21: De Gile City

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Estaba frío, pálido y aterrorizado, pero aún así, esbozó una sonrisa, la más llena de amor y esperanza que pudo realizar. Uno de sus húmedos ojos dejó escurrir una lágrima.

“Sé bueno, Xandi. Mamá y yo te amamos. . .”

XANDER'S POV

Era una mala pesadilla, una pesadilla de las feas. De un segundo a otro habían llegado, no sabía dónde estaban Derek y Leyla, y la ciudad entera había entrado en crisis.

Era un campo minado. El cielo azul fue reemplazado por uno gris, rodeado humo; había sirenas, gritos horrorizados, un sin fin de carruajes volteados y cenizas del fuego colándose en mi respiración.

Mis piernas no dejaban de moverse, el sudor resbalaba por mi nariz de forma pegajosa, y el pánico ya me había comido por completo.

No quería morir, no quería morir de nuevo.

Una explosión arrasó con el otro lado de la calle, frené al instante, viendo cómo entre las llamas salía un monstruo de cuatro metros de alto. Sólo tenía un ojo, pero podía ver su sed de sangre reflejada en sus iris rojos.

La ansiedad me obligó a esconderme en un callejón cercano.

Choqué mi espalda contra la pared, saqué el mazo de detrás de mi hombro y lo sujeté lo más fuerte que pude.

Escuchaba el golpeteo de mi corazón, estaba ahí, algo opacado por las bocanadas de aire que mi cuerpo en ebullición exigía con desespero. Sentía que me sofocaba; estaba solo, y todo a mi alrededor se estaba desmoronando.

No podía hacerlo, no podía hacerlo.

Por favor, por favor, por favor, trágame tierra y escúpeme en otro universo.

Entre la destrucción y la muerte, una respiración ajena hizo acto de presencia en el callejón. Era lenta, pesada, y. . .algo no estaba bien, porque no era humana.

Mi cabeza giró, un tic nervioso se apoderó de mi ojo cuando la silueta de un monstruo del doble de mi tamaño se alzó sobre las bolsas de basura.

Todos mis huesos dieron un brinco brusco, y salí proyectado tal misil fuera de mi inútil escondite.

Atravesé la calle, mis ojos apenas vieron una puerta verde antes de estamparme de lleno contra ella. Las bisagras se rompieron al acto y yo junto con el objeto caímos con un ruido sordo al suelo.

En medio segundo ya estaba de pie, corriendo a través de ese salón, lleno de sillas y mesas volcadas. Mis piernas se movieron sin pensarlo, salté detrás de una barra, me acunclillé y me quedé ahí escondido, aún sujetando el mazo y sintiendo los ojos fuera de sus orbitas.

Me quedé helado. Todo mi cuerpo temblaba, pero había un nudo en mi garganta que me impedía gritar en desesperación.

El sonido de madera rompiéndose llegó a mis oídos. La respiración ronca sobrehumana había entrado al lugar.

El mundo destructivo de afuera se había vuelto completamente ajeno, pero de todas las personas a las que podía descuartizar con sus garras, había decidido seguirme a mí.

Me quedé muy quieto, ni siquiera respiré.

El momento se hacia largo y pesado mientras las pisadas del monstruo avanzaban por el recinto. Escuché que pateó algo, tal vez una silla.

Y entonces, una mesa salió volando contra la pared opuesta, se hizo añicos, y seguida de ésta, pude distinguir el lloriqueo de un niño.

Mi corazón se congelo.

Ninjago III: The Mindnight EndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora