CAPITULO 43 Confesiones

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- Es verdad que a veces te odio... te odio porque no puedo soportar la idea de que este con él, te odio porque me haces odiarlo a él, te odio porque jamás voy a dejar de amarte... - Ella me miro con culpa y comenzó a llorar – solo necesito odiarte para sobrevivir, porque hay tanto amor por ti en mi pecho que no me deja espacio para respirar – apenas termine de decir eso ella me beso y le respondí de inmediato, dejando correr todo mi amor acumulado.

- ¡Tu padre! - Aviso Iris y ambas nos separamos con brusquedad. Entro a la habitación y al ver a Rebeca despierta sonrió.

-Mi amor, que gusto que estés despierta. - dijo acercándose con efusividad para besarla, pero Rebeca se apartó sin apartar la vista de mi como si tuviera temor a mi reacción.

-Me duele la cabeza - mi padre la miro con cierta molestia, pero de inmediato se giro a mi como si intentara restarle importancia.

-Cariño el chófer está listo para llevarte a casa.

-¿Y cuando me darán el alta?- Preguntó impaciente.

-Solo te quedaras esta noche en observación.

-Entonces me quedare con ella. - todos los rostros en la habitación se llenaron de sorpresa, sobre todo la de Rebeca.

-De ninguna manera, mañana tienes que ir a clases, ni siquiera deberías estar aquí.

- ¿No debería? ¿No sé supone que somos una familia? -solté con ironía.

- No te entiendo Asia ¿qué es lo que buscas ahora? - dijo con evidente fastidio.

- Por favor Armando, deja que se quede – suplico Rebeca y mi padre negó con la cabeza.

-Ella se irá a casa y yo me quedaré contigo. -sentencio.

- ¡Yo quiero que se quede ella! - Demando.

-Yo también quiero muchas cosas cariño, como por ejemplo que dejes de meterte en mis asuntos con Asia, a ella la gobierno yo. - refutó furioso - ve a casa- me ordenó, la mirada de Rebeca ahora era de miedo, mi padre eso causaba últimamente en ella, seguramente tenía miedo de que me golpeara de nuevo.

-Armando te parece si salimos un momento. - interfirió prudente con una bandera de paz en medio de un campo de batalla.

-Tal vez debas ir a casa... - soltó con tristeza apenas salió mi padre con Iris.

- ¿Quieres que lo haga? - ella negó con la cabeza, en momentos como estos Rebeca parecía otra, tan sensible e indefensa que me era difícil recordar aquella mujer tan fuerte e imponente que me hacía temblar, verla así me lleno de necesidad de cuidarla. - No importa que pase mañana, no importa que diga mi padre, yo esta noche me quedare contigo, esta noche no voy a dejarte. - dije con seguridad y la puerta volvió abrirse.

-Tu padre se ha ido a casa, mañana enviara a Lucia con tu uniforme para que asistas a clases, por favor ve a clases y no hagas enojar a tu padre- yo corrí y la abrace de agradecimiento y ella sonrió sin hacerme mucho caso- Cuídala bien, buenas noches. - se despidió obsequiándonos una última sonrisa cómplice.

Una enfermera entro minutos después y desplegó el sillón frente a la cama y coloco algunas mantas, cuando estuvo listo se marchó. La atmósfera se volvió algo incomoda, había desnudado mi alma ante Rebeca y le había confesado mi amor, ahora estaba en un espacio reducido, con ella a solas, y sin saber que hacer o decir.

- ¿Necesitas algo? - dije sin soportar el incomodo silencio, negó con la cabeza - ¿Agua, algo? - sonrió y negó con la cabeza, sin apartar su intensa mirada sobre mí, como si ella no estuviera incomoda.

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