15: El Candidato V1

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JANNET'S POV

Tres minutos. Habían pasado sólo tres minutos desde que se llevaron a Lloyd por esa puerta -de nuevo- y yo ya me sentía desesperada. Desde que salió me dispuse a contar los segundos, fueron ciento ochenta, ciento ochenta en los que volvía a estar sola, prisionera de esta jaula.

De la primera vez que los llamaron, Oliver no había vuelto de tal reunión, y por lo que me contó Lloyd, tal vez hubiera más de mil razones para no hacerlo.

En mi esperanza sólo vivía volver a ver a Lloyd entrar por esa puerta, para que estuviera conmigo, -aunque encarcelado, y separados por un muro- pero al menos así sentiría que incluso en mi miseria, nunca estaría sola.

Hundí mi rostro en mis brazos, apoyados sobre las rodillas flexionadas. Eso no iba a pasar.

Mi mente  quiso divagar en las escenas más tempranas del mismo día. Recordé a Oliver, molesto -tal vez estresado-,  centrado en convencerme de que iba a irse y no regresaría nunca. Entonces, vio esa máquina, la máquina infinalizada que dejaría entrar a millones de demonios a nuestro mundo. Apenas le echó el ojo, parecía ser otra persona de la que momentos antes estuvo gritándome.

Recordé el símbolo extraño pintado sobre el metal. Eran bolitas y palitos; no parecían puestos al azar ya que la ilustración era simétrica, pero aún no alcanzaba a averiguar qué significaba tal imagen. Si también se encontraba en el Reino de las Nubes, ¿podría tratarse de algo más grande de lo que imaginaba? Si alguien sabía al respecto era Oliver, pero no estaba aquí para preguntarle.

Se abrió la puerta con pesadez, alguien del otro lado sólo la empujó una vez sin darse prisas por entrar. Me puse de pie al instante, en un solo movimiento ya estaba aferrada fuertemente de los barrotes frente a mi rostro.

No era Lloyd quien regresaba, eran dos guardias con su armadura completa, y cubiertos de armas de demonio hasta los talones.

Jannet Montero —hizo una pausa uno de ellos, como si se le trabara la lengua al pobre hombre —, vienes con nosotros.

LLOYD'S POV

El olor de la sangre a punto de pudrirse comenzaba a llegar a mis fosas nasales. Alguien no hace mucho, murió dentro de esta habitación. No encontraba el cuerpo por ninguna parte, sólo la mancha de sangre a un costado de la mesa.

Frente a mí, el Rey del Mundo Oscuro -y el padre de Oliver- me observaba con sus iris verdes desde arriba; en su mano izquierda empuñaba la Espada de Lantano, cuya hoja letal golpeaba a ritmo lento contra la palma contraria una y otra vez.

Yo no había dicho una palabra desde que me metieron aquí, y tampoco había visto ni un rastro de Oliver.

Los golpeteos del acero contra la piel cesaron, las comisuras de los labios del Rey se elevaron en una sonrisa.

Así que, Candidato V1, Lloyd Garmadon, tú eres a quien llaman “Ninja Verde” —siseó, casi en un murmullo, casi en un pensamiento, casi para sí mismo.

Su sola presencia te hacía poner los pelos de gallina. Éste hombre, chorreaba poder, mucho poder. Me resultaba inquietante estar aquí, con él, solo, y la idea de que quisiera entrar a mi mente me frustró. Debía ser cuidadoso.

—Y usted al que le dicen “Asesino” —gruñí desde mi silla.

Los ojos del hombre se ancharon.

—Me gustaría contar los quintillones de criaturas que murieron en los reinos caídos; tal vez, después de todo, sí me hayas superado.

Ninjago III: The Mindnight EndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora