¿Qué le pasa a...? Tercera parte.

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Sinbad seguía a los gemelos entre las calles de Magnolia, no sabía que hacían ahí, pero disfrutaba el momento a pesar de ser seguidos por Levi, el cual podría frenar todo lo que los gemelos tuvieran en mente, o eso cree.

Miraba a las personas pasar, sin preocupaciones, simplemente disfrutando de su vida... Extrañaba los momentos así, estar con los suyos, disfrutando de una buena charla y riendo... Lo extrañaba.

Entonces se estampó contra un objeto más grande que él, específicamente con Fobo.

—Muero de hambre— dijo girandose hasta quedar frente a frente con el pelinegro y el pelivioleta.

Mordo gruñó, molesto.

—Yo también, pero no hay tiempo para pequeñeces, tenemos que llegar a nuestro destino antes de que Levi logre vencer a Viktor o habremos perdido tiempo valioso.

Sinbad pensó lo mismo, pero entonces su estómago rugió y recordó que era más tragón que miedoso.

—Concuerdo contigo Mordo, pero no servirá de nada seguir avanzando con el estómago vacío, sabes que un Slayer hambriento es un como un arquero sin arco; no sirve de nada y es fácil de vencer.

Mordo lo vió con el ceño fruncido, reprochandole que se pusiera del lado de su hermano, entonces su estómago también gruñó.

El pelivioleta y el otro gemelo lo vieron con una pequeña sonrisa cómplice.

—Esta bien, pero será rápido.— cedió por fin el Slayer.

Apenas habían dado unos cuantos pasos y alguien se interpuso en su camino.

Una mujer peliroja que los veía con furia, sentían su aura, pesada, amenazante, turbia.

Un escalofrío recorrió de pies a cabeza a Sinbad, miró a la mujer a los ojos y buscó entre sus recuerdos hasta que encontró el motivo de su enojo; el cazador había destruido su orgullo.

Sentía ese recuerdo en su memoria como las olas en un mal día; turbias.
Su cabeza padecía lo mismo que la orilla del mar, era azotada una y otra vez por las olas, sin parar, sin opción; pues el agua no se detiene, ni cambia su rumbo, eres tú el que tiene que dejarse llevar, sumergirse y aceptar para poder superarlas.

Cómo Slayer tipo cazador se había enfocado en el agua y ahora entendía cuando su maestro le decía “la mente humana es como el mar hijo, tan amplia, maravillosa, única  y poderosa como una lucha entre dos cazadores, raro es aquel Slayer que puede llegar a dominar la proyección de recuerdos, pues para eso tu alma tiene que estar en calma, para así poder soportar las sacudidas salvajes de los recuerdos del que transmite.”

Había intentado la proyección de recuerdos desde hace años y no entendía como pudo entrar en la cabeza de la peliroja y nadar entre sus recuerdos; se sentía renovador, aunque no era momento para esas cosas.

Dirigió su mirada a los gemelos y estos le regresaron la mirada.

Un problema tras otro.

¿Qué le pasaba al mundo?

Rogue miraba a la rubia frente a ellos sin entender lo que pasaba

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Rogue miraba a la rubia frente a ellos sin entender lo que pasaba.

—¡Para ya Lucy!— le gritó Gray a la maga que lo miró con recelo.

Y de un momento a otro, la rubia se lanzó contra él, llena de una furia inexplicable.

El mago bloqueaba sus ataques, no quería lastimarla, pero parecía que ella no pararía hasta que el respondiera.

—¡Para Lucy!¡No está en condiciones!— gritó Sting alterado, intentando acercarse al par, pero una ráfaga de aire tiró de él hasta que se estampó contra un árbol.

Gray retrocedió unos metros de un solo brinco, no sabía lo que pasaba con la rubia pero tenía que hacer algo antes de que el lazo que él y Sting tenían con el cazador lo alertara, y al estar el rubio en cinta todo se volvía peligroso.

Respiró profundamente intentando calmarse, tendría que hacerlo.

Todo empezó a moverse en cámara lenta, la rubia acercándose con espada en mano, Sting forcejeando contra las ráfagas de viento, Rogue helado en su sitio y los tigres llamándolo para que ayudara. No había opción.

Tomó impulso con la pierna derecha mientras su brazo izquierdo se cubría de escamas de un negro profundo, sus uñas se alargaban, su ojo derecho adoptaba un color violeta y sus sentidos se agudizaba.

Y entonces se lanzó en un golpe directo hacia la rubia, atravesando su torso con el brazo izquierdo como si fuera gelatina.

La ráfagas pararon abruptamente y la rubia gemía y gruñía del dolor, se miraron a los ojos y pudo ver cómo sus ojos cambiaban de un carmín profundo a marrón, su cuerpo empezó a ceder y pronto se desmayó por la perdida de sangre.

Sacó su brazo de un tirón y dejó a la rubia caer al piso de lleno. Su sangre ardía, tenía la adrenalina al tope, el incremento repentino de poder estaba jugandole una broma, alterando sus emociones.

Su brazo izquierdo volvió a la normalidad al igual que su ojo, pero sus sentidos seguían al tope, agradeció eso.

Pues de reojo pudo ver cómo Rogue se lanzaba hacia el con el Dragon Force activado. Chocaron puños y se gruñeron el uno al otro, sus auras incrementaron y de pronto ya estaban luchando.

Rogue atacaba con una furia inexplicable, a lo cual entendió Gray, pues había lastimado a Lucy, lo que no entendía era porque el Slayer de las sombras no razonaba que fue en defensa.

Entonces, tropezó y el Slayer le dió de lleno en el rostro, le rompió el labio y su nariz sangraba, le regresó una mirada llena de furia.

Entonces, el Slayer se lanzó en un ataque directo a su corazón y el quedó de piedra.

“¿Acaso piensa matarme?”

Entonces, vió al pelinegro caer repentinamente al piso en un golpe sordo.

Levantó la vista y lo vió, sintiendo las lágrimas a punto de caer.

—Deimos...

El hombre levantó la mirada y lo vió, sangrado.

Sintió la furia crecer en su interior, lo había lastimado, no iba a perdonarle eso.

El mago de hielo se lanzó hacía él en un abrazo que el cazador correspondió.

—Estas aquí...

—Y no pienso irme de nuevo... Ya no me importa lo que pase, tengo que cuidar de ustedes y de mis hijos.— respondió el cazador acariciando su vientre.

El mago abrió los ojos como platos.

—¿Qué?— respondió atónito.

El cazador lo vió confundido.

—¿No te habías dado cuenta?— le dijo Sting acercandose a ellos.

—Estoy... ¿Embarazado?— dijo, y extrañamente sintió miedo... Pero también estaba feliz.

Besó al cazador repentinamente, sorprendiendolo, pero sonrió y correspondió el beso, perdiéndose en los labios del mago de hielo.

Sting los mató con la mirada, pero no dijo nada...

Dirigió su mirada a la rubia que se regeneraba, borrando la gran herida que le hizo el mago de hielo y a su hermano... Que seguía inconsciente por el golpe que le dió el cazador.

Un solo golpe... Eso le bastó para desplomarte

Pero una pregunta rondaba su cabeza...

¿Qué le pasa a Lucy?

Tu Reina. La Reina Slayer [Los Errores Del Cazador: I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora