CAPITULO 53 -Visita inesperada

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-¿Cuando? - preguntó y me gire de inmediato. - ¿Cuándo es que quieres que nos vayamos? - no pude evitar sonreír, no podía creerlo, ella por fin había aceptado irse conmigo.

Su teléfono como de costumbre interrumpió nuestra conversación.

-Es Ferni ¡Es tardísimo! Ya debe de estar en casa - se levantó y comenzó a vestirse.

- ¿Qué pasa?

-Invite a Ferni a cenar a casa y ver películas, me va matar. - me trague la rabia de verla correr por ella y respire profundo. - ¡mierda! ¡Ahora está llamando mi padre!

-Contesta o se va alterar. - me miro con duda, pero cogió el teléfono y lo contesto.

-No, no, lo sé papá, no me di cuenta de la hora, pero en 15 minutos llegó, dile a Ferni que pare de llamar, que ya voy en camino. - ¿Será que podemos hacer una parada rápida?

Paramos en una heladería y compro un litro de nieve de chocolate para la "amiga" porqué de seguro estaría molesta por la tardanza, tragarme el coraje era lo único que podía hacer, no quería discutir más con ella, a final de cuenta ya no importaba si Fernanda Guz tenía los ojos puestos en ella, muy pronto no la volvería a ver.

Cuando llegamos tanto Guz como Armando se encontraban en la sala hablando, apenas nos vieron guardaron silencio.

- Hola. - soltó tímida, Guz frunció el entrecejo y Armando se puso de pie.

-No sabía... no me dijiste que estaban juntas.

-Nosotras no...

-Le pedí que me acompañará a ver algunas cosas que quiero comprar para remodelar mi departamento.

-De todas maneras, no me parece correcto que haga esperar a tu novia. - reprendió.

-No sé preocupe suegro yo igual estaba en buena compañía.

-Lo siento. - se disculpó con sinceridad, se encaminó a ella y le dio el frasco con helado, la chica la abrazó una eternidad frente a mí, es como si lo hiciera a propósito.

Estaba lista para disculparme y subir a mi habitación sin cenar, pero el timbre de la puerta sonó con demasiada insistencia; Lucía corrió con el sacudidor aun en las manos y abrió la puerta con apuro.

- Buenas noches - una voz conocida golpeó mi estómago y antes de que pudiera siquiera reaccionar paso el lumbral de la puerta y se presentó frente a todos con una sonrisa en el rostro.

Todos guardamos silencio, el mismo Armando estaba como petrificado. Asia tenía los ojos como platos mirando fijamente a la mujer como si no creyera lo que veía, Guz aun la tenía abrazada por la espalda.

- Eres... - preguntó en un susurró y aquella voz tímida y confundida despertó al monstruo.

-¿Que mierda haces aquí? ¡Largo! - se colocó de manera protectora frente a Asia y empujó agresivamente a la mujer. - ¡lárgate de mi casa o llamo a seguridad!

- ¡Me voy de tu casa, pero ella es mi hija! ¡Quiero hablar con ella!

-¡Tu no vas hablar con ella jamás!

- Hija dame una oportunidad, vamos a fuera, ven conmigo.

- Si le vuelves a dirigir una palabra a mí hija,te mataré antes de que venga seguridad- se abalanzó sobre ella y no tuve remedio más que meterme en el medio, Asia estaba en shock, inmóvil.

-Armando ¡cálmate por favor!

- Vamos nena, ven conmigo... – dijo fernanda llevándose a Asia lejos de la horrible escena.

Asia

Subí las escaleras con su ayuda, porque me temblaban las piernas, después me coloco en la cama, se inclinó frente a mí y movió los labios, pero realmente no escuché nada de los que dijo, la vi moverse de un lado a otro y después tomar el portarretrato con la foto de la boda de mis padres, como para cerciorarse de que realmente la mujer que estaba abajo era... Mi madre. Me puse de pie de golpe e intenté bajar, pero Ferni me detuvo.

-Es mejor que no bajes - sentenció.

-Es mi madre.

-Lo sé, pero todo está fuera de control, porque no mejor esperamos a que todo se tranquilice y bajamos.

- Pero...

-Por favor nena- me envolvió en sus brazos y volvió a llevarme a la cama; Después de unos minutos todo se volvió calma y silencio, intente ponerme de pie, pero Ferni se aferró de nuevo a mi cuerpo y me acorralo en sus brazos. - Solo un poco más por favor, unos minutos más, solo para estar seguras - accedí y volví a recostarme sobre su hombro.

Para cuando baje mi padre estaba sentado en el suelo de la sala con corbata en mano y la mirada fija en suelo, Rebeca estaba sentada en el sillón junto a él, apenas me vio se puso de pie.

-¿Dónde está ella? - pregunté y mi padre me miró de inmediato, con la mirada que tanto conozco y que no necesitaba palabras.

- No, no, ¿dónde está? - solté con desesperación intentando salir por la puerta para buscarla, Ferni volvió a detenerme - Suéltame carajo. - solté con furia y ella me liberó, abrí la puerta y salí corriendo, pero no había más que frío y desolación, se había ido de nuevo, me había abandonado una vez más y esta vez ni siquiera la había visto marchar. Mi cuerpo dejó caer de golpe todo aquel dolor sobre mis rodillas, y el llanto brotó de mis ojos con la impotencia de un grito desgarrador sin voz.


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