Capítulo 12

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Sé muy bien que al acercarme a Emma es una jugada peligrosa, sobre todo entablar con ella una conversación natural, como si no estuviera en el medio de una misión de gran importancia. Pero, joder, es mi oportunidad para ser alguien más. Y, tal vez, para ayudar a esa chica que no la ha pasado bien.

Y ni hablar de que yo la estaba haciendo pasar peor. Eso me enferma de una forma que no puedo comprender.

No debería confiar en un potencial enemigo, pero tampoco puedo apartarme de ella y volver a observarla desde las sombras como solía hacerlo antes; mucho menos pensar en alejarme para buscar una nueva sospechosa sin solucionar las cosas entre nosotros. Necesito que ella deje de creer que soy el idiota que estuvo molestándola, que no piense que soy de la clase de imbéciles que la molestan.

Supongo que Emma movió algo dentro de mí. Tal vez fue porque ella siempre se sintió extraña con su alrededor, al igual que yo con el mío. Son casos distintos, lo sé, pero de alguna forma estúpida siento que por fin encontré a alguien que puede comprenderme.

No creo que ella, con sus grandes ojos tímidos de color miel, esté mintiéndome justo ahora. Es cautelosa a mi lado y no la culpo, yo he sido lo que llaman un gilipolla. Ella intenta no mirarme, sosteniendo la mirada sobre aquel lago. Bajo los rayos del sol su cabello luce tan dorado como la piel. ¿De qué otra forma podía ser?

Yo necesito que me observe, que me mire y no tema. Quiero que mire a Owen Liv, no a Emmanuel. Quiero que piense en lo genial que soy, no en las veces que volqué líquido bebible sobre ella. Si bien esos son pensamientos que no me llevan hacia el lugar al que debía ir en mi misión, son lo que deseo ahora.

—Quiero hacer un trato contigo —suelto luego de un largo silencio. Emma me observa con un poco de terror que hace que quiera tirarme de un puente. O, mejor, presentarme incompetente en la misión.

Sé muy bien cómo terminaría eso: me uniría al grupo de los ojos verdes. Y, probablemente, no me dejarían libre por el mundo humano. De seguro que me encerrarían en la prisión principal hasta que mi cuerpo se convirtiera en energía por la angustia y la falta de fuerza.

Sacudo esa idea de la cabeza, no necesito pensar en eso ahora. Concéntrate, Owen, me digo.

—¿Un trato? —cuestiona ella, frunciendo el entrecejo de una forma que solo me provoca observarla un poco más de lo que esperaba.

Si me dijeran que está empleando algún tipo de magia conmigo me lo creería sin lugar a dudas.

—Así es —respondo y le sonrío. Ella pestañea un par de veces cuando lo hago y luego su rostro se torna colorado. No sé qué demonios signifique eso, pero me gusta—. Prometo dejar de ser un idiota contigo por siempre si tú olvidas todo lo que pasó entre nosotros.

Emma arruga la nariz.

—¿Por qué propones eso?

—Porque quiero empezar de cero. Ya sabes... —no completo la frase y me encojo de hombros—. Puedo ser mejor.

Ojos de cristal [LIBRO 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora