Su naturaleza; nuestra naturaleza.

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Rogue miraba con asombro la intensidad con la que Heartfilia arremetía contra aquél pobre saco de boxeo que se sacudía violentamente a producto de la secuencia de golpes que le proporcionaba la rubia. Si fuera una persona ya hubiera caído rendida; esperaba no tener que ser acreedor de alguna de esas secuencias.

Pero algo llamaba más su atención aparte de la inesperada oleada de energía, excitación y deseo de parte de la rubia por golpear aquél saco como si de su vida dependiera. Eran sus ojos fijos a su objetivo y su concentración los que lo hacían pensar que se imaginaba a alguien en el lugar del saco.

—¡Ve más despacio...!— le pidió en un grito Makoto quién se encontraba luchando contra Mikasa a unos cuantos metros de Lucy y pronto escucharon un golpe sordo; Mikasa había tirado a Makoto en un descuido del castaño,—¡maldición!

La pelinegra río ante el lamento del castaño y la rubia paró de martirizar al pobre saco de boxeo para unirse a la pelinegra y juntas reírse a carcajadas del castaño que se levantaba del suelo colérico.

—¡No es gracioso!— les gritó irritado pues era la quinta vez que Mikasa lograba tirarlo,—¡Eso es trampa Mikasa!

—No es trampa, solo aproveché la apertura que encontré en tu defensa para liquidarte— aseguró la azabache y pronto vieron enrojecer de vergüenza al castaño.

Rogue río internamente de las expresiones del castaño y se impresionaba por la destreza de la pelinegra que no había caído ni una sola vez; era de esperar de un Slayer tipo Cazador.

—¿Ya van cinco a cero no?— preguntó la rubia buscando tocar una fibra sensible del castaño y pronto río al conseguir su cometido.

—Las odio— anunció para después señalar a ambas féminas que lo miraban sonrientes,—¡A las dos!— concluyó alejándose del lugar, viendo su orgullo demasiado pisoteado.

—¡Hey todavía no acabo contigo!

Y entonces Mikasa corrió para alcanzarle mientras se carcajeaba a lo que el otro gritaba colérico que solo buscaba magullar más su poca dignidad.

—Esos dos son todo un caso— soltó Rogue más para sí mismo que para los Slayers o la rubia que se encontraban a su alrededor por lo cuál se sorprendió cuando un Slayer le respondió.

—Tienen un lazo fuerte por ser platónicos... —le explicó el Slayer de cabellos rubios y ojos marrones ,—Así que sí, son todo un caso, pero está en su naturaleza serlo— concluyó dejando a Rogue con la sensación de haberlo visto antes.

Compartía el mismo tatuaje tribal que abarcaba parte del pecho, hombro, cuello, espalda y antebrazo que los Cazadores así que era obvio que era uno; se preguntaban el porqué parecía molesto cada que la rubia reía.

—¿Pasa algo?— le preguntó Lucy tocando el hombro del pelinegro que seguía con la mirada al Slayer rubio que se retiraba a paso lento y calmado del gimnasio dejando un aroma a tierra mojada en su lugar.

Giró su rostro y miró a la rubia con una ligera sonrisa sin darse cuenta de que le estaba preguntando algo.

¿Qué podía decir? Lucy era totalmente hermosa sin importar que vistiera o que tan arreglada estuviera.

—Rogue, deja de verme así y responde— lo regañó la rubia tirando de sus mejillas como si fueran de plastilina a lo que él soltó un gruñido juguetón.

¿Qué le podía decir? ¿Qué no le puso atención por estar ocupado admirandola?

—Lo siento, es que eres tan hermosa que me quedé sin palabras— respondió y de inmediato pudo ver a la rubia abochornarse.

Tu Reina. La Reina Slayer [Los Errores Del Cazador: I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora