Dios! ¡Camila! —gimo, grito, digo, ya ni siquiera se—. No voy a durar más —aviso.

Raspa ligeramente el camino con sus dientes y me vengo.

A chorros.

Ella gime mientras chupa y traga todo.

Dejo salir la última carga y ella se encarga de limpiar mi polla, no deja rastro de mi orgasmo.

Se levanta con una sonrisa triunfante.

—¿Qué te pareció? —pregunta.

Joder, tiene el descaro de preguntar.

Apenas puedo hablar, incluso creo que estoy en un transe. No recuerdo mi nombre.

—La... mejor... mamada... nunca —divago.

—Eso creí —dice.

Se inclina y se mueve, pero no sé muy bien que está haciendo. Veo que arroja algo a un lado y se acuesta en la banca.

—Ahora, vas a pagar por mi silencio, Jauregui.

Abre sus piernas, mostrándome su bien depilado coño.

Dios, siento mi baba caer.

Me inclino, llevando mi boca entre sus piernas, pero antes de probar su esencia, me detiene poniendo su mano en mi frente.

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