Prólogo; After fifteen years

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—Reiner solicitó un permiso para ir a recolectar frutos y cazar junto a sus hermanos menores...— informó Bonnie leyendo la petición escrita por el chico dubitativa.

Se encontraba junto a los cinco grandes dragones, Lucy Heartfilia y varios Slayers tipo Cazador que asignaban a todos los Slayers alguna tarea dentro de la restaurada hacía ya quince años sala de reuniones de La Mansión Slayer, encontrándose ahora todos con aquella incógnita que les hacía entrar en pánico de sólo pensar en ella.

— ¿Deberíamos autorizarlo? La última vez que dejamos a la estirpe menor del Cazador salir juntos regresaron hechos trizas...

Lucy Heartfilia jugó con un lápiz que mantenía entre los dedos, balanceando el objeto a medida que pensaba y razonaba la mejor opción. Sus recuerdos viajaron a aquél día en que los chicos de apenas diez años adquirieron su primer cicatriz de combate; pero por meterse en dónde no los llamaban.

—Llegaron así porque no saben convivir entre ellos— habló Vulcano molesto, dado a que conocía bien a los chicos,— fue igual con los mayores en su momento y ahora se llevan de maravilla, hay que dejarlos ser y dentro de un tiempo madurarán y seguirán los pasos de sus hermanos mayores.

Heartfilia dejó de juguetear con el lápiz, colocándolo en la mesa y causando un ligero ruido para captar la atención de sus interlocutores. Se levantó de la silla acojinada en la que estaba y caminó hacia el mapa del bosque clavado en la pared; el bosque en el que se mantenían ocultos y seguros de las garras de fuerzas oscuras.

—Sus hermanos crecieron en épocas oscuras, llenas de guerra, miedo, incertidumbre y peligro...— habló causando que los que se encontraran en la habitación se enfocaran en ella de inmediato,— vivimos en paz tras ese gran domo y la mansión que nos dejó el Cazador en pos de cuidar de su raza. Los Slayers menores de ahora no tienen miedos ni aspiraciones... No tienen que ser el más fuerte para sobrevivir por el hecho de tener un gran poder por naturaleza y no necesitarlo. Son unos malcriados,  unos mimados y unos prepotentes que no conocen el peligro ni el olor de la muerte. Es culpa mía, otra cosa sería si el Cazador los pudiera meter en cintura— colocó el nombre de Reiner junto al de los hermanos menores en el tablero de tareas de la semana, señalando así que se encargarían de conseguir alimentos junto a otros tantos que colocó y con un giro grácil quedó frente a sus receptores,— sus cuerpos soportan el poder que cargan con esfuerzos, tenemos que meter más mano dura o tendremos problemas en el futuro.

—¿Qué sugiere, su majestad?— preguntó Peter, ahora un Slayer Tipo Fusión completo y único entre sus iguales. Los años le habían dado la madurez y experiencia necesaria como para adivinar que aquél día el Cazador podría ser llamado por medio de la llave.

La rubia miró por unos segundos a Peter, el cual se mantenía al costado de la puerta como el guardián que era, con los brazos cruzados y los ojos filosos en dirección a las lácrimas que le mostraban lo que pasaba fuera de la sala.

—Será cuestión de meterles temor en las venas a fuerzas,— razonó la rubia, presionando una de las lácrimas, en la que se podía ver a Rogue junto a su hija; Layla Cheney Heartfilia,— Cariño, hazme el favor de detener a Mijail y a Leid, están a punto de crear una explo...

Y entonces el piso vibró junto al sonido de una explosión y un “¡MUERE!” proveniente de Leid, causando un suspiro en la rubia.

Los presentes en la habitación negaron con la cabeza y otros tantos rieron por las acciones de ese par, conocido como “los destructores”, pues ahí donde fueran destruían todo.

—¿Llamo a Iver?— preguntó Peter, recibiendo una negativa de la rubia que observaba por las lácrimas a Leid forcejeando con Rogue, quién lo arrastraba en dirección a dónde se encontraban actualmente.

Tu Reina. La Reina Slayer [Los Errores Del Cazador: I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora