20: La Caída

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JANNET'S POV

Tuve que jalar las riendas con toda la fuerza que poseía. Los cuatro caballos relincharon y giraron de golpe, seguramente molestos por la mala experiencia que tenía conduciendo.

Hice duras las piernas para evitar salir disparada, el carruaje avanzaba a una velocidad descomunal, y con la multitud de gente llenando de gritos el aire, le recé a todos los santos que por favor no atropellara a nadie.

Entonces, sucedió.

La cúpula del salón resplandeció de blanco antes del estallido que culminaría con su existencia. El impulso me hizo detener el carruaje, miles de cristales salieron disparados hacia el cielo, por un segundo la multitud se acalló; y entonces, los restos afilados de la cúpula regresaron a la tierra.

Ni siquiera tuve tiempo de cubrirme, pero Zane había salido justo a tiempo, creando un techo de hielo en forma de arco sobre nosotros. Algunos cristales se incrustaron en éste, mientras otros rebotaron contra su superficie.

El despapaye creado por el tumulto volvió a surgir, pero ésta vez, se fue apagando poco a poco por la cierta cantidad de personas que ya se alejaba del lugar.

—Waah. ¡Gracias Zane! —le dije, recién aliviada.

Zane se giró hacia atrás.

—¡¿Todo bien allá?! —les preguntó.

William se asomó por la ventana, él y Esmeralda iban dentro.

—¡Súper duper acá! —exclamó con el pulgar arriba.

Zane suspiró, parecía haberse quitado un peso de encima. Ésos cristales en verdad fueron peligrosos, pero pasado el momento terminaban fuera de nuestras prioridades.

Ahí dentro se desataba una batalla.

Antes de poder reaccionar, Zane había saltado fuera de la carroza, y salió corriendo hacia la entrada del salón. Chocó con al menos cuatro personas.

¡Zane! —lo llamé, y sabía que la situación lo apremiaba, pero nunca lo había visto tan desesperado.

Me preguntaba si tenía que ver con lo que Pixal me contó de su mal funcionamiento.

JAY'S POV

¡Qué Zane sea bendecido por mil dioses! ¡El nindroide había llegado justo a tiempo a salvarnos el trasero!

En un momento, estábamos a punto de morir atrapados entre las llamas y Oliver, y al otro, Zane había creado una barrera de hielo que nos separó del peligro.

No me lo pensé antes de correr a abrazarlo, pero aquello duró menos de dos segundo, siendo que teníamos al líder gritón y rubio que quería escapar de ahí con todos cuanto antes. Aunque no lo culpo.

—¡Rápido! —indicó Lloyd. Fuera del salón ya estaba la carroza de caballo-esqueletos, ésas cosas eran aterradoras y de ojos amarillos brillantes.

La puerta se abrió al instante.

—¡Entren! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! —salió William a apresurarnos.

Ni en mis más remotos sueños habría creído que todos cabríamos en una carroza. Porque no sólo éramos el equipo, sino que también venían Ceannaire y su guardia, los acompañantes de Nobu, y qué suerte que Luckforty había venido solo.

Me encontraba en el borde de la carroza, apenas tocando el asiento con la cara aplastada contra el vídeo de una ventana.

¡J-Jay! ¡Hazte a un…lado! —gruñó Cole, tratando de apartarse de mí sin poder conseguirlo.

Ninjago III: The Mindnight EndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora