4.

686 78 6
                                    

— Bien, ya llamé a la inmobiliaria. Dijeron que de uno a dos días llevarán las cosas —responde un Hoseok alegre, Yoongi niega.

— ¿No puede ser hoy? Quería mudarme hoy.

— Lo siento, Sr. Yoongi, pero es fin de semana y hay muy poco movimiento. Prometo estar atento para ver sí mañana pueden hacer la mudanza.

— Gracias, Hoseok. Tranquilo.

Estrechamos las manos antes de salir de la agencia de nuevo. Yoongi intenta sacar un cigarrillo pero lo arrebato de su mano.

— Ni se te ocurra, Min Yoongi.

— Ni Yon se atreve a hacer eso.

— No me compares con esa... —aprieto mis párpados.

— ¿Esa qué, Jimin? —enarca una ceja y me mira de lado.

— Tu... tu novia, esa chica, Yoongi. No fumes, no es necesario.

— ¿Sabes por qué fumo, Jimin? —niego—. Porque estoy estresado y necesito algo para deshacerme de esta opresión.

— Pues no sé, vamos a gimnasio y golpeas un saco de boxeo o las almohadas de mi cama pero deja de fumar Yoongi, ya casi acabas la cajetilla.

— No sé por qué tanta cosa tuya, fumo desde los quince y no me he muerto.

— Apenas y tienes 24, aún te faltan muchos años.

— Eso dices tú. Mira, hagamos algo. Vamos a ver a Namjoon.

— Tampoco vas a beber.

— No seas así, Seokjin debe estar ahí y cuando él está Namjoon es un alma del señor.

Entre cierro los ojos no muy convencido pero termino cediendo. Lo llevo hasta la casa de Namjoon, no hasta el bar ese de la noche anterior. Bajamos del auto y nos encaminamos a la puerta del apartamento de dos pisos. A veces me pregunto cómo alguien tan vago es tan bueno con los números y por consiguiente los negocios.

— ¡Princesa! —Yoongi grita y la puerta no tarda en abrirse para dejar ver a Namjoon.

— ¡Hombre! Anoche te perdí de vista. Ah, Jimin al rescate, ¿no?

— Namjoon —un asentimiento de cabeza a modo de saludo. Namjoon rió y me terminó abrazando.

— Vamos, sin rencores. Son solo ratos, ¿no, Yoongi?

— Efectivamente, pero ya sabes cómo se pone Jimin. Vamos adentro. ¿Está Seokjin?

— Me duele esa pregunta.

Namjoon se toma el pecho y entre risas Yoongi entra, les sigo adentro y divisamos a Seokjin tras la barra de la cocina que está conectada con la sala.

— ¡Hey, Yoongi!

— Seokjin, ¿qué tal?

— Bien, todo bien —responde simple antes de verme y correr hasta mí y abrazarme—. Minnie está aquí, ¿por qué no me dijiste anciano? Mírate, cuidando de nuevo a este tipo.

— ¡Hey! Soy el mejor amigo de tu novio.

— De mi novio, no mío, Yoongi. Mira, mi pobre Minnie tiene ojeras por tu culpa —Jin me revisa por todos lados mientras yo me dejo hacer, me gusta que me consienta de esa manera. Yoongi resopla haciéndome abrir los ojos.

— Ya, ya. Jimin, ¿me pasas una cerveza?

— Yoongi —me alejo de Jin y cruzo mis brazos.

— Bien, limonada, agua o café. Lo primero que encuentres, ¿sí? Demonios, Nam. Este partido está bueno.

— ¿Verdad?

Namjoon se sienta a su lado y sé que ya lo perdí por lo que resta de la visita. Jin me mira con los brazos en jarras y camina hasta la cocina, yo suspiro, ya sé lo que se me viene.

— ¿Es que acaso eres su sirvienta personal? Ni siquiera un por favor, ese mal educado, no entiendo cómo sigues enamorado, Jimin. Yo lo habría mandado a volar.

— Jin, es difícil. Lo he intentado, te has dado cuenta pero entonces es cuando él más me busca y bueno, ahora se ha mudado cerca de mi apartamento —Jin deja caer los brazos a sus lados rodando los ojos.

— Esto es el colmo, ahora sí te fastidia su novia pues acostúmbrate a verla más seguido —un sentimiento hace presión en mi pecho y paso la mano por mi nuca.

— Como desearía haberlo conocido antes de esa chica.

— Llevan dos años de amistad, de los cuales has estado ahí incondicionalmente sin importar la hora, el lugar o el momento y ese idiota solo te está utilizando. Debes dejar eso, Jimin. Debes darte tu lugar. Ni que fueras feo, hay tantos chicos por ahí buscando algo en serio.

— Ya que lo dice —sus ojos se iluminaron—. Anoche salí con un chico, uno bastante atrevido y bueno, terminamos en su apartamento...

— ¿Y qué más? Sigue, sigue.

— Nada más, me fui a buscar a Yoongi.

— Serás idiota —dejó caer un golpe en mi cabeza y me quejé.

— ¿Jimin? —la voz preocupada de Yoongi se hizo sonar y sonreí.

— ¡No pasa nada! —le grité y entonces él no dijo nada más.

— No te ilusiones, él solo quiere algo qué beber.

— Ya lo había olvidado, Jin —empiezo a rebuscar en la nevera de Namjoon hasta que doy con limones—. ¿Quieres limonada?

— Mucho azúcar, mejor agua.

— No estás gordo.

— Lo mismo te decimos siempre y te la pasas en ese gimnasio. Debiste haber dejado que sonara el celular.

— No, Yon se lo hubiera llevado, además él me dijo anoche que me quería.

— Ebrio, Jimin. Estaba ebrio —exprimo los limones y luego echo el azúcar, empiezo a revolver y sonrío.

— Los ebrios siempre dicen la verdad, ¿no?

— Solo las personas ingenuas creen eso.

— ¡Jimin!

— ¡Ya voy, Yoongi!

Jimin sirve la limonada rápidamente y se la lleva a Yoongi quien le dice gracias y le sonríe. Jin los observa desde el otro lado de la habitación, bueno, al menos no es tan mal educado. Pero de verdad odia que este dándole ilusiones a Jimin.

¡Mírame, Min Yoon Gi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora