Un pelinegro caminaba por la mansión slayer con un carrito lleno de comida en dirección al segundo piso; que era el sitio dónde se encontraba Yusuke.
Traía consigo una gran variedad de comida y bebidas, al igual que algunos dulces; de manera infraganti, cabe decir.
La vieja pelirosa estaba siendo muy estricta con la recuperación de Yusuke, lo cuál molestaba a Yusuke, pero no lo demostraba.
En el pasillo se encontró con un Chase cansado y realmente lastimado y un Shin que caminaba con pesar.
—Estoy harto de todo esto— confesó Shin cuándo Chase desapareció de su vista. El hombre mantenía una postura algo rígida a producto del dolor; su cuerpo estaba lleno de cortadas, moretones y tenía el labio roto.
—¿Del entrenamiento?¿O de las heridas?— preguntó el pelinegro parando su caminar, a escasas puertas de la habitación de Yusuke.
El peliazul lanzó un suspiro lleno de pesar a la vez que cerraba los ojos. Realmente dolían demasiado esas heridas y el sudor empeoraba todo... Pero no estaba harto de eso, mucho menos del entrenamiento.
—De perder a las personas que quiero. De eso estoy harto, Levi— aclaró acercándose al carrito, para después tomar una manzana y seguir su camino en busca de Porlyusca.
El pelinegro no le reprochó la acción ni lo dicho; lo entendía perfectamente.
Shin tenía un esposo al que veía poco y una hija que parecía no entender la importancia de ser una Dragon Slayer de sangre pura. No quería entenderlo, pues, al parecer de la chica y de su estúpida forma de pensar, su padre quería que fuera algo que ella no quería y claro, como ella quería ser diferente a los demás se encaminó al mundo humano, dónde al fin está conociendo lo que es el mundo real, un mundo en el que debes saber defenderte y ella no sabía hacerlo.
Lastimosamente, la chica no podía volver a la mansión Slayer, pues solo podía pasar aquél que haya aceptado el juramento y ella no lo aceptaba; no de corazón.
Actualmente sabían que la chica trabajaba en una tienda de artículos mágicos en Crocus, pero eso era todo. No sabían que pasaba en su vida o algo por el estilo.
Y Shin se encontraba desanimado por eso, porque él no quería que su hija fuera algo que ella no quería; quería que entendiera el valor de su papel en el mundo en el que ellos vivían y no pretendía obligarla a hacerlo; sólo quería que supiera que era un honor para él que su hija tuviera tal papel y poder sobre sus hombros.
Pero estúpidamente ella lo rechazó, rompió el corazón de Shin y Momo la repudió por eso desde entonces. No es que Momo no amara a su hija, a la cual había engendrado y cuidado en el vientre de Shin; pero ella lo odiaba a él y a Shin. Si quería que las cosas fueran así, así serían.
Al final, no le permitiría ni a su hija que lastimara a su hombre, a su esposo, a su destinado. Porque ante todo, estaba Shin y solo Shin.
Él entendía el sentimiento en demasía, pues Mikasa era parecida a Momo en ese pensar.
El pelinegro suspiró y prosiguió su camino, entrando en la habitación en la que se encontraba Yusuke sentado a los pies de la cama... Mirándose en un espejo.
—Yusuke... Porlyusca ya te advirtió sobre eso— le reprochó quitándole el espejo con delicadeza.
El pelinaranja suspiró con resignación y tomó el carrito, acercándolo para empezar después a devorar todo.
—Ve lento, Yusuke. Nada ocurre de la noche a la mañana, lo sabes.— le recordó el pelinegro que lo veía comer con desespero.
El de ojos dorados gruñó frustrado, con lágrimas de ira amenazando con salir; y era que simplemente no podía quedarse ahí, no lo soportaba.
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Tu Reina. La Reina Slayer [Los Errores Del Cazador: I]
Fanfic【Nota: Los primeros capítulos no tienen muy buena ortografía ni narración. Pero en medida que avances éstos antes mencionados mejoran considerablemente.】 ¿Como podría haber sabido ella que aquel suceso desataría el principio del fin? El destino no s...