CAPITULO 50 Cena Guz -Echeverri

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Soporte la cena con la furiosa mirada de Asia sobre mí, pero no podía limitar los melosos gestos de Armando sobre mí, hasta que obtuviera el dinero de él, era una cantidad escandalosa. Fernanda y Armando charlaron durante la cena totalmente ajenos a nuestra guerra de miradas, hasta que Asia no pudo resistirlo más.

-Ya terminé, pido permiso para retirarme, estoy muy cansada.

-No has comido casi nada.

-Solo quiero dormir.

-Está bien, ve a dormir, mañana será un día largo.

- ¿Vamos? - pregunto a Guz casi como una orden, está hizo un leve puchero, pero igual se puso de pie.

-Pido permiso para subir mi plato. - Armando río y acertó con la cabeza, todo lo que está chica hacia le hace gracia, me tuve que tragar el hecho de que fueran a dormir juntas.

Espere a que Armando terminara de recorrerme con sus toscas manos y se quedará dormido para tocar a su puerta.

- Suegra ¡buenas noches! ¿Qué la trae tan tarde por aquí? - preguntó obvia con esa estúpida risita irónica.

-Quiero hablar con ella, llámala por favor.

-ya es tarde Rebeca, vuelve mañana – sentencio ahora con un tono más serio.

- ¡No hagas que te mueva de la puerta! - solté furiosa, esta niña me tenía fastidiada.

¿Que necesitas? – Asia preguntó con la mirada fúrica y mi temperamento cambio de inmediato, ya había aprendido que cuando Asia estaba enojada, era más conveniente que yo bajara la guardia.

-Sólo quiero hablar contigo un momento - solté con timidez.

¿Nos das un momento? - preguntó a Guz y la inmadura rodó los ojos.

-Voy por un vaso de leche.

-Gracias. - soltó aún fulminándome con la mirada. - ¿Qué pasa? - preguntó seca.

-Pues... Sé que estás molesta, pero no es lo que parece. - ella río con amargura.

-Esa frase ni la digas, siempre es lo que parece.

-No, no lo es.

-Ahórrate la explicación, él es tu esposo.

-Asia... Yo iba caminando y el me jalo a sus brazos, me pidió un beso y se lo di porque paso toda la tarde bebiendo y preferí no discutir con él, justo en ese momento llegaste.

-Lo siento, no puedo evitar sentirme así, no puedo controlar mis celos, solo de pensar que duermes a su lado, que te toque... - soltó con angustia, me acerque a ella y le mentí como nunca.

-Yo te juro que no tienes nada de qué preocuparte hace meses que tu padre no me toca - ella me miró con duda, pero con un hilo de esperanza - Tu eres la única persona con la que mantengo relaciones íntimas, créeme por favor.- Suplique y ella suspiro. - dame un beso, te extrañe muchísimo. – suplique tirando de su pijama para traerla a mí.

- Yo también, solo quería venir a verte. – dijo cediendo a mis brazos, me sentía culpable por mentirle, pero cuando por fin busco mis labios y me beso, me di cuenta de que todo valía la pena...su olor, su sabor, su calor eran la suficiente motivación para calmar mi conciencia, estaba haciendo lo correcto; el fin justificaba los medios.


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