CAPITULO 32 " La terapeuta de Ferni"

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ASIA

Cuando por fin llegamos a casa lo primero que hice fue intentar localizar a Rebeca, tenía muchas ganas de verla, cada que la recordaba... tan frágil, con sus hermosos ojos cristalinos se me encogía el corazón, llamé en repetidas ocasiones a su móvil, hasta llame a su casa, pero Esther me dijo que no estaba, estaba con el teléfono en la cama conteniendo el impulso de llamarla a su consultorio o a la clínica, no quería ser imprudente... pero lo era, no podía evitarlo, así que en lugar de llamarla decidí ir a buscarla, quería ver su carita de sorpresa, tomé el bolso y la chaqueta, baje las escaleras con entusiasmo hasta que mi padre me detuvo en la puerta.

- ¿A dónde tan rápido? - dijo tras de mí.

-Voy a casa de... Dana, la extrañe mucho ¡te veo más tarde papá! - dije depositando un beso rápido sobre su mejilla.

- ¡No tan rápido señorita! - dijo deteniendo de nuevo mi salida.

- ¿Qué pasa? - conteste con fastidio, lo que provocó el enojo de mi padre.

- El diamante... Ya estamos en casa, dijiste que lo tenías bajo llave, muéstrame dónde está. - Eso era mentira, la verdad es que no tenía idea de donde estaba, pero lo había perdido el día en que la doctora Iris me encontró en casa de Rebeca, mi teoría era que se me había caído en la alberca, pero no podía decirle eso a mi padre, así que nuevamente estaba en problemas.

- ¿Ahora? - mi padre afirmó con la cabeza- ¡Pero Dana me está esperando papá!

- Solo serán unos minutos. - no sé qué ganaba con mentir, pero lo hice subir hasta mi habitación como esperando un milagro, como si por obra de magia fuera aparecer en mi alhajero, solo conseguí que se enojara más.

-Lo siento papá, creo que lo perdí- dije con la voz y la mirada más triste que podía reflejar, intentado ablandar su corazón.

- ¡Como que lo perdiste, si cuesta mucho dinero! - Grito mi padre con una especie de enojo e incredulidad.

-Lo sé, papá lo siento, lo voy encontrar, debe estar por alguna parte de mi habitación.

- Entonces, no vas a salir hasta que lo encuentres.

-Pero papá...

- Ni te atrevas Asia, no estoy para tus berrinches. No voy a llegar a cenar, pide una pizza- dijo colocando un par de billetes sobre mi tocador y después salió, estaba furiosa, en primer lugar jamás le pedí ese maldito diamante, en segundo ¿acaso pretendía que pasara mis pocos días aquí, encerrada en esta maldita casa? Tomé el teléfono y llamé de nuevo a Esther.

- ¡Esther! Por favor ¿podrías buscar mi collar de nuevo? - suplique.

-Señorita lo he buscado ya por toda la casa y no está, le juro que yo no he tomado nada.

-Jamás me atrevería a acusarla de nada, mi insistencia es por mi padre, está furioso.

-Lo siento señorita, pero incluso su tía, entro a la piscina a buscarlo, se sumergió muchas veces y no logro encontrarlo.

-Y Reb... ¿Mi tía cómo está? - pregunte sin poder evitar, sonar demasiado interesada.

-Pues la verdad... es que la he notado algo decaída, no ha venido a comer en toda la semana, creo que no le gusta comer sola ¿Cuándo va venir de visita? Sinceramente la casa se siente muy sola sin Usted- entre Esther y yo se había formado una especie de amistad, era una mujer muy amable que lejos de solo hacer su trabajo, daba la impresión de que también cuidaba de ti, me habría encantado tener una madre así.

-Estoy castigada, así que no creo que pueda ir, extraño demasiado tu comida, ahora mismo cenaré pizza.

- ¡No puede ser! - soltó alarmada, yo sonreí al obtener la reacción que esperada.

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