"Nos vamos a casar" retumbó en mi cabeza, me sacudió el cuerpo y me despertó a la realidad que ahora se había convertido en una pesadilla, mire a quien me había herido de muerte como a la peor de mis enemigas e intente huir de ambos, como la víctima que se arrastra moribunda huyendo con terror.
- ¿Para dónde vas? -Preguntó mi padre ignorando como me desangraba por dentro.
- ¿Este era tu maldito asunto para quedarte? - dije con tanto dolor y rencor que mi padre por fin se percató de la herida que ambos me habían causado.
-Asia...- mi nombre en su voz ahora me causaba asco.
Salí corriendo y escuché sus tacones detrás, no quería que me alcanzara, no quería ni siquiera volver mirarla...
Llegué a los ascensores y oprimí los botones con desesperación, se abrió el izquierdo, pero en lugar de bajar subía no me quedo mas remedio que subir al escuchar como los pasos de rebeca se acercaban, llegué hasta el último piso había varias oficinas abiertas, pero no me atreví a entrar así que subí a las escaleras que daban a la azotea, estaba lloviendo con intensidad y el viento era demasiado frio, aun así lo inhale con desesperación, como si respirara por primera vez después de ser asfixiada por horas, cuando mi pecho comenzó a doler solté el aire y el llanto, las piernas me comenzaron a temblar así que me acerque al borde de la azotea para sentarme, solo quería que la lluvia cubriera todo mi cuerpo y que el frio entumeciera mi alma... la agonía en ese momento era insoportable, la imagen de mi padre tomando la mano de Rebeca y sus palabras seguían apuñalando mi corazón, una y otra vez, me estaba desangrando.
- ¡Asia! Asia... Deja que te explique- Me puse de pie dándole la espalda al vacío y la mire con esperanza.
- ¿Es una broma verdad? - pregunté casi como una súplica.
-Mi amor... - sus ojos estaban enrojecidos, rebosantes de lágrimas y repletos de culpa
- ¿Porque me haces esto? - reproche con llanto.
-Lo hago por nosotras, para poder seguir juntas, ya no importa si tu padre se va o se queda, yo iré contigo a donde sea. - no podía creer lo que estaba diciendo.
- ¿Perdiste la cabeza? ¿Te volviste loca? - Acaso me quería ver la cara de estúpida o realmente creía en las estupideces que decía.
-Entiende por favor... - suplico tratando de acercarse.
- ¡No, no te acerques! - exigí con fuerza.
-Ven por favor, tenemos que hablar, te tengo que explicar, tienes que entender...
- ¿sabes qué? sí, explícame, porque no lo entiendo... ¿crees que casándote con mi padre podremos estar juntas siempre? ¿pretendes que sea la amante de la mujer de mi papá?
-No veas las cosas así...- respondió y no pude evitar reír con ironía, es que parecía irreal.
- ¡Así son Rebeca! ¿cómo se te ocurre? ¡lo arruinaste todo! ¿no te das cuenta?
-No me dejaste alternativa, te pedí que te fueras conmigo y no quisiste, me sentí desesperada, no quería perderte ¿no entiendes? ¡Yo hice algo por nosotros mientras tu ya estabas empacando!
-Si... sí que lo hiciste - solté con rencor - ¿Desde cuándo? - pregunté y ella bajo la mirada - ¿Desde cuándo Rebeca?
-Desde que volvieron de Francia - por eso ella actuaba así, por eso ya no estaba disponible para mí, por eso mi padre actuaba así, la excesiva loción, las llamadas misteriosas y sus salidas tarde, de pronto recordé como un día no había llegado a dormir y las ganas de vomitar volvieron a mí.
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PETRICOR
RandomUna mente enferma lo único que necesita es un tratamiento psicológico, pero para una psicóloga loca solo se necesito de una hermosa adolescente. Rebeca Jones reconocida psicóloga de 35 años entro en la vida de Asia Echeverri cuando apenas tenia 17...