CAPÍTULO 24 " En mi cama"

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Después de unos minutos Iris estaba en mi consultorio.

-Gloria me dijo que querías hablar conmigo ¿Qué pasa? - era obvio que seguía molesta.

-Quiero disculparme por lo del otro día, fui muy grosera.

-Fuiste una idiota. - reprocho, pero me hizo reír, sus palabras ofensivas no significaban otra cosa más que su perdón.

-Lo sé...- reconocí haciendo un puchero.

-Debo disculparme también, no debí meterme con tu trabajo. - Negué con la cabeza y me acerqué abrazarla- ¡Moría porque te disculparas! Lo importante ahora es, la gala ¿Que te vas poner? ¿Con quién iras?

-No lo sé, ni siquiera sé si voy asistir.

-¡Es amigo nuestro! Y va celebrar el mayor logro profesional en toda su carrera ¿Como es que no vas ir? Jamás te lo va perdonar.

-Carlos va estar tan ocupado que ni siquiera va notar mi ausencia.

-Tu ausencia, es lo primero que va notar. Lo sabes. - dijo con malicia, yo simplemente rodé los ojos.

- ¿Y tú con quien iras?

-Con Armando, pero no me cambies el tema- la reprendí con la mirada, cosa que ignoro por completo- Carlos es un gran partido, guapo, inteligente, de buena familia y encima está enamorado de ti desde siempre.

-No me gustan los empresarios, ya te lo dije.

-Bueno, jamás había conocido una mujer tan aclamada como tú, cirujanos, psiquiatras, terapeutas, médicos, arquitectos.... sin embargo, estas soltera ¿Porque eres tan exigente?

- ¿Porque tanto interés en que salga con alguien?

-No me gusta verte siempre tan sola, ahora que no está tu mamá, me gustaría que encontraras a alguien.

-Deja de preocuparte, estoy bien, créeme que jamás me había sentido tan feliz -confesé con sinceridad y una sonrisa se me formo de inmediato, tan solo pensar en ella me alegraba el día.

Había esperado con ansias tener alguna noticia de Asia, desde su última visita me encontraba más tranquila, pero igual de impaciente, pensar en que faltaban 2 días más para verla me desesperaba. Ver la primera gota de lluvia golpear a mi ventana me impulso a tomar la loca decisión de ir a buscarla, su padre no saldría de trabajar hasta dentro de unas horas, así que cancele mis ultimas terapias y conduje el auto directo a ella.

Toque a su puerta con una rosa en las manos rogando que estuviera sola, abrió la puerta y mire sus hermosos ojos llenos de tristeza iluminarse, me di cuenta de que cualquier riesgo valía la pena si podía poner esa hermosa sonrisa en ella, se lanzó a mis brazos con emoción, la recibí con fuerza, Dios era testigo de que yo era quien necesitaba más ese abrazo.

- ¿Como estás nena? - solté aun con su cabeza hundida en mi cuello.

-Bien ¿cómo estas tú? - susurró sin intención de soltarme.

-Ahora estoy mucho mejor. - dije besando su frente. - ¡déjame verte! ¡te ves preciosa! - la aparte un poco para verla, llevaba un vestido holgado, pero corto, con estampado de flores, le di la rosa que había comprado en el camino y se sonrojo.

-Es hermosa, muchas gracias. - soltó atrayéndome con delicadeza dentro de la casa, cerró la puerta y pretendió darme un corto beso, que yo prolongue por más tiempo aferrándome de nuevo a su cintura.

-No sabes cómo te extrañe. - confesé apenas separamos nuestros labios.

Ella estaba haciendo sus deberes antes de que yo llegará así que me senté a su lado y la ayude a terminar, sin dejar de aprovechar claro la cercanía para robarle uno que otro inocente beso. Terminamos y se ofreció a prepararme una especie de botana acompañada con una cerveza, no podía quitarle los ojos de encima, cuando paso junto a mi para dejar las botanas sobre la mesa no pude evitar retenerla, yo estaba recargada en la mesa así que la acerqué a mi cuerpo, justo entre mis piernas, volví a besarle, pero esta vez con más deseo, ella se dejó llevar, el beso se prolongó hasta que nos comenzó hacer falta el aire.

PETRICORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora