- Es verdad que a veces te odio... te odio porque no puedo soportar la idea de que este con él, te odio porque me haces odiarlo a él, te odio porque jamás voy a dejar de amarte... - Ella me miro con culpa y comenzó a llorar – solo necesito odiarte para sobrevivir, porque hay tanto amor por ti en mi pecho que no me deja espacio para respirar – apenas termine de decir eso ella me beso y le respondí de inmediato, dejando correr todo mi amor acumulado.
- ¡Tu padre! - Aviso Iris y ambas nos separamos con brusquedad. Entro a la habitación y al ver a Rebeca despierta sonrió.
-Mi amor, que gusto que estés despierta. - dijo acercándose con efusividad para besarla, pero Rebeca se apartó sin apartar la vista de mi como si tuviera temor a mi reacción.
-Me duele la cabeza - mi padre la miro con cierta molestia, pero de inmediato se giro a mi como si intentara restarle importancia.
-Cariño el chófer está listo para llevarte a casa.
-¿Y cuando me darán el alta?- Preguntó impaciente.
-Solo te quedaras esta noche en observación.
-Entonces me quedare con ella. - todos los rostros en la habitación se llenaron de sorpresa, sobre todo la de Rebeca.
-De ninguna manera, mañana tienes que ir a clases, ni siquiera deberías estar aquí.
- ¿No debería? ¿No sé supone que somos una familia? -solté con ironía.
- No te entiendo Asia ¿qué es lo que buscas ahora? - dijo con evidente fastidio.
- Por favor Armando, deja que se quede – suplico Rebeca y mi padre negó con la cabeza.
-Ella se irá a casa y yo me quedaré contigo. -sentencio.
- ¡Yo quiero que se quede ella! - Demando.
-Yo también quiero muchas cosas cariño, como por ejemplo que dejes de meterte en mis asuntos con Asia, a ella la gobierno yo. - refutó furioso - ve a casa- me ordenó, la mirada de Rebeca ahora era de miedo, mi padre eso causaba últimamente en ella, seguramente tenía miedo de que me golpeara de nuevo.
-Armando te parece si salimos un momento. - interfirió prudente con una bandera de paz en medio de un campo de batalla.
-Tal vez debas ir a casa... - soltó con tristeza apenas salió mi padre con Iris.
- ¿Quieres que lo haga? - ella negó con la cabeza, en momentos como estos Rebeca parecía otra, tan sensible e indefensa que me era difícil recordar aquella mujer tan fuerte e imponente que me hacía temblar, verla así me lleno de necesidad de cuidarla. - No importa que pase mañana, no importa que diga mi padre, yo esta noche me quedare contigo, esta noche no voy a dejarte. - dije con seguridad y la puerta volvió abrirse.
-Tu padre se ha ido a casa, mañana enviara a Lucia con tu uniforme para que asistas a clases, por favor ve a clases y no hagas enojar a tu padre- yo corrí y la abrace de agradecimiento y ella sonrió sin hacerme mucho caso- Cuídala bien, buenas noches. - se despidió obsequiándonos una última sonrisa cómplice.
Una enfermera entro minutos después y desplegó el sillón frente a la cama y coloco algunas mantas, cuando estuvo listo se marchó. La atmósfera se volvió algo incomoda, había desnudado mi alma ante Rebeca y le había confesado mi amor, ahora estaba en un espacio reducido, con ella a solas, y sin saber que hacer o decir.
- ¿Necesitas algo? - dije sin soportar el incomodo silencio, negó con la cabeza - ¿Agua, algo? - sonrió y negó con la cabeza, sin apartar su intensa mirada sobre mí, como si ella no estuviera incomoda.
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PETRICOR
RandomUna mente enferma lo único que necesita es un tratamiento psicológico, pero para una psicóloga loca solo se necesito de una hermosa adolescente. Rebeca Jones reconocida psicóloga de 35 años entro en la vida de Asia Echeverri cuando apenas tenia 17...