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La hermana Camila se encontraba caminando de prisa por los pasillos del colegio. Iba tarde a su primera clase de rezo impartida.
No podía creer que fuese tarde, la hermana Carmen le había otorgado el honor y responsabilidad de recibir a las novicias para darles una introducción y enseñarles las reglas básicas de un buen rezo.

Entró al aula y en voz alta y firme dijo "buenos días". Las novicias respondieron el saludo al unísono y algunas que se encontraban de pie se sentaron de manera inmediata.

—Disculpen el retraso, no volverá a suceder —dijo. Acomodó varios libros en el escritorio y tomó la tiza para escribir su nombre en la pizarra.

Camila Cabello.

—Bien, tengo el honor de recibirlas y darles la bienvenida el día de hoy.—Se paró frente a la clase y esbozó una enorme sonrisa—. Mi nombre, como lo pueden leer, es Camila. Pueden llamarme hermana Camila o hermana Cabello.

Camila observaba con atención los rostros de las novicias, muchas lucían bastante jóvenes y algunas otras muy mayores. Mientras detallaba los rostros nuevos pudo observar en el fondo del aula unos ojos verdes escudriñándola con la mirada, una mirada que la inquieto.

—Una por una se pondrán de pie, dirán su nombre, edad, de que ciudad vienen y por qué eligieron estar aquí hoy.

Fue así como casi cuarenta alumnas iban poniéndose de pie y presentándose, explicando el por qué estaban ahí y para qué. La última en presentarse fue la chica de ojos verdes que sorprendió a la hermana Camila, pues ésta, a diferencia del resto de novicias, tenía un pantalón y botas militares y no una falda o vestido con zapatillas.

—Mi nombre es Lauren... Jauregui. Tengo diecisiete años, vengo de Miami y estoy aquí porque mis padres me obligaron, creen que de esa manera dejaré de follar con chicas.

"Mierda" pensó la hermana Camila, pero enseguida se corrigió mentalmente. Todas las novicias estaban ampliamente sorprendidas con la respuesta de su compañera. Durante todo su vulgar discurso Lauren no dejo de mirar a la hermana Camila de una manera indecorosa y ésta lo notó.

—Bien —dijo la hermana Camila—. Ahora que todas se conocen comenzaremos con su primera clase, como ya deben sa...

Tres toques en la puerta interrumpieron las palabras de la hermana Camila. Se acercó para abrir la puerta y se encontró con la hermana Carmen.

—Buenos días hermana Camila —saludó la hermana mayor.

—Buenos días hermana Carmen ¡Que grata sorpresa! Adelante.

La hermana Carmen entró al aula y saludo a las novicias, se presentó y enseguida giro a ver a la hermana Camila.

—Hermana, me temo que la hermana Hansen no podrá darles el recorrido a las novicias ¿Te molestaría hacerlo tú?

—¡Oh no! Claro que no hermana, será un completo placer, yo me haré cargo de ellas por el resto del día.

—Muchas gracias, hermana. Dios te bendiga. Ahora, me tengo que retirar —Giró a ver al grupo de chicas que escuchaban todo atentas—. Diviértanse mis niñas y bienvenidas.

La hermana Camila encaminó a la hermana Carmen a la salida y una vez en la puerta salió con la hermana y cerró ésta. Ambas se encontraban en el pasillo.

—Hermana Carmen, tenemos un pequeño problema.

La hermana Carmen se alertó y su mirada se tornó en preocupación.

—¿Problema? ¿Qué problema?

—Hay una chica en la clase... se llama Lauren. Ha venido en jeans y botas de combate, hermana. Además ha dicho barbaridades frente a la clase mientras se presentaba. Ella ha dicho que sus padres la han enviado aquí porque ella... —Camila dijo en susurro— folla con otras chicas. Hermana ella es...

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