REBECA
La aguja entró en su cuello y se desplomó en mis brazos, todo se había salido de control y era mi culpa, mi paciente no me respetaba y no confiaba en mí. ¿Cómo había llegado a este grado con ella? ¿cómo es que me había atrevido a sedarla? Debí dejar que se marchara, pero me aterro el hecho que se fuera y se hiciera daño, la colocamos en el sillón con sumo cuidado. Había sido bestial con ella y ahí estaba, frágil e indefensa, como iba a explicar que necesite sedantes para calmar a una chica de 17 años que apenas debía pesar los 50 kilogramos. Restaban 15 minutos de terapia con ella, los mismo con los que contaba para pensar qué le diría al señor Echeverri. Encendí un cigarrillo y me senté frente a mi paciente inconsciente. La puerta de mi consultorio sin permiso alguno se abrió, me levanté exaltada pensando que podría ser el padre de la chica, pero era Iris.
- ¿Qué es lo que haces aquí? - pregunte alterada
- Hay una menor inconsciente en tu consultorio ¿tú qué crees? Necesito revisar que esté bien
-Todo está bien, yo me cargo.
-¿La piensas ingresar? - pregunto al darse cuenta lo alterada que estaba.
- ¡No! Solo esperaré a que despierte y pueda hablar con ella.
-Sus signos vitales están estables. Parece una linda chica... hoy me topé con ella en el pasillo de la entrada, me cedió el paso.
-Lo es ...
- ¿Y qué pasó? ¿Cómo terminó así?
-Tocamos un tema ... Complicado.
- Doctora el señor Echeverri se encuentra impaciente, la terapia de su hija hace 5 minutos que terminó. Era Gloria confirmando que mi tiempo había terminado.
Su padre me dio una salida, me hizo ver la extrema dependencia de ambos por el otro, naturalmente eso estaba afectando mi terapia, ella no podía confiar en nadie que no fuera su padre, ella debía ser internada.
-Iris llama a la clínica, la vamos a ingresar. Yo me encargo del padre. - Salí directo a la sala de espera, el señor Echeverri caminaba inquieto por la sala de espera, apenas me vio se detuvo. - Señor Echeverri, necesito hablarle en privado.
- ¿Dónde está mi hija? ¿Ella es la menor a la que tuvieron que sedar? - pregunto angustiado, no pude evitar lanzar una mirada fulminante a mi indiscreta recepcionista.
-Por favor, acompáñeme. - El hombre aceptó con la cabeza y lo conduje a la pequeña cafetería. - por favor tome asiento.
- ¿Qué es lo que pasa? ¿Dónde está mi hija? Hable de una vez - replicó de inmediato aun de pie, el hombre no iba a sentarse y mucho menos mantener la calma.
-Le ruego que se tranquilice, su hija está bien, pero efectivamente es ella la menor sedada.
- Pero ¿por qué? ¿qué pasó?
-Hablamos sobre el tema de su escuela y ella se puso muy nerviosa, quiso marcharse. Obviamente la conversación que mantuve con usted sobre su intento de suicidio me impidió dejarla ir en ese estado, cuando intenté retenerla ella se puso agresiva.
- Pero es que no lo creo, ella no es así ...
-De cierta manera es normal que los pacientes muestren altos grados de ansiedad mientras hablan de temas sensibles, en este caso... su hija no pudo manejar su ansiedad y llegó a la violencia. – el hombre se mostraba impresionado, así que le di unos minutos para volver hablar.
-Señor Echeverri me temo que tengo que ingresar a su hija en la clínica.
- ¿Qué? No, claro que no, de ninguna manera.
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PETRICOR
RandomUna mente enferma lo único que necesita es un tratamiento psicológico, pero para una psicóloga loca solo se necesito de una hermosa adolescente. Rebeca Jones reconocida psicóloga de 35 años entro en la vida de Asia Echeverri cuando apenas tenia 17...